Septiembre comienza con un altísimo riesgo de incendios forestales. El calor no cesa y no cae una gota. Una simple chispa podría acabar con la ... vegetación continua del Parque Natural de la Sierra de Huétor o los montes de repoblación en Sierra Nevada en pocos días, un pulmón clave para el respiro y recreo de todos los que vivimos en la capital y refugio de biodiversidad animal y vegetal de incalculable valor.
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Probablemente todos tenemos claro qué deben hacer las administraciones y los políticos para protegernos de esta desgracia que cada año nos acecha con mayor virulencia. Pero, ¿tenemos claro qué podemos hacer los ciudadanos más allá de la obligación de no provocar incendios con nuestro comportamiento?
No cabe duda que la ganadería extensiva, vacas, cabras y «ovejas bomberas», realizan una labor impagable para bajar el combustible del monte, manteniendo a raya la vegetación en unos espacios clave para la prevención como son los cortafuegos. ¿Podemos hacer algo por ello? Si, comer quesos, leche y carne de esta ganadería extensiva. Es decir, ayudar a la subsistencia económica de los pastores que las cuidan.
Está científicamente demostrado que un paisaje mosaico en el que se mezclan las áreas forestales y agrícolas ralentiza considerablemente la propagación del fuego y ayuda a su extinción. ¿Podemos hacer algo por ello? Si. Consumir productos de esta agricultura de proximidad que genera importantes servicios ambientales para todos. Los urbanitas no sólo deberíamos valorar más el paisaje agrario (agrícola, forestal y ganadero) sino sobre todo valorar a las personas que lo mantienen, que como todos, necesitan un reconocimiento.
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Los manuales de primer curso de ingeniería forestal nos dicen que un monte en el que se realizan prácticas selvícolas de mejora como podas, clareos y entresacas, disminuye la velocidad del fuego y facilita su extinción. ¿Podemos hacer algo por ello? Si. Por ejemplo consumir piñones de procedencia local. De esa forma estaremos ayudando a la economía de los propietarios forestales de pino piñonero (pinus pinea) para pagar los cuidados del monte.
¿Puede un arquitecto o un ingeniero hacer algo cuando diseñan una construcción? Indudablemente. Pueden decidir el uso de madera y el corcho en su proyecto, ayudando de forma muy activa a que las sacas de madera y corcho sean mínimamente rentables y por tanto puedan realizarse eficazmente y mantener el monte en buen estado.
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¿Puede un promotor de viviendas o edificios hacer algo por los incendios forestales? Claro. Puede indicarle al arquitecto que use madera y corcho en sus promociones y que este, en base a sus conocimientos técnicos, encuentre el equilibrio entre los materiales y el coste del proyecto.
¿Puede cualquier ciudadano hacer algo para prevenir los incendios forestales en invierno, algo que siempre exigimos a la administración durante el verano? No cabe duda de que sí, usando biomasa energética (peles, leña, etc.) para calentar su vivienda.
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¿Puede la administración hacer algo más allá de subir el sueldo a los bomberos forestales, arrestar a los pirómanos, arreglar caminos, invertir en planes de gestión y tratamientos selvícolas, etc.? Los que más. De hecho, son quienes deben dar ejemplo con un consumo responsable a través de sus pliegos de licitación, usando madera y corcho en las construcciones públicas, peles en sus calefacciones y piñones locales en los comedores públicos. Deben ser ejemplarizantes para que el resto de su discurso hacia los ciudadanos sea coherente. No se puede decir que debemos combatir el cambio climático y a la vez hacer promociones públicas de vivienda con materiales que producen elevadas emisiones de gases de efecto invernadero.
Con estas acciones ciudadanas, que están directamente relacionadas con un consumo consciente, responsable y basado en la ciencia, tenemos en nuestras manos la pervivencia de los propietarios forestales, las empresas forestales que cortan madera y sacan corcho del monte, los camioneros que la transportan, las industrias que la procesan (aserraderos y fábricas), los ingenieros de montes que diseñan y planifican a largo plazo, y los agentes de medio ambiente que supervisan las cortas selectivas de madera.
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Cualquier persona que se haya dado últimamente un paseo por la Sierra de Huétor o los montes de Jerez del Marquesado verá que se han intensificado de forma considerable las pilas de madera y los montes clareados, gracias a todos estos agentes de la cadena y a una administración autonómica de medio ambiente cada vez más consciente y valiente y a un ayuntamiento que tiene las ideas claras. Más pronto que tarde veremos como consecuencia un mayor biodiversidad en estos montes y algo más de agua en los arroyos.
Honesta y humildemente creo que los ciudadanos, como enorme fuerza colectiva, debemos criticar menos y hacer más con nuestras acciones individuales. Porque como bien ha señalado Marta Corella, vicedecana del Colegio de Ingeniería Forestal y del Medio Natural, «si un monte no huele a madera, tarde o temprano olerá a humo».
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