Las Hermanitas de los Pobres de Granada

Compañía de teatro Mira de Amescua

Jueves, 2 de enero 2025, 23:08

No es muy conocido que el origen de la comunidad religiosa de las Hermanitas de los Pobres de Granada no sea granadino ni siquiera español ... pero la verdad es que tampoco, por lo visto, se ha hecho muy necesario indagarlo porque no han surgido dudas al respecto de lo evidente: que el mayor y mejor cuidado que pueden recibir los ancianos pobres y enfermos a ellas confiados en esta amplia y cómoda residencia, rodeada de vegetación, de la calle Doctor Félix Rodríguez de la Fuente del Zaidín, tiene lugar en Granada, al tiempo que, además, son poseedoras de otras excelencias añadidas, como su genuina expresión de afecto por otras singularidades de nuestra tierra, como el ofrecimiento generoso de su Casa a la Compañía de Teatro Mira de Amescua, creada en 1993 por Germán Tejerizo y especializada en la representación de autos sacramentales, como lugar de ensayo y actividades durante muchos años, hasta que la pandemia impidió continuar la actividad. Pero, en rigor, y con regocijo lo difundimos, la fundadora de esta bendita congregación fue una religiosa francesa, Juana Jugan (Cancale, 25 de octubre de 1792–Saint-Pern, 28 de agosto de 1879), beatificada el 3 de octubre de 1982 por San Juan Pablo II y canonizada el 11 de octubre de 2009 por Benedicto XVI con el nombre de Santa María de la Cruz Jugan.

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Durante más de una década, pusieron a nuestra disposición su magnífico salón de actos, donde hemos ensayado y representado, especialmente para ellas y su comunidad, cuantas obras se han preparado allí. Pero no solo el salón de actos. También sus armarios, sus equipos de Luz y Sonido, el material de atrezo de sus variadas actividades y hasta el personal de mantenimiento de sus instalaciones. Y cuando, por alguna razón, no hemos podido usar el salón de actos, nos han cedido el local de la biblioteca, una dependencia luminosa, amplia y acogedora, o algún rincón del bello parque-jardín que rodea la casa. Además, tras cada representación, aparte de sus sinceros y calurosos elogios, nos han obsequiado en su peculiar cafetería con un ágape de la mejor factura en calidad y servicio, siempre atendido por alguna hermanita de la comunidad para que nada faltase. En dos o tres ocasiones, la Compañía Mira de Amescua ha querido gratificarlas económicamente arañando de su endeble peculio quinientos euros, una nadería comparada con el gasto de electricidad, agua y mantenimiento que durante tantos años ha tenido lugar.

Pero ha habido más. Y más, sobre todo, de lo que no puede pagarse materialmente: su agrado, su disponibilidad y su cariño. En su casa nos hemos sentido como en la nuestra. Por eso, decir lo que sentimos con el cierre de la institución en nuestra ciudad, huelga. No hay palabras. Pero su recuerdo quedará en la agenda del corazón de la Mira de Amescua como una deuda impagable de agradecimiento y amistad.

El recuerdo de nuestras admiradas y ejemplares religiosas lo tenemos fácil, a nuestra mano; ya el entorno mismo nos lo ofrece. Las referencias urbanas de siempre también nos hablan y guían nuestros pasos a las Hermanitas desde el Helicóptero o la avenida de Cádiz. Nombres y realidades tan asentados en la ciudad y tan expresivos de peculiaridades específicas de este barrio al que sumada, como una más, el de nuestra benefactora residencia, tan singular y popular, a la que identifican por sí mismos todos los demás de esta zona de la ciudad. Tal el Camino de Ronda, el Helicóptero, la carretera de Motril, los Salesianos, los institutos Mariana Pineda y Alhambra, el parque Rogelio Macías, el Carmelo o la parroquia de San Juan María Vianney. Otro modo este, aún más sencillo, si cabe, que nos lleva con mayor presteza aún a la memoria de estas nuestras imperecederas y memorables amigas para las que no encontramos sinónimo más noble que el de las Hermanitas de los Pobres. Cada vez que observemos practicar el bien, llámese, si se quiere, caridad cristiana, tendremos delante de nuestros ojos a las hijas granadinas de Santa María de la Cruz Jugan.

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Desde hace más de siglo y medio, los ancianos pobres y enfermos de Granada no han estado solos en la ciudad, sino que han podido disfrutar de la vida en compañía gracias a la atención que les ha comunicado la congregación de Las Hermanitas de los Pobres desde el 18 de diciembre de 1863.

Aquí han conseguido las Hermanitas que las personas mayores se sientan vivas. En la espléndida residencia del Zaidín han venido compartiendo el día a día con otros ancianos, con ellas mismas, con los trabajadores y con los visitantes y colaboradores. Esta ha sido la razón de que se mantuvieran activos y de que así se sintieran con una vida en armonía. Pero nada más triste que tener que hablar en pasado porque este bendito hogar se va a cerrar, tras 161 años de obra social ininterrumpida. El estilo de vida en esta residencia impulsaba a que los ancianos no se sentaran a esperar cariño, sino que cada uno, dentro de sus posibilidades, colaboraba de forma activa en las tareas diarias de la Casa, ya fuera en la recepción, en la cocina o en los jardines y pasearan por el entorno amplio y natural de la Casa.

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Además, los residentes también disfrutaban de sus aficiones en el taller de costura, en la biblioteca o en la sala de ordenadores de la residencia. Algo que definía el estilo de las Hermanitas y que conseguía, en consecuencia, que estas personas se sintieran realizadas y con vida. Nunca falla este estilo educativo.

Gracias, Hermanitas. Que Dios las bendiga por tanto bien como han hecho.

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