Alguien ha dejado escrito que la Constitución es el alma de los pueblos. Y no hace falta explicarlo, basta echar un vistazo al atlas geopolítico ... del mundo para comprobarlo. Los países más estables y más prósperos son los que se rigen en torno a Constituciones más afianzadas en la sociedad. Tenemos algunos ejemplos muy elocuentes, empezando por la inglesa, que está tan afincada entre los ciudadanos que ni siquiera está escrita ni publicada.
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Otra muy elocuente es la de Estados Unidos, que data de 1.787, cuya celebración es compartida. Mejor sería celebrada por todos como la gran fiesta nacional por toda la diversidad ciudadana que habita los cincuenta Estados. Es quizás y único nexo de convivencia compartido de la mayor disparidad de etnias, religiones, culturas, idiomas, clases y orígenes prácticamente de todo el mundo. Pero no hay que alejarse tanto, entre las constituciones mas antiguas están las de Polonia e India, países que sufrieron vicisitudes graves, pero la mantienen revitalizada.
En España tenemos por suerte una más joven, cuarenta y siete años, pero de las más modernas. La realidad es que cumple sus funciones gracias en buena medida a la garantía que le proporcionan la Monarquía y los partidos políticos que se han venido alternando al frente del poder Ejecutivo. Existen pequeñas discrepancias y algunos defensores de cambiarla o modificarla a su medida. Son los que quisieran una Constitución particular. Estas discrepancias y egoísmos olvidan la importancia de vivir en colectividad.
En la Constitución que tanto costó lograr caben todas las ideas, pero algunas no lo asumen. Las encuestas dicen que tradicionalmente es aceptada por una mayoría aplastante. En estos tiempos de crisis política confieso que temía que la celebración se viese empañada. No tuvo los honores que la conmemoración merecería, pero todo fue correcto y respetuoso. En el acto cebrado en el Congreso, la presidenta de la Cámara Francina Armengol, tuvo una buena actuación. El jefe del Gobierno Pedro Sánchez y el líder de la Oposición Alberto Núñez Feijóo, estuvieron correctos en su papel.
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Hubo excepciones, ausencias, algunas de los españoles que no quieren serlo y lo más sorprendente la de un partido cuyos militantes parece que quieren volver a un pasado de triste memoria, donde la libertad y la igualdad estaban prohibidos. Bueno, se dice por la calle que hay gustos para todos y la realidad es que quien más lo garantiza es la Constitución. La España moderna y pujante pende del logro histórico que aportó una Constitución de las mejor valoradas en el extranjero incluso a veces mas que en España. Tuve oportunidad de comprobarlo.
Nunca olvidaré un atardecer en una ciudad donde un grupo de constitucionales de diferentes universidades invitaron a Miguel Herrero de Miñón a explicarles todo el proceso seguido en su elaboración. La solución a los capítulos mas difíciles en un país tan complicado por sus precedentes. Varios medios de comunicación hacía tiempo que venían informando y a menudo consideraban más las filtraciones negativas que iban llegando, pero al fin en términos elogiables. Yo lógicamente no estaba invitado, aunque valiéndome de artimañas profesionales logre infiltrarme y escuchar.
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Fue una experiencia única. Primero me impresionó la brillantez del invitado, exponiendo como se habían llevado a cabo las deliberaciones entre los siete ponentes de todas tendencias políticas, partiendo de la situación y de los objetivos a conseguir. Tras un unánime aplauso se abrió el turno de preguntas y se alzaron al tiempo los catorce o quince brazos de los participantes. El debate fue apasionante y para mi como asistente muy emocionante.
Un detalle que refleja como discurrió aquel debate es que entre la intensidad de las deliberaciones en dos idiomas nadie miro el reloj y cuando concluyó ya estaban cerrados los restaurantes y el agotado Miguel Herrero ya malcomido en el tren, se encontró sin cenar ni donde poder hacerlo.
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