Esta semana continúan todavía los sones y clamores de los resultados de las elecciones en Castilla y León. Elecciones que más que unas elecciones regionales, ... parecían un plebiscito contra Pedro Sánchez y el Gobierno del Estado español, puesto que se ha hablado mucho de los temas de Estado y muy poquito de los temas de esta comunidad autónoma. Mucho ruido para que al final al líder del Partido Popular, le haya salido el tiro por la culata y en lugar de afianzarse en el Gobierno con un mayoría sólida, se ha visto más aun si cabe como el gran perdedor, porque ahora la posibilidad de gobernar en solitario se esfuma totalmente.
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Ahora la situación está mucho más complicada si cabe aún, sobre todo para aquellos que entendemos la democracia como se ha venido haciendo en España desde que se aprobó la Constitución del 78, para aquellos que creemos que las conquista sociales son logros de la clase media que no se pueden derogar a las primeras de cambio; y sobre todo cuando esos cambios viene de la ultraderecha más reaccionaria de este país. Ultraderecha que no cree en la España de las autonomías, pero que no deja de presentarse en todas ellas con el animo de llegar al poder para destruirlas y centralizar el todo el poder en Madrid.
Pablo Casado pretendía hacer una pirueta y le ha salido muy mal, puesto que sí ha ganado las elecciones, pero ahora se abre el dilema de que si va a poder gobernar con holgura aplicando sus líneas políticas, o va a tener que desdibujarlas para echarse en los brazos de Vox y sus políticas rasposas y retrógradas, que pretenden más que avanzar en el Estado constitucional, que volvamos a un Estado en el que buena parte de las conquistas sociales y los derechos de la mujer, sobre todo, desaparezcan, para imponer políticas que antaño el pueblo español ya desechó.
Los resultados de Castilla y León dejan bien claro que si el Partido Popular quiere gobernar en esa comunidad autónoma tiene que echarse a los brazos de la ultraderecha y pasar por todas sus trágalas para que les garanticen la más mínima estabilidad de Gobierno en esta legislatura, pero está claro que con unas duras condiciones que pudiera ser un golpe muy certero en la línea de flotación y moderación que debe tener un partido con aspiraciones de gobierno como es el Partido Popular.
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Pero de estos resultados también está claro que el Partido Socialista ha perdido las elecciones sin paliativos y de ellos se tiene que hacer la lectura correcta para poder tener una seria reflexión de lo que han dicho las urnas el pasado domingo en Castilla y León. No puede mirar hacia otro lado porque está claro que la ultraderecha le va comiendo terreno a los demócratas y eso no se puede seguir dejando pasar sin un profundo debate en el PSOE que permita llegar con cercanía a la población y, sobre todo, a sus problemas para ofrecerles soluciones serias y realistas que puedan volver a darle los electores la confianza en posteriores citas electorales.
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