La subordinación de España a la geopolítica marroquí
«Es cierto que la UE necesita un Marruecos fuerte como estado tapón frente a los movimientos revolucionarios islamistas de África, pero ello no obliga a una constante postura de sumisión de España antes los intereses marroquíes»
Seguimos los españoles sin saber ni entender el esquema de acuerdos e intereses que definen las relaciones bilaterales entre el reino de España y el ... reino de Marruecos, máxime cuando hemos tenido conocimiento del inesperado viaje del presidente Sánchez y el ministro Alvares a Rabat para tratar unos asuntos que desconocemos, aunque las manifestaciones de Sánchez relatan el excepcional momento por el que pasan nuestra relaciones en orden al entendimiento y colaboración con nuestros vecinos marroquíes. De otro lado hay una realidad incontestable que se expresa en el cierre de las fronteras con las ciudades de Ceuta y Melilla, buscando su asfixia económica, así como el problema de la salida de lanchas hacia las costas españolas con sus cargamentos de drogas y seres humanos, sin olvidar el escaso rigor en el control de las importaciones de productos agrarios.
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Políticamente la realidad marroquí descansa sobre una base popular, muy condicionada mental e ideológicamente, que está controlada por el Rey y una oligarquía vinculada conocida como «majzen», que son los rectores de la política interior y exterior del país, que tienen sus intereses propios aparte de los del Estado. Tanto por su formación como por su vocación, Mohamed VI es un experto en relaciones internacionales, estando orientadas a la búsqueda y consolidación del liderazgo de Marruecos en la unión árabe-africana y su proyección internacional. Es, así mismo, un comprometido ejecutor de la expansión territorial de su reino, apostando para ello importantes recursos e implicando a todos los ámbitos de acción institucional y política.
Con respecto a España, la monarquía alauita, mantiene una política de relaciones muy sutiles en unos casos o abiertamente enfrentadas en otros, encaminadas a explotar las brechas de debilidad y desequilibrio que se manifiestan en la realidad española y reconducirlas para la defensa de su posición estratégica. Ello explica las tomas de decisiones del gobierno de Sánchez, como ha sido el cambio de la política española con respecto al Sahara Occidental, la escasa reacción ante la presión migratoria o los discutibles e intermediados programa de ayudas económicas a la cooperación y desarrollo de Marruecos.
A últimos del pasado mes de enero, Marruecos acogió una importante reunión de los ministros de energía de Senegal-Nigeria- Marruecos, con sus respectivas delegaciones, para impulsar y formalizar el proyecto del futuro gasoducto, de 7000 kilómetros, que uniría los yacimientos nigerianos con el norte de Marruecos hasta Tánger, que atendería las demandas de una docena de países de África Occidental y con posibilidad de abastecer al mercado europeo a través de España. Desconozco si este tema, de vital importancia en Marruecos para solucionar su demanda energética y alcanzar el liderazgo de la unión africano-islámica, ha sido tratado en esta reunión bilateral con Sánchez, aunque hay vagas referencias a inversiones en esta materia. De participar España en este proyecto se pueden derivar serios problemas; de una parte, la posible actitud de Argelia con respecto al suministro de gas a España por el gasoducto almeriense; de otra parte, se comp/romete la seguridad energética de España ante una crisis con Marruecos.
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Es cierto que la UE necesitan un Marruecos fuerte como estado tapón frente a los movimientos revolucionarios islamistas de África, pero ello no obliga a una constante postura de sumisión de España antes los intereses marroquíes y para evitarlos es necesario presentar una realidad española cohesionada y fuerte que hoy por hoy no es tal… Mientras, el guiñol de la Moncloa nos sigue ofreciendo el espectáculo de sus esperpénticos cristobitas.
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