Fruto de la empanada

De dimisiones y milagros

Antonio Mesamadero

Lunes, 13 de octubre 2025, 23:11

Todos los días están llenos de pequeños milagros que pasan desapercibidos porque a este tipo de fenómenos les gusta esconderse en silencio tras la rutina ... diaria. Sin duda, el episodio de Moisés desenfundando su bastón como el Tío de la Vara y separando las aguas para que circulara la «operación salida» de Israel es un prodigio que pertenece al género de los milagros espectaculares, pero lo normal es que estos fenómenos sean discretos en su manifestación. Por ejemplo, que un autollamado amigo te pida dinero y lo devuelva parece un prodigio de poca importancia, pero hay que valorarlo en su justa medida, o sea, como lo hace Belén Cuesta interpretando a Sor Milagros en la película La llamada: «Esto es más grande que lo de Fátima, esto es más grande que lo de Lourdes». El milagro en política tiene un enfoque muy puntual, de ahí lo excepcional del hecho de la palabra «dimitir» como sinónimo de milagro. Hay generaciones enteras de granadinos que nunca han visto a un político que ha errado anunciar su dimisión irrevocable. En definitiva, no tuvieron la suerte de contemplar ese milagro, esa perla preciosa llamada mea culpa en boca de un político pecador de la pradera. Una renuncia a tiempo desafía todas las leyes naturales y se puede atribuir sin discusión a una intervención sobrenatural o divina. La renuncia de la consejera de Salud de la Junta de Andalucía por los cribados era necesaria para mantener la fe en nuestro sistema sanitario. Las cosas no se han hecho bien, y creo que esta dimisión-cese es porque Juanma Moreno no quiere repetir los errores del Gobierno de Sánchez, donde cada no dimisión es añadir leña al fuego del descontento ciudadano y, por añadidura, una fuga de votos. Cesar a Ábalos o a Cerdán cuando ya no quedaba más remedio fueron milagrillos in extremis, no milagros como la copa de un pino, que es lo que demandaban los feligreses del PSOE, la parroquia de la oposición y la ciudadanía que asiste perpleja al circo de las «chistorras». Con las dimisiones no se juega, y con la salud mucho menos. Todo cargo político tiene un reverso, es decir, una dimisión, por lo que debería ser algo natural largarse si no se da la talla en el desempeño de las responsabilidades. El gran Bruce Lee, que utilizaba el sentido común tan bien como las nunchakus, decía que los errores son siempre perdonables si la persona tiene el valor de admitirlos. La renuncia de la consejera era justa, necesaria y obligada, ya que no se han hecho bien las cosas en un asunto que es extremadamente serio y con tener el valor de admitirlo no bastaba. Ahora se trata de enmendar por parte de la Junta los fallos cometidos, de lo contrario no tiene ningún valor esta dimisión.Epílogo: Me pasa con la política lo que al inquietante niño de El sexto sentido con los muertos: en ocasiones veo dimisiones. No tantas como quisiera.

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