Dos años sin la Borriquilla

Puerta Real ·

Más de 380 días ya que andamos dando vueltas al mundo de lo absurdo, al ombligo de las estupideces

ESTEBAN DE LAS HERAS BALBás

Domingo, 28 de marzo 2021, 01:17

Dos años ya sin que la Borriquilla aparezca por el Arco de Elvira, esa puerta de entrada a Granada que con la luz de la ... tarde bien pudiera tomarse por una Jerusalén nazarí. Dos domingos de Ramos sin palmas ni ramos de olivo, sin la gente apretada en la plaza aspirando el olor del incienso, sin tambores ni pasos de palio. Más de 380 días ya que andamos desnortados, como bolas sueltas de un cojinete, dando vueltas al mundo de lo absurdo, al ombligo de las estupideces, a las tontunas atrabiliarias de expertos ignorantes. Dos primaveras vividas sin que un alma caritativa señale dónde es p'alante. Y sigue el azote del miedo reflejado en las caras, el recelo hacia el otro, el instinto delator del chivato o soplón de novelas baratas. Ha pasado ya más de un año desde que decretaron el estado de alarma, esta moción de censura sanitaria, a la que nadie sabe indicarle el camino de vuelta a la vida. Dos primaveras desde que nos estabularon como ovejas dóciles y asustadas, desde que intentaron privarnos de la facultad de pensar tras colocar en al atril de la tele a un gurú de cabellos revueltos, un engañabobos con susurros de voz cascada aptos para necios. Ya estaba el campo suficientemente abonado por el batallón de 'jilones' que venían trotando por las redes esparciendo la fetidez de su ignorancia. Ahí fue donde nos obligaron a dar la media vuelta para emprender el regreso hacia la prehistoria.

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Granada se ha quedado otra vez sin Semana Santa, sin sus guiris de sandalias y calcetines blancos, empuñando el helado de Los Italianos, mirando sin entender, sonriendo sin saber de qué va aquel tumulto que llenaba las calles. Caminaban entre dos luces y cien tambores, paseando su mirada entre el Darro y Plaza Nueva, entre el Arco de Elvira y Santo Domingo, mientras el humo del incienso y las trompetas machacaban sus oídos, entre albóndigas de rabo de toro, calamares fritos, cervezas y boquerones en vinagre. Dos años también sin ver la Santa Cena o las Maravillas.

No sale la Borriquilla por prudencia, pero sí salen los borricos rebuznando para dar fe de que la necedad habita –¡oh, cielos!– también en el Gobierno. ¿Cómo se entiende si no que el ministro de Universidades, ese rector de rectores que produce vergüenza ajena, diga que el autor de 'La Regenta', Leopoldo Alas 'Clarín', muerto en 1901, fue fusilado en la guerra civil? El fusilado fue su hijo, pero no es de recibo tal metedura de pata en quien ocupa 'el sillón ministerial de la sabiduría'. Si el señor Castells tiene la cultura de un torpe alumno de Primaria ¿nos va a sorprender que el alcalde de Palma de Mallorca quite las calles a Churruca, Gravina y Cervera por 'franquistas'? ¿De dónde les viene a estos patanes el rechazo a nuestra historia? No es solo el dimitido vicepresidente quien presume de ilustrarse viendo 'Juego de tronos'; es todo el elenco 'monclovita': desde el doctor Sánchez, que nos cortó la respiración oyéndole que Antonio Machado había nacido en Soria, pasando por la señora Celaá que desprecia con un soez y zafio orgullo al padre de una hija de educación especial, hasta llegar a una ministra que eleva a cuestión de estado la pelea de Rocío y Antonio David en un plató televisivo, donde a diario reparten pienso tóxico. ¿Y para esto el gobierno necesita más de mil doscientos asesores contratados a dedo? Con tanto jumento, tanto buey suelto y tanto pastueño desnortado, para qué va a salir la Borriquilla.

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