La caja del tiempo de los esperpentos

Puerta Purchena ·

Elena Sevillano

Miércoles, 2 de marzo 2022, 00:14

Hoy, 7 de febrero de 2022, escribo un nuevo artículo que dejar en reserva para caso de emergencia. Va sobre los últimos esperpentos de la ... política española. Pero no sé cuándo se publicará. Me hace gracia lo que pensaremos de él cuando salga de la nevera, como una caja del tiempo completamente descontextualizada del marco temporal que le da sentido. ¿Reflejará un hecho aislado, consecuencia de una ventolera pasajera, como uno de esos aires gaditanos que te dejan con la cabeza abombada y luego amainan? ¿O el disparate seguirá escalando hasta el punto de que, cuando leamos esto nos parecerá, por comparación, hasta soso?

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Hay que reconocer que llevamos dos años intensos. Una pandemia. La borrasca Filomena. El volcán de La Palma. La loca escalada de los precios de la electricidad. El runrún de una guerra en el Este de Europa. Por quitarle gravedad a la cosa podemos hablar, también, del Benidorm Fest, en el que concursaba una canción pro-teta, 'Ay mamá', de Rigoberta Bandini, y el potente Terra, de Tanxugueiras, cantado en gallego. Pero el jurado prefirió que la letra que nos represente en Eurovisión sea ésta: Let's go! Llegó la mami / La reina, la dura, una bugatti / El mundo está loco con este party / Si tengo un problema, no es monetary / Yo vuelvo loquito a todos los daddies / Yo siempre primera, nunca secondary». Y así varias estrofas más.

¿Suficiente? Sí, en realidad de sobra, pero las elecciones de Castilla y León dan para mucho más, con los políticos de Vox y Pablo Casado disfrazándose más que el Kent de la Barbie y Mortadelo juntos. Los primeros se calzan botas, tirantes y boina para hacer campaña, y en Twitter empiezan a compararlos con los Peaky Blinders; a ellos les hace gracia, sin que parezca importarles que los de Birmingham fueran gitanos, antifascistas y delincuentes. El segundo lo mismo aparece rodeado de ovejas que entre jamones curados, con un pan debajo del brazo (literal) o denunciando «el ataque a las remolachas» (también es literal).

La polarización y la crispación dominan la política española. Y en estas que se vota la reforma laboral del Gobierno en el Congreso: dos diputados de UPN se desmarcan de su partido y votan en contra, pero un diputado del PP se hace un lío con la telemática, le da al «sí» por error y saca adelante la reforma por la mínima. Casado se echa las manos a la cabeza diciendo que cómo puede pasar algo así en el Parlamento de España, «donde hay dos esculturas de los Reyes Católicos». Me imagino a los maestros Valle-Inclán, Berlanga, Cuerda y Gila disfrutando del circo en la primera fila de allá dónde estén. Quizás sea eso, que como ellos se han ido, la astracanada se hace más evidente, menos sutil, porque no tiene a los genios que tan bien la contaban.

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Actualización: hoy es 2 de marzo, ¡ni dos semanas han transcurrido!, y los cuatro párrafos anteriores se han quedado pasados de fecha, chuchurríos como el puerro residente de tu frigorífico. El Pablo Casado del que usted me habla ya no existe políticamente, porque está visto que España prefiere los sinvergüenzas a los chivatos. Y la guerra es una terrible realidad que está segando la vida y dejando sin hogar a civiles ucranianos. Mucho miedo y mucho dolor. Todo lo demás se convierte en banal por comparación. Paremos la invasión de Rusia a Ucrania ¡ya!

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