No encuentro texto clásico que contenga alusión al pudor de Venus. Moderno sí, el domingo 5 de octubre de 2025 lo leí en la cartela ... al pie de una escultura en el Museo de Málaga. Me quedé pensativo ante el mármol desnudo y una chispa de luz resplandeció en mi frente. Pensé que debe ser piadosa denominación brotada de labios renacentistas, tal vez de Marsilio Ficino que, según cuentan, fue el inspirador de sendos cuadros de Botticelli, el Nacimiento de Venus y la Primavera. No extrañe que se tardara tanto en hallar pudorosa a Venus, desde la primera escisión de la diosa por Platón en Terrestre y Urania hasta el siglo XV; la estúpida maldad es más veloz que el respeto y ahí está el Crucificado de Cellini en El Escorial, desnudo durante más de cinco siglos hasta que alguien blasfemó, consideró pecaminosa la naturaleza humana de Cristo y mandó tapar la inocencia de los genitales con paño de lujuria proyectada por quien mirara; lo triste es que los responsables de Patrimonio Nacional lo toleraran y ahí siga. En Málaga no se atenta al ejemplo estético, sólo a la verdad y si te sorprende como oxímoron, o sea, expresión contradictoria y sin lógica. Diosas púdicas las hubo: la casta Juno, la sabia Minerva y la cazadora Diana que, esta sí, sorprendida mientras se bañaba en un manantial, convirtió en ciervo al mirón para que lo devoraran sus perros mientras ocultaba sus pomas e higo con las manos y se plegaba por la cintura, con lo que resultaba calipigia, o sea, de hermosas níveas nalgas.
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Y otras diosas castas hubo más o menos confundibles por su desnuda belleza con Venus, pero no tan solteras como ella, que iba siempre en cabello aparentando una perenne doncellez, sino tocadas o peinadas muy matrimoniales, como la pudorosa Salacia, protectora de las aguas saladas, no solo del mar junto a su esposo Neptuno, sino del sudor, alivio que mana de los cuerpos humanos, y de los manantiales salinos que satisfacen las necesidades del ganado.
Alguien aplica sus conocimientos de historia y tiene limpieza mental bastante para llamar Salacia a la diosa representada en el mosaico de la villa romana de Salar mas se deja llevar por la costumbre y tilda de púdica a una estatuilla que no tiene detalle que la distinga salvo un manto en sus manos que no se sabe si lo alza por pudor o lo baja por impudicia o lo sostiene para tomar el pelo. La piedra siente.
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