El fruto de la empanada

IBI congelado

Antonio Mesamadero

Lunes, 30 de septiembre 2024, 23:17

Dos excelentes noticias con nieve de por medio. La primera, que Sierra Nevada se prepara para una buena temporada; la segunda, que el consistorio granadino ... le ha congelado su año de gloria al abominable hombre de las IBInieves, que en 2025 tendrá que conformarse con asustar lo justo, que ya es mucho. No se puede pedir más.

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Desde el primer minuto del Génesis hasta el día de hoy, los granadinos hemos gozado del estatus económico de «tiesos» gracias a esos infalibles métodos de presión emocional llamados impuestos. A base de tributaciones, la clase media autóctona está degenerando en una clase pequeñita -tirando a liliputiense- a la que sobrevivir le cuesta un riñón (lo que viene a ser una donación forzosa).

En Granada se pagan tantos tributos como al Sheriff de Nottingham en las novelas de Robin Hood. Da igual que sea época de bonanza o de recesión galopante, estos impuestos suben permanentemente como si estuvieran impulsados por esa máquina hipotética, el «Perpetuum mobile», capaz de continuar funcionando eternamente tras un impulso inicial y sin necesidad de energía externa adicional.

Sin ir más lejos, subir la cesta de la compra también es una forma salvaje de subir los impuestos a las clases más frágiles, por no hablar de los abusos en los recibos de la luz y el agua. Cosa curiosa, el del agua se dispara cuando hay sequía, pero no vuelve a su precio justo cuando los pantanos vuelven a admitir piragüistas.

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¿Recuerda aquello de «la bolsa o la vida», mensaje de paz de los que tienen la costumbre de esperarte en una esquina? Pues es la misma bolsa que el ciudadano tiene que entregar forzosamente mediante el tributo directo, indirecto o pluscuandirecto. En ambos casos, no hay salida.

Nuestros grandes místicos, desde Santa Teresa a San Juan de la Cruz, no soportaron tanto. Se puede sobrellevar la soledad y el enclaustramiento, pero no los bajones de fe que dan los subidones del IBI. Me viene a la memoria el caso del físico Albert Einstein, que comprendió todos los misterios de la ciencia pero jamás entendió la lógica de ningún impuesto.

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Moverse por Granada, aunque sólo sea un poquito, es pagar. Consciente de ello, el consistorio de la capital ha congelado la tasa de basura como forma de acompañar en el sentimiento a tantos granadinos cuyo sueldo se ha quedado a la altura de un residuo de papel por culpa de la inflación.

Como dijo el gran Silvio Rodríguez en una canción: «Y las causas lo fueron cercando, cotidianas, invencibles. Y el azar se le iba enredando, poderoso, invencible». Estoy seguro de que Silvio estaba pensando en las causas y azares del «paganini» granaíno cuando compuso esta canción. El IBI, mejor tieso que congelado.

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