Argelia, 1962-2022

De Buenas Letras ·

Wenceslao-Carlos Lozano

Jueves, 22 de septiembre 2022, 00:55

Este año cumplen su sexagésimo aniversario los Acuerdos de Évian, primer paso para la ultimación de la guerra de independencia de Argelia. Una herida que ... nunca acabó de cicatrizar, ni 'en' ni 'entre' ambos países, especialmente en suelo francés, donde buena parte de los presuntos seis millones de argelinos, entre nacionalizados, integrados, inmigrantes e ilegales, sigue denunciando agravios en lo social, económico, cultural y religioso. Una situación enquistada que, de rebote, ha ido dando alas a la hoy pujante ultraderecha nacionalista.

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Este es, pues, para Francia, un año de grandes gestos en pro de «una memoria común, compartida y apaciguada», en palabras puramente retóricas del presidente Macron. Una tarea de reconciliación sin duda más ardua para los argelinos, muy reticentes a falta de reconocimientos oficiales de culpa más explícitos; pero también, cómo no, por la índole de su régimen político, cualquier cosa menos democrático; y, por ende, siempre presto a esgrimir un tenaz resentimiento histórico, tan socorrido para echar balones fuera achacando los males internos al enemigo exterior.

Claro que la cultura está ahí para suavizar la convivencia. Además de la amplia bibliografía (historia, ensayo, biografía, memorias, testimonios, cómics, etc.), interactúan música, espectáculos, cine, gastronomía, artes plásticas, moda... Y, por supuesto, la literatura, con cada vez más autoras nacidas o criadas en Francia como, por citar algunas novedades: 'Au vent mauvais', de Kaouther Adimi; 'Satisfaction', de Nina Bouraoui; 'Soleil amer', de Lilia Hassaine, y 'Sensible', de Nedjma Kacimi. En estos casos, una talentosa juventud femenina de mirada desprejuiciada y esperanzadora, sin menoscabo de su combatividad reivindicativa.

He traducido este verano 'Los virtuosos', de Yasmina Khadra, una de las novelas estrella de esta 'rentrée' literaria, pródiga en referencias históricas, sociológicas y culturales, cuyo protagonista hace la guerra del 14 en un regimiento de Fusileros Argelinos y luego padece, en el transcurso de varios decenios, las vicisitudes propias de un país colonizado de tradición feudal. Un fresco épico de ritmo trepidante, con sus vértices en el amor y la fraternidad, la guerra y la paz, que nos conduce desde el Oranesado hasta el Sahara en un permanente vaivén que nos acaba familiarizando con la contrastada geografía física y social del país, y donde el odio y la maldad se entreveran con los más elevados sentimientos humanos en el proceloso camino de la virtud. Ello, con la acostumbrada maestría narrativa del autor y una loable ecuanimidad de juicio, idónea para una juventud magrebí tan ávida de conocimiento como, a menudo, desnortada por los estereotipos.

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