Puerta Real

«Aparte de las pérdidas humanas»

Las sanciones económicas solo conseguirán empobrecer al pueblo ruso y engordar la pulsión autócrata de Putin

ESTEBAN DE LAS HERAS BALBás

Domingo, 27 de febrero 2022, 00:09

Comentaristas de prestigio, de cuyo nombre no quiero acordarme, se dedican estos días a recordarnos la enorme inflación que va a traer a Europa la ... guerra ruso-ucraniana. Gas, petróleo, aluminio, trigo y no sé cuantas cosas más van a subir como la espuma, habrá escasez de algunas materias primas y se va a disparar el IPC. Después de todos estos lamentos y, como de pasada, añaden: «Aparte de las pérdidas humanas». Desde las más altas instancias políticas y mediáticas de la sociedad occidental nos están inoculando en el cerebro la idea de que el ser humano importa ya menos que el perro de compañía. A nadie puede extrañar, por tanto, que si ahora estamos hablando de seres de lejanías, perdidos en la estepa, en los refugios de Kiev o entre los abedules que crecen entre los escombros de Chernóbil, interese menos a nuestra desnortada sociedad el porvenir de esta gente que la subida del aluminio. El puto parné sigue siendo la medida de todas las cosas.

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¿Hubiéramos necesitado ver otra vez imágenes de abuelos cargados con niños rotos como en la guerra de Bush en Irak para que se despertaran las conciencias? Creo que no, que ha pasado el tiempo de la conmiseración y la piedad. Ya no sirven esas fotos para ablandar corazones. El corazón se ha trasladado al bolsillo y sus latidos solo obedecen al ruido del oro. Europa es, desde hace años, la viva estampa de la opulencia económica y la ruina moral, donde ni las viejas virtudes de justicia y verdad, ni los sacrificios por los semejantes, encuentran su sitio. El cruel mensaje es: me preocupan más mis dineros que tus muertos. Antes que preocuparnos por el futuro de los ucranianos, se nos invita a adoptar pingüinos, apadrinar árboles o coleccionar bitcoins. La OTAN y la UE se escudan en declaraciones altisonantes, en condenas contundentes y en sanciones económicas que solo conseguirán empobrecer al pueblo ruso y engordar la pulsión autócrata de Putin. ¡Lo que le importará al nuevo zar que los bancos europeos le congelen sus bienes!

Estoy harto de tanta falsedad e hipocresía, de esas manifestaciones bienintencionadas y perfectamente inútiles como son las concentraciones silenciosas o las marchas por la paz con las que se intenta acallar conciencias. Asistimos a un flagrante atropello a una nación que se quiere occidentalizar y Occidente se ha limitado a observar desde las fronteras y ponerle multas al agresor. Algo así como si un desalmado atropellara a una viejecita en un paso de cebra y la justicia se limitara a quitarle cuatro puntos en el carné de conducir. Esta vez no hay milagros y David no le va a ganar a Goliat.

La covid nos ha convertido en un rebaño pastueño y 'esnortao' y este entontecimiento masivo también ha afectado a Europa. Mientras escribo esto, me entra un whatsApp con un poema de Gloria Fuertes: «Si todos los políticos / se hicieran pacifistas / vendría la paz». Por supuesto, querida Gloria, que estás en los cielos. Supongo que desde esa otra dimensión donde ahora habitas sigues observando este mundo de necios. Habrás visto que también aquí hay otra guerra, la de los 'peperos'. En esta no hay muertos, de momento. Los promotores de este desaguisado andan como pollos sin cabeza, a uno le han puesto en la calle y el otro, que se cavó su propia tumba en lo de Herrera, se encuentra en estado catatónico. Sus fieles quieren mantenerlo así un mes. Demasiado tiempo para quien ya huele a cadáver. Cadáver político, por supuesto.

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