Concordia a la catalana

Huesos de aceituna ·

Es absolutamente necesario que no haya personas encarceladas que lo hayan sido por razón de su acción política, por más ilegítima o ilícita que esta haya sido

josé luis gonzález

Viernes, 28 de mayo 2021, 23:52

Comencemos con unos numerillos para conformar el marco del retrato que a continuación les describiré. En 14 años como Presidente del Gobierno, Felipe González presidió ... diferentes consejos de ministros que aprobaron un total de 5.944 indultos; en 8 años, José María Aznar lideró la aprobación de 5.948, cuatro más en seis años menos; en 7 años, casi en el mismo tiempo que su antecesor, los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero aprobaron 3.381, poco más de la mitad de Aznar; una rebaja que se agudizó con Mariano Rajoy, que en 7 años practicó un total de 898; y el Ejecutivo de Pedro Sánchez, con dos años de trayectoria, ha aprobado tan solo 70 indultos, manteniendo la clara línea descendente.

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Dense cuenta que, con mucha diferencia y rompiendo moldes como en él es habitual, José María Aznar fue el presidente más 'generoso' en esta materia. Y ahora, en esa línea desahogada en la que se mueve, ha sido una de las voces más críticas con la figura del indulto. Más concretamente contra el que ya está cociendo en favor de los condenados por el 'procés' catalán. Algo parecido a lo que le ocurre a Felipe González, que, con el carnet del Psoe en los dientes, no deja pasar una para situarse en las antípodas del actual Presidente del Gobierno. Señores ambos que indultaron, además de a numerosísimos corruptos, a los golpistas –estos sí con todas las de las letras– Tejero y Armada. A su vera –en minúscula, no se vayan a confundir– está la cuadrilla autonómica afín a Susana Díaz, exhibiendo como casi siempre la deslealtad al líder de su partido.

No son los únicos, porque en este tema de conflicto catalán todo político que no gobierna da lecciones magistrales de lo que se debe hacer, sin volver la mirada a lo que se hizo. Cuando es esto último, las acciones pasadas, lo que nos ha traído hasta aquí. Por ejemplo, veamos el caso de Pablo Casado y el resto de la bancada popular a la derecha de Meritxell Batet en el Congreso de los Diputados. No pocos de estos señores y señoras acompañaron a Mariano Rajoy en aquella desgraciada recogida de firmas contra el Estatut catalán en 2006, que dio lugar a la no menos infortunada Sentencia del Tribunal Constitucional de 2010. Con lo que, sin lugar a dudas, fueron quienes vertieron buena parte de los oscuros polvos que trajeron estos sucios y pegajosos lodos. ¡Ay!, los tribunales, tan condescendientes con unos indultos y tan inflexibles con otros.

También, durante el mandato de Rajoy –y con este, como era costumbre, haciendo el Don Tancredo– tuvo lugar el desafío secesionista que puso boca abajo a toda Cataluña y, sobre todo, su relación con el resto de España. Y aún con esa actitud –o aptitud, según se sea más o menos indulgente con el exlíder del PP– fue de la mano con los socialistas en tan notable circunstancia. Nada podía objetarse a la postura del Psoe desde las filas populares. Otra cosa es que muchos y muchas pensemos que había varias fórmulas alternativas que deberían haberse llevado a cabo por el Gobierno y, sin lugar a dudas, haberse propuesto con más firmeza desde la oposición.

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Y una vez orientado el retrovisor, como deberían hacer todas las fuerzas políticas, tratemos este presente que se antoja crucial para un, ahora poco probable, entendimiento futuro entre Cataluña y el Estado. Aquí, tenemos dos opciones: mantenernos todos firmes en nuestras posiciones, imperturbables ante la degradación de todo lo susceptible de degradarse; o dejar el orgullo patrio español y catalán bajo la almohada y madrugar todos los días con la firme idea de arreglar todo este desaguisado. Aún sabiendo de antemano que, en esta sociedad cada vez más incivilizada o 'imbecilizada' por las redes sociales, cueste votos toda acción que intente revertir la polarización reinante. Pero ha llegado el momento de no mirar a la siguiente convocatoria electoral para tomar decisiones que se antojan cruciales.

Una de ellas, sin lugar a dudas, es el indulto de los políticos catalanes, porque es absolutamente necesario que no haya personas encarceladas que lo hayan sido por razón de su acción política, por más ilegítima o ilícita que esta haya sido. Que desde el punto de vista del derecho natural no haya una sola razón que se pueda oponer a las sentencias de un tribunal democrático. Este será un buen punto de partida para la futura y tan deseada concordia.

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