La expectativa es una forma de esperanza que se apoya en lo que se ve como anticipación deseada de lo que no se ve. Así, ... de Trump sabemos ya muchas cosas. Las más ocultas, en la gente común: el deseo de poder, el sexo, la del dinero y la capacidad de arrastre o gancho. La imprevisibilidad es a ojos vista escandalosa, no porque escandalice a nadie sino porque quien los posee los considera buenos en sí mismos, auténticos. Su estilo no es el fariseísmo, la timidez o la falsa modestia. Es un animal primario y de algún modo supone una vuelta a la naturaleza, a la acción directa y a la ausencia de complicaciones burocráticas. ¿Es demócrata? A los demócratas les parece que no. La democracia de Trump es la democracia fundacional de Estados Unidos, que no es tanto el liberalismo de dejar hacer, dejar pasar, sino de apropiarse de todo lo que esté a mano por el método de la iniciativa empresarial. No se detiene ante problemas como el coste social de la producción. No está contaminado por las ideologías europeas que constituyeron la Europa de la UE. No olvidemos que en América no se dio la Revolución Francesa. Más bien la rebelión del puritanismo contra el anglicanismo. El puritanismo escocés que en Franklin nos dejó un modelo de piedad laica e innovación creativa nunca fue revolucionario sino independentista y conquistador. Parece mentira que los americanos hicieran en el Lejano Oeste algo parecido a lo que hicieron los españoles en el resto del continente. La diferencia está en que ellos no tenían las leyes de Indias y trataban a los indios como animales. Los ilustrados que crearon Estados Unidos no siguieron el programa de igualdad y fraternidad que rezaban en las logias. Los españoles consiguieron mestizaje. Hernán Cortés, más político que conquistador, es un modelo de conquista inteligente. Pone a los indios a la cabeza de las aldeas y del gobierno.
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Ahora vuelve la América profunda. Tras las elecciones parece como si el reloj del mundo se hubiera detenido, haciendo una pausa. Todas las cosas importantes o están resolviéndose o se mueven en la esfera de las expectativas. Observen que el programa informal que ha dejado caer el nuevo presidente es un programa de desarrollo geopolítico, lleno recomendaciones, pero en el que no se incluye explícitamente ninguna guerra. Como ya hizo en su primer mandato, su trato con Putín era de competencia deportiva y hasta de amistad. Con China, como también con Europa, la subida de aranceles creará tensiones. A Europa le pide el incremento del presupuesto militar, nada menos que un 5% a la vez, y cruje su economía con la subida de aranceles. Se supone que, además las compras de armas, beneficiará a los Estados Unidos. Europa está amedrentada por el este y por el oeste, por el norte y por el sur, pero no tendrá más remedio que 'seguir la corriente' a Trump. Un asunto que se ha resuelto con el empujón tanto de Biden como de Trump, es la situación de Oriente Medio y de la que Trump recogerá los beneficios. Turquía por el norte e Israel por el sur han dado la vuelta a la situación con un coste humano de dimensiones bíblicas. La OTAN por arriba e Israel por abajo, pero el destino de los palestinos ya no depende de ellos mismos. Irán calla porque se han desmantelado sus bases nucleares. Rusia, por su parte, mientras entierra norcoreanos, tiene la expectativa de ganar territorios y acabar con la guerra. Tal vez piense que Trump, su amigo, arreglará esa ambición de recuperar la Rusia eterna. Dios bendiga a América.
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