Cómo cumplir los propósitos del año

Este año me he propuesto volver a correr. Y ya. Mis zapatillas, los caminos y yo, nada más. En realidad, me conformo con trotar y volver a hacer 10 kms seguidos. Lo sé. No es ambicioso en absoluto. Si mi yo de hace cuatro años lee esto, se echaría a reír. O a llorar. Pero ese yo, claro, todavía no sabía lo que eran los edemas óseos y no se había quedado cojo durante varios meses.

El año pasado me propuse andar más. En 2020 no había llegado a los 5 kms. diarios de media y me fijé como meta los 10. Lo cumplí con suficiencia, que me han salido 11. Es otro objetivo para reincidir: ir andando a todos sitios.

La tecnología es una buena aliada en esto de los propósitos. Ayuda con el necesario seguimiento que te permite persistir. Es necesaria, también, para ajustar y recalcular el nivel de (in)cumplimiento. Por ejemplo, si hace un par de días tenía que perder 4 kilos, mi báscula inteligente, tan listilla, ya me ha avisado de que la cosa se pone más interesante: tras los excesos navideños serán 6 los kilos a dejarme en los caminos. ¡Maldita sea su estampa!

Está lo de leer más. El año pasado fueron 86 novelas y ensayos y 71 tebeos. Que no está ni bien ni mal, sino todo lo contrario. Voy a ir por los 100 de cada, mezclando de forma más equilibrada la ficción con la historia, ciencia y pensamiento.

Con las películas y documentales, más de lo mismo. Vi 212 en casa y 8 en el cine. ¡Ocho! Qué pena. ¿Nos fijamos las 250 como objetivo? Venga, va. Y solo vi 29 temporadas de series. Lo que está muy bien, que la mayoría fueron cortitas. Y es que las series son unas grandes ladronas de tiempo.

¿Y de escribir? ¡Claro que sí! Como me decía Quico Chirino, hay que hacer para contar. Contarlo es la clave. Es la fórmula mágica para llevar una vida activa, creativa e interesante: contarlo. Del qué, el cómo y el cuándo hablamos más adelante. De momento… ¡feliz 2022! Y no se tomen la Toma demasiado en serio, que empezar el año con bronca no puede ser bueno.