Inmigración, responsabilidad y racismo

«La inmigración irregular es una realidad por el hecho de que las posibilidades de acceso al territorio español de una forma regular son muy difíciles o prácticamente imposible, aunque la demanda de mano de obra necesaria para mantener el sistema productivo lo exija»

Andrés García Lorca

Sábado, 2 de agosto 2025, 22:50

Hace unos días tuvo lugar en Zugspitz , en los Alpes alemanes, una conferencia propiciada por Alemania y a la que asistieron los representantes de Polonia, ... Francia, Austria, Dinamarca y República Checa con la presencia del consejero europeo para los asuntos migratorios, el Sr. Brunne, con el objetivo de tratar y adoptar políticas comunes para luchar contra la inmigración irregular y las mafias que operan estas dinámicas espaciales. Mientras que se celebraba la conferencia, del aeropuerto de Leipzig partía para Afganistán un vuelo con 89 afganos condenados por delitos graves cometidos en Alemania.

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En estos días la llegada de pateras con inmigrantes irregulares a las costas almerienses se ha intensificado y los cayucos siguen alcanzando las islas Canarias; paralelamente las noticias sobre el reparto de 'menas' levantaba ampollas en los consistorios municipales de varias poblaciones debido, no solo a una injusta y sectaria distribución territorial de estas personas, sino que también se producían discursos alarmistas, no exentos de racismo, al socaire de hechos delictivos protagonizados por inmigrantes acogidos en nuestro territorio . Todo este conjunto de circunstancias, reacciones y actuaciones me han provocado una reflexión para tratar de entender y explicar los hechos acaecidos, evitar que el racismo se instale en nuestra sociedad y que medidas serían positivas para paliar e incluso neutralizar los efectos negativos que tiene la inmigración irregular.

Vaya por delante el reconocimiento de que la inmigración irregular es una realidad por el hecho de que las posibilidades de acceso al territorio español de una forma regular son muy difíciles o prácticamente imposible, aunque la demanda de mano de obra necesaria para mantener el sistema productivo lo exija. Esta contradicción debería haber sido resuelta a través de una política migratoria en los países de origen, que para eso están los consejeros de trabajo en las embajadas de España y no para colocar amigos o fieles del partido en el poder. Si esto funcionara bien y se trabajara en condiciones de celeridad, eficiencia e integridad, los inmigrantes tendrían mejores oportunidades para llegar a España legalmente que las proporcionadas por las mafias. Realidad que se confirma empíricamente con situaciones vividas que son posibles atestiguar exhaustivamente.

Las mafias junto a determinadas oenegés, se han convertido en el medio más eficaz para alcanzar el territorio nacional; de ahí que las lucha contra las mafias, utilizando los recursos de la inteligencia del estado y de sus cuerpos de seguridad, sea una prioridad, para lo cual, estos cuerpos de seguridad han de ser potenciadas con todo tipo de recursos. Unido a ello, es muy importante la acción de la política exterior.

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El otro aspecto, muy preocupante por sus consecuencias en la estabilidad social, es el aumento del racismo, expresado, no solo en determinadas conductas supremacistas, sino que lo es también en la condena indiscriminada de colectivos inmigrantes por razón de su origen étnico y cultural que, motivados por conductas antisociales y delictivas de determinados individuos, se criminaliza a todo el colectivo sin discernimiento alguno. Independientemente de lo que supone de injusticia y desorden moral la descalificación de seres humanos que, en razón de su dignidad personal están en el mismo plano de igualdad que los de la sociedad de acogida, supone, además, rechazar un recurso básico para el funcionamiento de nuestro modelo productivo; ello no impide que, como a cualquier ciudadano, se persiga con diligencia, los delitos o abusos del sistema de garantías sociales que protagonicen los inmigrantes; pero de ahí, a establecer discursos que animen o alienten conductas de exclusión social por ser diferentes hay un abismo.

Y aquellos que manifiestan la posibilidad de implantación de una realidad social y religiosa que sustituya nuestro modelo, deberían reflexionar si son o no coherentes con el espíritu y la práctica de la verdad cultural y religiosa a la que dicen defender.

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* Andrés García Lorca es catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional

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