La semana que viene, en el corazón de Ifema Madrid, se abrirá una puerta al campo. Se trata de Expo Sagris, el primer salón nacional ... de agricultura y ganadería. Nace con vocación ciudadana, no es una feria comercial, sino una invitación a mirar de frente el sector primario. A tocarlo, saborearlo, entenderlo. A entrar, literalmente, en un invernadero como quien entra en casa, «la casa de las frutas y hortalizas».
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Coexphal la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Almería lo ha entendido así. Su propuesta para Expo Sagris no es un simple stand, sino una casa viva con plantas y sus frutos. Un invernadero casi real, con plantas, aromas y actividades que buscan emocionar y enseñar. No faltarán otro tipo de cultivos al aire libre, ni tampoco una buena representación de plantas ornamentales, bajo la denominación Plantaespaña. Allí, niños, familias y curiosos, podrán descubrir cómo se cultiva lo que comemos, cómo se innova en el campo, cómo se cuida el territorio desde la raíz. Porque el campo no es solo paisaje: es cultura, ciencia, economía, y sobre todo, futuro.
En paralelo, Hortiespaña celebrará la tercera edición del Congreso Inverdadero, un espacio de reflexión que ya es referencia. Se debatirá sobre sostenibilidad, soberanía alimentaria, innovación y el papel de los agricultores y sus invernaderos solares como agentes de cambio. No es casual que este congreso se celebre en Madrid, pero con alma almeriense. Porque Almería, no solo produce alimentos, produce relato, produce conciencia y merece su difusión en la capital de España.
Y hablando de relato, esta semana hemos vivido en Almería una escena digna de película. En el marco de C Next, la plataforma creativa de Cosentino, 300 diseñadores de 20 países cenaron en un invernadero en plena producción. No en un decorado, sino en un espacio real, con plantas vivas. Fue una cena, sí, pero también una declaración estética y ética: el campo puede ser bello, puede ser sofisticado, puede ser el escenario de la innovación más puntera. Y puede emocionar.
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Todo esto ocurre mientras el sector primario sigue siendo invisible para muchos. Mientras se habla de sostenibilidad sin mirar al agricultor. Mientras se educa sin enseñar de dónde viene el tomate. Por eso Expo Sagris es importante. Porque no se dirige a compradores, sino a ciudadanos. Porque no vende productos, sino experiencias. Porque no busca cerrar tratos, sino abrir ojos.
Esta feria no se puede comparar con Fruit Attraction porque son cosas distintas. No tendrá el mismo espacio, ni el mismo número de pabellones ni stand, pero este evento merece una ovación. Porque nos recuerda que el campo no está lejos, ni es ajeno. Está en nuestras manos, en nuestros platos, en nuestras decisiones. Y porque nos invita a entrar en el invernadero como quien entra en casa: con respeto, con curiosidad, con ganas de aprender.
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Que Expo Sagris sea el inicio de una nueva conversación. Que el invernadero siga convirtiéndose en un espacio común. Y que Almería, como siempre, esté en el centro del relato.
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