Opinión

Granada y los reyes llamados Felipe

Los tiempos han cambiado. Los anteriores Felipes llegaron a Granada y se hospedaron en la Alhambra como reyes absolutos y a título personal

Andrés Molinari

Sábado, 28 de septiembre 2024, 23:17

La Edad Media ibérica fue el tiempo de los Alfonsos. Hasta una docena de ellos se cuentan, si aceptamos la coronación del de Trastámara en ... Ávila en 1465. Luego media docena de Enriques, hasta cinco Fernandos y unos cuantos Pedros han ceñido las coronas reales en Castilla y Aragón, dejando nosotros para otro día, por poco abundantes, los nombres reales en los tronos de Navarra y Portugal. Aquellos Alfonsos norteños casi se equiparan en abundancia numérica a los llamados Muhammad aquí en el reino del sur. Pero hay que esperar a la Edad Moderna para transitar por la época de los Felipes. Y todos ellos están relacionados de una u otra forma con Granada.

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Felipe primero, llamado El Hermoso, fue duque de Borgoña y al casarse con Juana, la hija de los Reyes Católicos fue rey iure uxoris de Castilla y después, de facto jurado por las Cortes, entre el 12 de julio y el 25 de septiembre de 1506. Estos días se cumplirán 518 años de su fallecimiento en Burgos. Su cuerpo, tras permanecer un tiempo en Miraflores, su cadáver fue traído a Granada y reposa, junto al de su esposa, en la Capilla Real. Antes había visitado la provincia en un viaje iniciático. Su estatua yacente es una de las obras maestras de la escultura hispana, obra de Bartolomé Ordóñez. Otro retrato imaginario fue tallado por Alonso de Mena para uno de los altares relicarios de la misma Capilla Real.

Su nieto tuvo en cuenta esta condición real de su abuelo y se llamó Felipe II. Su relación con Granada comenzó totalmente al contrario, pues fue concebido en La Alhambra. En efecto, en agosto de 1526 se publicó oficialmente que la emperatriz Isabel, que junto a su esposo Carlos, pasaban la luna de miel en Granada, había quedado embarazada. Luego, aquel primogénito nacería en Valladolid el 21 de mayo de 1527 y reinaría como el segundo de los Felipes. Su relación de Granada se enturbió mucho con la guerra contra los moriscos y al final terminaría haciendo mucho daño a la ciudad en la que fue concebido al restarle a la Capilla Real y a la catedral granadinas la condición de panteón dinástico.

Felipe III, rey de España y Portugal entre 1578 y 1621, nunca visitó Granada, pero se relacionó con su reino de forma un tanto nefasta, pues desde 1606 firmó varios decretos mediante los que se expulsaba del Sur y del Este a los moriscos que quedan, herederos de una cultura y una religión que floreció durante siglos en estas tierras. Varios retratos suyos, anónimos, cuelgan en las escaleras del Ayuntamiento, la Casa de los Tiros…

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Felipe IV visitó Granada en plena Semana Santa de 1624. Llegó el Miércoles Santo, que era 3 de abril y permaneció 6 días. De eso sabe mucho mi amigo Francisco Sánchez-Montes en cuyo libro se detallan sus acompañantes en aquel viaje, entre los que estaba el omnipotente Olivares, y sus intenciones que eran dejar vacías las arcas municipales ya que necesitaba oro para pagar la guerra, lo de siempre. Día a día el joven monarca se dejaba ver por Granada, como obligación de una monarquía necesitada del viejo símbolo visual, pero que ocultaba la decadencia y el naufragio para el oropel y el relumbrón. Granada, no menos depauperada, veía en Felipe una lejana posibilidad de lo que no había conseguido con la falsía del Sacromonte.

Felipe V, ya Borbón, también se alojó en La Alhambra. Llegó a esta ciudad el 23 de marzo de 1730, como parte de un periplo por Andalucía. Pero la mayor parte del tiempo se fue a cazar al Soto de Roma y de vez en cuando volvía a la ciudad para presenciar los festejos organizados por el cabildo, en los que se gastaron no pocos maravedíes municipales. Al rey sólo le interesaba la música pero en la Alhambra todavía no se programaba el Festival Internacional. Así que el nieto del rey Sol se asomaba a los miradores alhabrinos a ver los fuegos artificiales dispendiados la Real Maestranza de Caballería en el Albaicín.

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Felipe VI fue proclamado rey constitucional de España el 19 de junio de 2014, así que este año se cumplen sus primeros 10 años de reinado. Para repasar esta década, se expone, también en La Alhambra, un conciso álbum fotográfico de su quehacer como Jefe del Estado español. El Patronato de la Alhambra y el Generalife ha dispuesto dicha exposición itinerante en la llamada sala de la Emperatriz del Palacio de Carlos V en la Alhambra. Fue inaugurada el pasado día 18 de septiembre y estará abierta al público, de forma gratuita, hasta el próximo 10 de noviembre. Lejanísima es la posibilidad de que en estos días el rey visite la Alhambra, como hicieron algunos de sus antecesores anónimos. Pero quedan las imágenes y el entrañable recuerdo de su presencia, junto a la de su esposa Leticia, en los palacios nazaríes y jardines anejos, en los primeros días de octubre del año pasado, cuando se celebró en Granada la tercera cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), siendo España el Estado miembro que entonces ostenta la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea.

Los tiempos han cambiado. Los anteriores Felipes llegaron a Granada y se hospedaron en la Alhambra como reyes absolutos y a título personal. Ahora el palacio de su antecesor Carlos acoge imágenes del último rey español llamado Felipe, pero ya es un rey constitucional y representa al Estado Español como su actual Jefe del Estado.

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