El arte de perder el tiempo

PUERTA REAL ·

No pasa un día sin que nos intenten comer el tarro con algún dibujo, plano o prototipo de una Granada ideal

ESTEBAN DE LAS HERAS BALBás

Sábado, 11 de febrero 2023, 22:53

Nos gusta perder el tiempo. Es uno de esos dos o tres pecados que gozan de mayor indulgencia. Se pierde el tiempo discutiendo proyectos que ... nunca llegan. Y se sigue perdiendo el tiempo cuando, una vez desaparecidos, se continúa cuestionando sus fines o su necesidad. Estamos en precampaña electoral y no pasa un día sin que nos intenten comer el tarro con algún dibujo, plano o prototipo de una Granada ideal. El viernes, por ejemplo, desempolvaron una preciosa maqueta con la reconstrucción de un inmueble en La Churra, que ahora es un muladar, y que quedará de dulce cuando la terminen, aunque ni usted ni yo lo veamos. Lo que sí volveremos a ver en breve es la lista de edificios en los que se podría instalar el futuro museo de la ciudad. Un listado que despierta el consiguiente jolgorio entre quienes guardamos recortes amarillentos de periódicos que hablan del mismo asunto y señalan los mismos inmuebles, quinquenio tras quinquenio. Se pierde el tiempo en compararnos con Málaga en vez de hacer una serena introspección para ver por dónde andamos nosotros. Se pierde tiempo esperando un informe que es imprescindible para invertir cinco millones en el Palacio de Congresos, pero el puñetero informe no acaba de llegar. Ojalá me equivoque, pero creo que también se pierde el tiempo con el empecinamiento de Cuenca para perseverar en la lucha numantina por la AESIA –ya saben: lo de la Inteligencia Artificial que se fue a La Coruña–, en tanto rechaza las explicaciones de la alcaldesa gallega. Había más ciudades en liza para hacerse con el chollo, pero ya enterraron el hacha de guerra. Sin embargo, el alcalde de Granada mantiene erre que erre la fe del carbonero porque un día tonto su jefe se lo prometió. De ilusión también se vive, aunque es más sensato madurar.

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Y seguimos perdiendo el tiempo. Por ejemplo, defendiendo la mal nacida ley 'sisí', que tanto daño ha causado a las mujeres beneficiando a sus agresores. Pierden un tiempo maravilloso los jóvenes y no tan jóvenes consultando el móvil, como si estuvieran esperando la trompetería apocalíptica del final del mundo. Lo pierde Felipe Juan Froilán, una criatura que va progresando adecuadamente en los estudios de zascandil. Flaco favor le hacen a la monarquía española las chocarreras y jocosas correrías de madrugada del sobrino del Rey. Y llevamos demasiado tiempo perdido discutiendo sobre quién o quiénes deben pagar las acequias y canales para que el agua de Rules riegue los subtropicales de la Costa. Hay que dejar de pelotear entre administraciones para arreglar esta inmensa chapuza nacional, más gorda que la de los trenes de Cantabria por la que Revilla, 'el de las anchoas', pide que rueden cabezas. Lo oportuno ahora, lo que de verdad importa para no perder más tiempo, es sumarse al eje transversal andaluz del AVE, que unirá Almería con Huelva. Ese tren sí dará sentido, por fin, al absurdo trazado hacia Antequera, que ahora solo sirve para que los granadinos seamos los únicos españoles que cuando llevamos una hora de tren estamos más lejos del lugar de destino que cuando montamos. Ya está destapado el tarro y urge ponerse las pilas. Pero, ojo, que la actual estación no va a servir. Ahí surge otro tema de debate para perder el tiempo, que es nuestro sino.

Es el bucle del tiempo, el maldito tiempo perdido en cuya busca Marcel Proust escribió más de tres mil páginas. Pero ha sido el único tiempo perdido que ha merecido la pena.

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