No me refiero a la que supuestamente afecta a quienes se han entregado a las fiestas del Corpus. Mi idea es hacer algunas reflexiones, que ... nos lleven un poco más allá de los comentarios inmediatos sobre los resultados obtenidos por los candidatos en las elecciones andaluzas que se están volcando por todos los medios.
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Un triunfo como el de Juan Manuel Moreno Bonilla, rotundo y brillante, no se improvisa en unas semanas de campaña, sino que responde a una trayectoria en la que ha tenido que superar pruebas muy duras, que han ido forjando un estilo político, de maneras moderadas y conciliadoras. Recuerdo una lejana tarde muy calurosa, en el Albaicín, donde nos convocó a periodistas y gente muy diversa en su mayoría del mundo de la cultura, de todas las tendencias políticas para escuchar nuestras ideas y opiniones sobre diversos temas. Uno de los asistentes, miembro de Izquierda Unida, le comentó que era la primera vez que un político de derechas le escuchaba. Y me ha alegrado comprobar que no ha cambiado de talante, cuando en su primera comparecencia, en lugar de decir «mayoría absoluta» haya dicho «mayoría suficiente» y ha mostrado la bandera de Andalucía, que para los del PP era «de izquierdas». Tendremos que observar si las políticas que se van a abordar, con manos libres de pactos, van a estar a la altura de seguir esa estela.
Ese tiempo que tuvo Juanma, para hacer su travesía del desierto, surcando las carreteras con su furgoneta, no lo ha tenido el líder socialista. No ha llegado a cumplir el año como secretario del PSOE andaluz y hace unos meses que dejó la alcaldía de Sevilla. Es verdad que Juan Espadas conoce como funcionan las diferentes administraciones, especialmente la autonómica, pues ha tenido cargos de gran responsabilidad, lo cual le da un gran bagaje para un político que pretenda controlar la compleja administración de una región. Se parece un poco a Juanma, por su talante abierto y educado. Tiene razón en decir que es ahora cuando todo comienza, pues le toca ahora a él la travesía del desierto, que debe hacer todo el que pretenda triunfar y que no ha podido realizar por falta de tiempo. Tiene por delante la tarea de infundir entusiasmo en sus compañeros.
Luego está la falta de unidad, que tanto ha dañado a una izquierda que padece desde hace años ese estigma de la división, que no pueden vencer las buenas intenciones de quienes se postulan, con la convicción de que lo que cada grupo propone es incompatible con lo que digan los otros correligionarios.
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Y en cuanto a la llamada extrema derecha, pienso que su discurso no encaja para nada en Andalucía, aparte de la incongruencia de querer gobernar una autonomía que pretenden anular. Con ese aire de creerse superiores y la poca claridad en sus propuestas, aparte de tres o cuatro bastante estrafalarias, no han llegado más que a sus nostálgicos incondicionales.
Es más fácil el ordeno y mando y más difícil gobernar para todos. Juanma parece que quiere seguir la senda difícil. Veremos.
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