Discursos de odio en política

belén dorado marín de espinosa

Martes, 29 de noviembre 2022, 00:09

Soy investigadora sobre temas de paz, español y madre de dos hijos. Desde hace algunos años he residido fuera del país y ahora, que llevo ... dos años aquí he podido constatar la decadencia de los discursos de algunos representantes de la política de este país. Me cuesta entender cómo dirigentes, que supuestamente llevan a cabo una cargo público mantenido con los impuestos de todos los trabajadores, se atreven a hacer comentarios de extremo odio dentro de instituciones que han sido establecidas con el sudor de muchos que creyeron que otra forma de vivir era posible, estableciendo todos los mecanismos necesarios para la consolidación de una democracia, tras un periodo de dictadura que llevó a muchísimas familias a tener que emigrar forzosamente en busca de una mejor vida. Estas instituciones abrieron la posibilidad a la ciudadanía de participar activamente en la política del país y, a través del voto, aportaron su granito de arena a la conformación de un Estado democrático.

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Este esfuerzo por lograr una sociedad más igualitaria, con participación de la ciudadanía, logró posicionar a los más votados en los cargos más importantes de la política, y en contrapartida se establecía la necesidad de que existiese una oposición que vigilase las decisiones que afectasen a la sociedad. Tristemente, en la actualidad podemos constatar que la oposición –no sabemos si por falta de argumentos o por miedo a perder el 'status quo' y sus privilegios, muchos de ellos heredados de sus antepasados y no por la cultura del esfuerzo que algunos abogan–, defienden a ultranza discursos de extremo odio hacia los representantes de la nación, que no olvidemos fueron votados democráticamente en las urnas. Estos discursos no hacen más que corroborar una vez más que existen en nuestra sociedad grupos decantados por la violencia, el odio o la descalificación como forma de gobernar, como forma de contribuir a la sociedad sin ser conscientes de que con ese tipo de comentarios están alentando a la sociedad hacia una cultura de la violencia, siendo estos los mismos argumentos que llevaron a muchos dictadores a alzarse con el poder. Estar años fuera del país me han servido, entre otras cosas, para ver la política desde fuera, para valorar lo que cada país tiene y se merece, y en España, tristemente, tenemos personas con cargos que no tienen ninguna vocación por la política sino que en su lugar les mueve el lado económico, la desestabilización de los organismos públicos, como la sanidad o la educación, haciendo creer a la ciudadanía que es mejor apostar por lo privado que lo público, que es más sensato dejar nuestro salario en hospitales y escuelas que, a fin de cuentas, son sus propias empresas.

Las instituciones no debieran aceptar este tipo de discursos que solo alientan al odio, y dejan una enseñanza a las juventudes más cercana a la cultura de la violencia que a la educación para la Paz, y en este escenario, ¿cómo decir a los jóvenes que la violencia no es el medio para alcanzar el fin si lo ven a diario en los órganos más importantes de la sociedad? Solo queda esperar que mermen estos comentarios, que los argumentos se fundamenten y que tengamos una clase política digna del esfuerzo de todas y todos los que lucharon por conseguir una sociedad democrática en la que vivimos, porque España no es una dictadura, como a algunos les gustaría.

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