Aznar es el golpista

«Dentro de todas las consecuencias tóxicas de tener un presidente cuasi totalitario en una democracia, es que a la hora de combatirlo es bastante complicado»

Marcial Vázquez

Politólogo

Jueves, 14 de septiembre 2023, 23:02

Hace unos meses me compré el último libro de Ian Kersahw, donde escribe sobre la personalidad de aquellos poderosos que forjaron la Europa que conocemos. ... El libro es bastante largo, por lo que solo Dios sabe cuándo podré acabarlo. Pero su esencia desarrolla uno de los conceptos principales que siempre he considerado para analizar la política: qué es lo que hace el poder cuando llega a los hombres, clave mucho más importante y previa al resultado de lo que hacen los hombres cuando llegan al poder. Porque eso de que existe un poder democrático es la típica estupidez de los discursos líquidos y vacíos. El poder solo tiene una naturaleza, que es autoritaria. Otra cosa es lo que hacen las personas con el poder y su relación mutua. Aquí es donde se ve la diferencia entre aquellos que tienen valores democráticos y de humildad, y aquellos cuya única misión es disfrutar de toda la adrenalina y privilegios que les da el poder. Por mucho que nos digan que en democracia cualquiera tiene derecho a ser gobernante, ni mucho menos todos estamos capacitados para gobernar.

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Precisamente, pude leer una muestra gratuita de estas que cuelgan en Google books de la gran obra biográfica sobre Franco de Paul Preston, un historiador bastante escorado a la izquierda pero que intenta mantener un rigor profesional aceptable. La cuestión, en definitiva, es que cuando Preston hace un resumen de la personalidad política y autoritaria del Caudillo, realmente parecía como si estuviese describiendo a nuestro Tramp contemporáneo, porque para explicar todo lo sucedido en los últimos años en este país de países hay que partir de la base de que la naturaleza de la relación personal entre Pedro y el poder es íntimamente autoritaria lindando con el totalitarismo moderno, solo templado por la vigencia aún de las instituciones democráticas que quedan en pie en nuestro sistema.

Ciertamente, uno de los ejemplos de esta forma cuasi totalitaria de desplegar el poder del trampismo yolandino lo tenemos en la manipulación absolutamente indigna y grosera de las palabras de Aznar sobre la movilización ciudadana contra la supuesta amnistía. Desde la infame portavoz gubernamental hasta el último mindundi semianalfabeto del gobierno y del PSOE, se ha intentado propagar la idea de que el ex presidente del PP había estado llamando a un alzamiento estilo 18 de julio, solo que esta vez sin fajín ni Dragon Rapide. Ya no es que el gobierno progresista vea intolerable que la derecha quiera manifestarse de manera legal y pacífica contra el atropello programado a la matriz constitucional, sino que enciende a toda potencia el ventilador de porquería y de mentiras para intentar convencernos de que el PP busca una «rebelión», como la han tildado en cada comparecencia.

Dentro de todas las consecuencias tóxicas de tener un presidente cuasi totalitario en una democracia, es que a la hora de combatirlo es bastante complicado. Porque complicada es la estrategia contra alguien dispuesto a absolutamente todo para retener el poder. De ahí que esto de la amnistía pueda llegar incluso a dar un giro de 180 grados en un último momento y dejar plantado a Puigdemot para ir a nuevas elecciones con la falsa bandera de que Pedro no ha cedido al chantaje del, este sí, golpista a la fuga.

Cosa distinta es la continua deriva de la estrategia de Raxoi, si se le puede llamar así, con esto de la manifestación y su investidura. Pero en el PP siguen colgados de la brocha de ese verano azul del que no logran salir ni parece que sean capaces. Menos mal que en el PSOE nos queda Page como último guardián de la reserva espiritual constitucionalista dentro de esta izquierda estafadora.

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