Se dice técnico sociosanitario

Encontramos un mundo único en cada casa, cada residencia, cada persona. Aconsejamos, guiamos, acompañamos. Hay días que se hacen muy complicados...

Francisco José Reyes Martín

Martes, 10 de enero 2023, 00:20

No todo el mundo está capacitado ni formado para dar cuidados a personas dependientes. Los encargados de esto, normalmente mal pagados, alejados de formación continua ... y de ayuda psicológica para sobrellevar casos difíciles y el día a día, se les llama erróneamente 'limpiaculos'. Entra en juego el papel del técnico sociosanitario. Las personas mayores, los enfermos crónicos y las personas con discapacidad, ya sea física, psíquica o sensorial, tienen unas necesidades que cubrir, y es el técnico sociosanitario formado, quien conoce cuáles son sus necesidades y sabe actuar para que estén bien cubiertas. Ofrecemos dignidad. Porque la vida era eso en todas sus etapas, dignidad.

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Encontramos un mundo único en cada casa, cada residencia, cada persona. Aconsejamos, guiamos, acompañamos. Hay días que se hacen muy complicados y debemos recurrir a nuestra profesionalidad para sobrellevarlos. Miramos a los ojos, hablamos de tú a tú con la máxima educación, acompañamos en la derrota, insuflamos aliento cada día, curamos heridas físicas, psíquicas y a veces emocionales.

Pero ¡ojo!, no nos confundamos, por encima de esto, un técnico sociosanitario no es la persona encargada de la limpieza y orden del hogar, ya que, no se encuentra entre sus funciones. Pueden ayudar a que la casa tenga unos hábitos saludables, pero son profesionales para dar cuidados personales, no limpiadores. Trabajo en la mayor empresa de la costa referente a la ayuda a domicilio para la ley de dependencia, y aquí, en lo bello, duro y oscuro de este trabajo, surgen diversas fallas.

Por un lado, no recibimos formación continua relacionada con nuestro trabajo que nos daría herramientas para los diferentes casos y cambios que se producen a lo largo de los años. Tampoco recibimos actualización laboral continua. El conocimiento es poder y merecemos estar informados de los cambios acordes a nuestro puesto de trabajo. Subidas de sueldo, cambios de convenio. Damos mucho por los demás, debería ser compensatorio.

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Tampoco tenemos ayuda psicológica para soportar diferentes casos complicados a los que nos enfrentamos día a día valientemente: esquizofrenia, trastornos de personalidad, conductas agresivas como ciertos pacientes de alzheimer...

No hace falta que el dependiente posea un trastorno, a veces, encuentras a personas que fueron complicadas en su juventud y ahora en su última etapa manifiestan comportamientos que no merecemos, teniendo que soportar abusos sexuales, psicológicos, conductuales. Esto hace que necesitemos un espacio de comunicación psicológica, un espacio que, junto a la figura que lo aporta, un psicólogo, no tenemos. Hay que cuidar al cuidador con charlas, espacios de comunicación, herramientas para sobrellevar a ese usuario que se comporta difícil, o esa mejor forma para tratar a alguien con alzheimer. Soportamos nuestra propia vida y la huella de nuestros usuarios, no iba a ser más liviana. Aquí, las empresas deberían otorgar un espacio psicológico que nos daría herramientas y la capacidad de expulsar las tensiones acumuladas, los vicios y diálogos internos complicados, la desgana, la frustración, el dolor.

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Y, por último, y no por ello menos importante, no somos limpiadores de casas. Existe un sector entre los compañeros que cree que sí y fabrica una norma indebida. Hago un inciso, compramos la comida, medicación, y exclusivamente, acomodamos y limpiamos la zona que hayamos usado con el dependiente, no limpiamos el polvo, váteres, ni barremos el resto de la casa. Puede parecer cruel a priori, pues a algunos les han enseñado en su educación, fuera de formación, a quedar bien, pero no está en nuestras competencias, y creamos un problema. La frase: «Es que tú compañera lo hace» es la que rompe con todo. Mal acostumbramos a los usuarios y les hacemos confundir nuestra figura laboral. Damos dignidad, y en ello se debe recordar nuestras competencias. Cuando cuidamos el espacio psicológico del dependiente, cuando les damos el desayuno, somos sus ojos al caminar, sus manos para vestir y escuchamos sus batallas, no hace falta más.

Solo me cabe decir una última reflexión: Vivimos como si fuéramos inmortales, siendo el técnico sociosanitario a quien encuentras en tu discapacidad o tu última etapa. Cuidémoslo, démosle conocimiento y el poder que merece. Hacemos una labor gigante y preciosa, va siendo hora de llamarla por su nombre.

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Siglo XXI: dejaos de 'limpiaculos', se dice técnico sociosanitario.

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