Del campo a la calle, una renovación no negociable

andrés góngora

Lunes, 3 de enero 2022, 23:15

La situación en las zonas productivas alimentarias de nuestra provincia es crítica y sus reivindicaciones más que legítimas. El mundo está cambiando, las relaciones comerciales ... no son las que eran hace cinco años y la agricultura está en peligro de ser arrollada por un mercado financiero que solo vela por sus intereses y necesidades, y en esas influencias es donde entran en juego la desprotección y el nepotismo ejercidos al no imponer controles sobre los productos agroalimentarios llegados de terceros países.

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Los problemas han sido ya más que enumerados. Costes de producción y de manipulación, la entrada indiscriminada de productos de países terceros o el devenir de las políticas agrarias. Estos factores, entre otros, ponen en jaque la sostenibilidad económica y la competitividad de las explotaciones agrarias de la provincia y de nuestro modelo productivo y comercializador.

Aún así, hay que reconocer que 2021 se está despidiendo con un pequeño rayo de esperanza de la mano de las modificaciones de la Ley de la Cadena, una reivindicación por la que hemos luchado con fuerza durante años. Sin embargo, y aunque es un importante primer paso hacia adelante para mejorar de la posición de agricultores/as y ganaderos/as, no es menos cierto que no podemos parar ahora en seco. La ley no va a solucionar todos los problemas del campo. Es solo un primer avance, una puerta que se abre hacia la consecución de los verdaderos retos de nuestro sector. Entre los próximos desafíos, el más acuciante es la modificación del sistema comercial en nuestra provincia.

Para ello debemos apoyarnos en la mencionada Ley, a cuyo amparo deberíamos poder modificar ese sistema de comercio que aquí está estancado en el siglo XIX. Algo bastante incomprensible para la agricultura almeriense es que seamos pioneros en innovación agroalimentaria, que hayamos sido uno de los primeros modelos agrarios a nivel mundial capaces de implementar la agricultura ecológica con su estandarte en la lucha biológica, de forma sostenible y productiva, y que, en contrapartida, a los agricultores nos sustente un modelo comercializador decimonónico cuyo mayor cambio ha sido pasar de la pizarra colgada en un muro a la digital. Un gesto de impostura más que de otra cosa.

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Es nuestro momento de aprovechar la oportunidad que nos brinda la nueva Ley de la Cadena para ayudar a todos los agentes de la misma a trabajar con contrato de venta, siendo el modelo productivo más lógico y coherente en estos tiempos.

Sin embargo, esa misma ley que nos da ahora un respiro, está igualmente abocada al fracaso si no consigue hacer frente al segundo gran escollo de la agricultura actual (sobre todo en nuestra provincia). Así, si las administraciones no impiden la invasión de los productos de terceros países que llegan compitiendo con costes de producción muy por debajo de los nuestros, todo lo avanzado quedará en agua de borrajas.

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El hecho de que las modificaciones de la norma legislen contratos por encima de los costes de producción no es salvaguarda frente a la globalización y sus desventajosas reglas del juego comercial. Por ello se impone una doble actuación, junto a la vigilancia para no trabajar por de debajo de costes, la imperiosa necesidad de controlar las importaciones de terceros países que entran imponiendo la desventaja y la injusticia como única fórmula contractual.

Desde el sector hortofrutícola almeriense apostaremos por un futuro en el que la innovación y los nuevos modelos productivos nos impulsen hacia un futuro próspero y sostenible, y en el que el sector empresarial pueda sumarse a nuestra imagen de referente de calidad y de futuro. Y mientras tanto seguiremos en la lucha por proteger nuestro modelo agrícola de los peligros que le atenazan, siempre en unidad de acción y trabajando en cooperación con la comunidad agroalimentaria.

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