Los orígenes del español o castellano

Antonio Ubago

Sábado, 22 de junio 2024, 23:23

Para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, que también se habla como propia en otras partes del mundo, son ... válidos los términos castellano y español. Ha sido una de las grandes controversias de nuestro idioma aunque la polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada, si bien parece seguir existiendo una cierta polémica que parece suscitada por determinados sectores políticos. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy alrededor de seiscientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.).

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Aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.

Así pues, más allá de un sentido especializado, denominar castellano a un dialecto medieval o a la variedad actual de la lengua propia de Castilla, en la lengua general se trata de dos formas intercambiables de referirse a un mismo idioma. Y, aunque es cierto que la denominación de español es más reconocible internacionalmente, no lo es menos que, a la hora de mencionar la lengua propia en las constituciones de los países hispanohablantes, hay un empate absoluto, ya que de las dieciséis que incluyen artículos al respecto, ocho usan la forma castellano y otras ocho lo llaman español.

El español se inició como un dialecto del latín, en las zonas limítrofes entre Cantabria, Burgos y La Rioja, convirtiéndose en el principal idioma popular del reino de Castilla, de donde surge su nombre original de castellano, cuyo primer texto encontrado, se viene manteniendo, son las Glosas Emilianenses, escritas entre los siglos X y XI. Su nombre se da gracias a que fueron escritas en el Monasterio de San Millán de la Cogolla donde los monjes anotaron en los márgenes de algunos escritos las «traducciones» del latín a la lengua vulgar, más claramente entendidas ya. Se han encontrado algunos textos más antiguos que estos que pueden considerarse protocastellanos. Se considera a Alfonso X el Sabio en 1250 como acuñador del término y, a su vez, el de español, cuando Nebrija lo añade al título de su obra Diccionario latino-español (1492). Tras las nupcias de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, el castellano pasó de ser un dialecto regional a convertirse en la lengua nacional de España y se le comenzó a llamar lengua española.

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Si bien, el español surgió, bien es sabido, de una evolución prístina del latín vulgar, del que nacieron muchos de los distintos idiomas que se hablan hoy en Europa y otras partes del mundo. La base de la historia del castellano se remonta a la caída del Imperio romano, pero no sería hasta el siglo XIII cuando se unificó y fijó como idioma oficial de Castilla por la intervención decisiva de autor de 'Las Cantiga de Santa María'.

Como todas las herramientas de uso diario, el lenguaje y los idiomas están en constante evolución y deben su ser a la unión de multitud de huellas dejadas por diferentes culturas a lo largo de la historia, cuando no, esperemos, a la aberrante, miserable e intencionada acción que ahora está forzando su uso el dichoso y lamentable 'lenguaje inclusivo'. En el caso del español o castellano, tiene herencias lejanas en el tiempo de manos de celtas, íberos, fenicios, griegos y cartagineses, pero el conocimiento sobre estas lenguas primitivas de la península es escaso y por ello difícil de rastrear. Un punto de partida más firme sería la llegada de los romanos a la península ibérica tras las guerras púnicas. Según el investigador José Manuel Huidobro: «La península ibérica fue romana desde finales del siglo II a. C. hasta los comienzos del siglo V d. C. Tan honda fue la huella que en esta tierra dejó la civilización romana, que no solo quedó casi totalmente olvidada toda la cultura anterior, sino que permaneció definitivamente marcado por ella todo lo que acaeció después». El español nació del latín que se hablaba en las calles de la Hispania romana, creció con la llegada de los bárbaros en la Edad Media y se afianzó como idioma oficial con la escritura promovida en la corte castellana.

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El latín vulgar era distinto en las diferentes provincias bajo control romano. Estas diferencias se fueron haciendo cada vez mayores tras el aislamiento que experimentaron las provincias una vez que cayó el imperio romano y los invasores germánicos se hicieron con el poder. De esta mezcla cultural entre lo romano y lo germánico nacieron las lenguas romances, continuaciones modernas del latín vulgar.

La presencia de musulmanes en la península ibérica desde el siglo VIII al XV también tuvo un gran aporte a la configuración del español actual. Al-Andalus tuvo su propio idioma romance, el mozárabe, nacido de la mezcla entre el árabe y el latín vulgar. Estos dialectos de la iberia musulmana fueron desapareciendo conforme al-Andalus fue retirándose hacia el sur en el proceso histórico conocido como la Reconquista.

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El castellano pasa de dialecto hablado a lenguaje en cuanto empieza a ponerse por escrito. Este paso tan importante sucedió en el siglo X, cuando se escribieron las Glosas Emilianenses, como queda dicho.

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