No, no vamos hablar de la película protagonizada por Adam Sandler..., Dios me libre. Verán, les quiero hablar del uso del pixel, el conocido PIXELADO. ... Mediante esta técnica (permitan que la llame así), ocultamos ciertos aspectos que no queremos que se vean de una imagen o vídeo, en definitiva, censuramos. Y es que aquella antigua tijera o rotulador negro se ha modernizado, se ha digitalizado. Lo vemos constantemente en telediarios, vídeos caseros que se lanzan en RRSS e incluso (y esto es para flipar en colores), en documentales de La Segunda Guerra Mundial.
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El Pixel, o mejor dicho, el pixelado censura la realidad de este asqueroso mundo, de lo perverso del ser humano, de la dolorosa verdad existente entre nosotros. Sin conocer el horror, el mal, el daño que el ser humano es capaz hacer a sus semejantes, me pregunto cómo se podrá combatir y vencer. Al igual que se debe mostrar la bondad, la misericordia y el buen hacer; debemos mostrar lo oscuro del corazón humano, sin regodearnos, pero sin censurarlo. Se debe mostrar el mal, el delito, la miseria.
La censura se transforma, se mimetiza, pero siempre está ahí, de la tijera al pixels, del cierre de periódicos a colocar a un siervo fiel del poder a la cabeza de estos. Sin periodismo libre no hay verdad, sin verdad no hay libertad, sin libertad no hay democracia, sin democracia hay tiranía, y con la tiranía llega la esclavitud. Y todo empieza con un simple acto, algo tan nimio como coger una tijera, un rotulador negro o pixelar una imagen.
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