No tengo ni el gusto ni el disgusto de conocer a Macarena Olona, pero valoro su talento para caldear los ánimos allá donde va. Jamás ... dejó indiferente a nadie dando tralla parlamentaria, y no parece que la cosa haya cambiado en su renacer como guerrera de izquierdas guiando al pueblo –al estilo pintura de Delacroix– hacia la libertad. La pregunta es, ¿cuál de las dos macarenas es la auténtica, la del pecho del pintor francés o la del despecho hacia su antiguo partido? Enhorabuena, has acertado.
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Hay dedos que señalan al contrarrevolucionario Ortega Smith como responsable de la valiente huida con tacones de la alicantina, aunque también se rumorea que fue la ambición desmedida de Macarena la que precipitó su salida del partido por la puerta grande del rencor. Lo cierto es que a esta mujer no le falta inteligencia política, pero en su paso por Vox escogió el camino equivocado al anteponer los baños de aduladores a las duchas de modestia. Dicho en román paladino, 'Maca' creyó que era divina gracias al nutrido grupo de oportunistas, halagadores, arribistas y pelotas que la endiosaron hasta hacerle creer que era infalible de palabra y obra.
Olona ha pasado de afirmar que García Lorca votaría a Vox a mostrarse partidaria de un referéndum sobre monarquía o república. Pero no solo eso, también habla de Julio Anguita como su referente político, algo que me pilla menos de sorpresa porque el líder de IU siempre despertó admiración y respeto entre los políticos más conservadores. De hecho, si observas un poco a Santiago Abascal, comprobarás que se recorta la barba como Julio, que intenta hablar como Julio, y que nunca será Julio.
Macarena es una más en la lista de políticos acomplejados de la derecha que pasan a engrosar el club que Jorge Vestrynge inauguró a lo grande cuando se cayó del caballo de Fraga y recibió el perdón de Alfonso Guerra. La recién libertaria no va a tener tanta suerte, porque su caso ha sido un salto ideológico tan grande en tan poco tiempo que ni los más confiados socialistas confían en esta conversión exprés.
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«Mi vuelta a la política será en Granada, o no será», dijo Olona entre ecos de trompetas anunciando su vuelta. Ni Dios en sus mejores tiempos mostró tanta solemnidad hablando de sí mismo.
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