Evento, de nuevo

Antonio Ubago

Miércoles, 24 de julio 2024, 23:40

Ya en 'Juan de Mairena' (Machado) se recogía este dichoso término como paradigma de culto a lo artificial, de hueca palabrería con la consabida cita ... de «los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa» para sencillamente expresar «lo que pasa en la calle». Pero ahora estos mercachifles del lenguaje inclusivo y procaz han querido inventar la pólvora para que todas las explosiones les beneficien.

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Todos los acontecimientos, actividades, sucesos, hechos, ceremonias, funciones, eventualidades, actos, celebraciones… para algunos vienen siendo en realidad, desde hace ya bastante tiempo, solo eventos porque ese uso les ofrece, según firmemente creen, muchas más ventajas; todas, dónde va a parar, al estar convencidos de que prestigia y beneficia a quienes profieren o escriben el susodicho término.

El 23.01.22 apareció en esta sección otro texto mío con este mismo título, 'Evento', que comenzaba justificando el aviso que un tendero, vecino, que abría domingos y festivos, puso en la persiana metálica en una ocasión que decía: «Cerrado por evento. Primera Comunión», porque se había percatado de la importancia de la amplitud y alcance de la evolución semántica y social del término y no quiso ser menos en servirse de él para proclamar la relevancia del acto que celebraban y que 'per se' justificaba ante sus clientes las sobradas razones de la contrariedad que les supondría no poder adquirir los productos que nunca les habían faltado los días de fiesta.

Este lenguaje intencionado que el poder, omnipresente y omnipotente, elabora con una clara e interesada intencionalidad de manipulación de la realidad, hace a sus artífices endiosarse

¿Va decreciendo su uso? No, en modo alguno, todo lo contrario. Esta mayor utilización del término manifiesta palpablemente que sus adeptos deben creer que la expresividad de los mensajes aumenta y, asimismo, parece determinante el prestigio de los usuarios tanto por la relevancia social y condición de mandamases políticos que los medios tanto ofrecen y corroboran, y ellos tampoco quieren perderse el beneficio. Es frecuente y progresivo su uso en todo tipo de ambientes y situaciones, así como no es de fácil justificación que también actúen de modo similar los hablantes y escribientes a los que no corresponderían estos usos tan manidos y empobrecedores por ser su realidad cultural y social merecedora de mayor riqueza expresiva, al igual que la prensa escrita, manantial que no cesa en esta cansina y ridícula producción, junto a más causas de este panorama que justifica la creencia de que el prestigio y caché que brinda no quiere perdérselo casi nadie.

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Similar es la situación de otros términos (y estamos hablando de palabras ortodoxas, recogidas en el Diccionario) que han dejado de utilizarse prácticamente por muchos: ciudadano; me fijo y apenas la oigo o la leo, casi todo es ya ciudadanía, y menos mal que el fenómeno no ocurrió antes porque su inexistencia hubiera impedido la realidad de la Revolución Francesa, ¿cómo, si no, hubiera sido posible sin ciudadanos? Ah, y es de género femenino, qué más quieres, eso es esencial.

En esta aciaga hora, este lenguaje intencionado, cuando no perverso y trasgresor que el poder, omnipresente y omnipotente, elabora con una clara e interesada intencionalidad de manipulación de la realidad, hace a sus artífices endiosarse por crear de la nada usos tan sesgados o reprobables y creerse salvadores al difundir con el dinero público los más abyectos atropellos al idioma común y a la inteligencia con la firme creencia de que los cambios caprichosos impuestos por la autoridad son instrumentos salvíficos de misma que, al cambiar las palabras, automáticamente mudan la realidad, sin más, El término 'ciudadanía', lo han convertido en bandera especialmente eficaz del trapicheo.

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Hace bastante tiempo visité a mi médico de cabecera, que me prescribió un informe radiológico del Centro de Salud Gran Capitán que, como todas las prestaciones de la Seguridad Social que vengo recibiendo, resultó muy eficaz. Mi larga experiencia como paciente de la sanidad pública andaluza me permite reconocer y proclamar con perspectiva el trato exquisito y profesional de la mejor atención terapéutica que he recibido durante todos estos largos años. Al salir de hacerme las radiografías en la planta baja del centro de salud de Gran Capitán, puntualmente, mi ánimo jubiloso y optimista se tornó apagado y afligido porque en la planta principal, leí un rótulo con grandes caracteres en el frontispicio de las dependencias de Información y Administración: ATENCIÓN A LA CIUDADANÍA que cambió al instante la cara alegre que ofrecía por la apenada que se me quedó.

Evento, por su parte, un sustantivo que entró con fuerza desde el inglés, y se extendió rápidamente en todo el español americano, quizá porque es de significado genérico neutro que engloba otros muchos. Con la acepción de 'suceso importante y programado', es correcto en todo el ámbito hispanohablante. Aunque este empleo de la palabra dichosa se ha censurado en numerosas ocasiones, la vigesimosegunda edición del diccionario académico ya incorporó en 2001 la acepción de 'suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva', especificando que se trataba de un uso propio de Cuba, El Salvador, México, Perú, Uruguay y Venezuela.

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La vigesimotercera edición del diccionario académico, editada en 2014, da un paso más allá y avala este uso como general, aunque explica que está más extendido en América. En cualquier caso, la prestigiosa Fundéu, cuya principal finalidad es impulsar el buen uso del español en los medios de comunicación, y el sentido común, animan al uso de voces más precisas y prestigiosas. Se recuerda y se aconsejan otros usos porque el español sigue contando con otros sustantivos más específicos, que podrán escogerse según el contexto, como 'suceso, celebración, gala, fiesta, cóctel o coctel, sesión, inauguración, función, acontecimiento, acto, encuentro, actividades, espectáculo'…

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