Almeida, Casado y Ayuso, en otros tiempos. EFE

'Casado o comunismo, Ayuso o comunismo'

¿Qué tendrá el poder que tantas zancadillas, dimisiones y hasta vidas cuesta? La guerra Ayuso-Casado, que ha llevado a este último a abrir la puerta a un sustituto, es un asunto exclusivo del roalillo donde mandar. Medina y Agudo, de vuelta de todo, no escatiman calificativos

ERNESTO MEDINA RINCÓN Y ANTONIO AGUDO MARTÍN

Martes, 1 de marzo 2022, 16:13

Ernesto Medina Rincón

Escala de estupidez

Llegado el momento de la euforia alcohólica, suele haber un enciclopedista popular que recuerda las fases de la borrachera. Aunque varían según los autores y ... zonas, convengamos en las cinco consagradas: exaltación de la amistad, incluidos cuñados; cantos regionales, habitualmente 'Asturias, patria querida', por mucho que le pese al Principado; insultos al clero, sin distinción de rango, pero con preferencia –en una clara muestra de discriminación sexual– por los varones; negación de la evidencia; y, finalmente, devolución de lo bebido.

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Algo más seria es la escalera del duelo, que definió la psicóloga Kübler-Roos, por más que algunos colegas la pongan en duda. Ante una tragedia familiar se comienza por la negación de la misma. Luego acaecerán sucesivamente la ira, la negociación, la depresión y, por último, la aceptación.

Echo en falta, sin embargo, una escala que aclare los motivos íntimos por los que un político se embarca en la frágil nave del servicio público dispuesto a sortear las tormentas del proceloso mar de la ¡res publica'. Me atrevo a rellenar tal vacío, pues si los minerales tienen la escala de Mohs para medir su dureza, habremos de recurrir a unos parámetros claros para dilucidar los intereses de cualquiera aspirante al gobierno.

En la cumbre, quienes no tienen más fin que servir a la Nación. Escasos, si se topan con uno, vótenlo y sea objeto de su devoción. Tras estos próceres de la patria, los que quieren que ganen los suyos. Actúan a la manera de una manada de lobos o hinchas futbolísticos, ciegos por la sangre del poder e incapaces de reconocer méritos ajenos. A continuación, cuales piensan en primera persona del singular, yo, yo y yo. Se tienen por los más estupendos del mundo sin verse un solo defecto. No me obliguen a ponerles ejemplos.

Concluye esta tabla politológica Medina-Agudo con los convencidos de que hay que morir matando, «en caso de que no gobierno mi menda lerenda, desde luego le jodo la presidencia de Gobierno al correligionario que lo pretenda». Pensarán nuestros lectores, compadre Agudo, que este último estadio es el viejo cainismo o guerra-civilismo español. Se confunden si sostienen tal premisa. Es una cuestión de estupidez. Planteaba nuestra editora que era Ayuso o comunismo, Casado o comunismo. Ha ganado el comunismo pues ambos son comunes integrales en estulticia, soberbia y venganza. El castigo para los catalogados en este último escalón es el olvido y el desprecio ad aeternum

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Antonio Agudo Martín

Al suelo que vienen los míos

Todo vale querido príncipe. Alcanzar el poder debe ser tu primer objetivo y el segundo, conservarlo a toda costa.  Cualquier medio es válido para conseguirlo o conservarlo. En política para subir a la cima tienes que ir empedrando el camino con los cadáveres de tus oponentes si no quieres ser tú quien se quede en mitad de la subida. Así que muchos de esos muertos, cuando pueden, se levantan de sus fosas orgánica y despachos oficiales para devolver la puñalada a quien, despeñado, baja a empujones de la poltrona…. Y así nos va con esta tropa de hooligans de partido, de tifosi con fe ciega en ciegos líderes que no ven más allá del último sondeo demoscópico, de hinchas que desinflan al líder cuando viene mal dadas.

Querido Medina, me contaba un venerable anciano que estando aún esta España dividida en dos bandos un vecino le dijo a otro:

—Con lo rojo que eres no me explico que haces debajo de un trono de Semana Santa.

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A lo que el paisano le respondió desde el costal:

—Lo mismo saco al Cristo a hombros pá pasearlo que pá quemarlo.

Ya ves que el vulgo es veleta y casquivano y sus representantes no le andan a la zaga. Lo mismo que se uncen el carro al cuello para llevar la carroza del Rey Felón cogen al soberano de turno y le dan garrotillo por quítame allá esas pajas o esas capas.

Así que desde hace años me resbala mucho lo que dicen defender a muerte; siempre que no sea la suya, si les pilla de paso para mantenerse en el despacho oficial.

Las estocadas, a ser posible bajunas y riñoneras, es asunto común entre nuestros próceres que andan espiándose, amenazándose y jodiéndose. Ayuso o comunismo. Casado o comunismo, aquí lo popular es clavarse la daga e intentar no resbalar con la sangre en la escalinata. Mientras la oposición se remanga las togas para no mancharse el dobladillo de la enésima víctima de las insidias, los ordeno y mando, las intransigencias partidarias y las perspectivas electorales. Pedro Sánchez comprende muy bien a Casado; él pasó por lo mismo y aún aprieta los grilletes a quienes se la jugaron para hacerles saber quién manda. Ni Casado ni Ayuso ni Comunismo ni Sánchez. Gana quien maneja mejor la daga, quien se rodea de pretores a los que, al irse a dormir, desarma para evitar tentaciones.

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