Hacer un «Bolaños»
«Hoy, más que nunca, Melilla necesita del aliento y del apoyo de España para hacer frente a su compromiso histórico, en unos momentos caracterizado por la política de extorsión de Marruecos, que busca asfixiarla dificultando su funcionalidad e independencia»
En el castellano usual y en algunas regiones de habla hispana, se utiliza el término «hacer un bolaño» cuando se comete un error de manera ... evidente, ya sea por causa de una ignorancia invencible, por problemas de comprensión de un texto, de la realidad o sencillamente por una voluntad manifiesta de engañar independiente mente del tipo de error o falsedad. La realidad actual nos demuestra, con absoluta claridad, que el actual ministro de Presidencia, Justicia y oficios varios es un consumado generador de bolaños y además ha logrado crear una escuela con destacados personajes como son los miembros del consejo de ministros; de hecho una prestigiosa catedrática de Derecho en un artículo sobre la Ley de Amnistía y la Unión Europea utiliza el término «hacer un Bolaños» para definir la explicación que hizo Bolaños sobre el Informe de la Comisión de Venecia en la que afirmaba que el referido informe daba la razón a la referida ley cuando era todo lo contrario.
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Es evidente que la política actual es una fábrica de hacer bolaños y son pocos los políticos que escapan a su uso en argumentaciones y declaraciones, lo que es muy preocupante, pues asumen que los receptores de estos no se van a enterar de los errores y disparates que les están ofreciendo, sino que además van a ser aplaudidos en sus argumentarios; aunque puede darse el caso de personas que, por interés y conveniencia, manifiesten su comprensión y ensalcen su contenido, pero una mayoría de ciudadanos, con un aceptable nivel de formación y/o con sentido común, no pueden evitar sentirse ofendidos por considerarlos con un nivel de estulticia suficiente para asumir sus disparates y bulos.
Los planos de verdad que se están mostrando de la realidad política, basta con observar las sesiones de la cámara de diputados, no solo se formulan bolaños, sino que se manifiestan hechos incuestionables que, a su vez, son indicadores de la conducta de una parte importante de la realidad social española aunque tenga como referente inmediato el Gobierno de España; Gobierno que es fruto del proyecto político sustentado por el PSOE y del esquema personalista de Sánchez, asistido por el siniestro Zapatero y la «inocente» Begoña. El nivel de bajeza moral de los actores y encubridores de los hechos que se están conociendo, ha tocado fondo, pero no hay voluntad manifiesta de revertirlo y sí de generar una continuidad maquillada, para hacer parecer otra cosa o reducirlos a la categoría de anécdota.
Tal y como se ha expresado Pedro Sánchez, en estos días, todo da a entender que su proyecto, si es que se puede llamar así, no se puede revertir; las causas son múltiples, en primer lugar, porque sus responsables no tienen conciencia ética ni de la responsabilidad política asumida, aspectos claves para generar una acción enérgica de rechazo y renunciar a continuar con ese bagaje de falsedades, abusos, injusticia y enriquecimiento injusto; en segundo lugar, porque sus socios de gobierno y los que configuran la mayoría parlamentaria , no van a perder la mamandurria que se les ofrece ni tampoco los despojos que obtienen de la ruptura de España. Estos carroñeros, tan proclives al escándalo farisaico, están muy contentos pues todas estas inmundicias morales del Gobierno les posibilita aumentar la cantidad de despojos a recibir, aunque los iguale en la traición y golfería.
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La figura de esta semana es el siniestro Zapatero, el asesor y agente del dictador Maduro, el príncipe de Delcy, que según su colega comisionista Aldama, negocia y se enriquece con el petróleo venezolano, un petróleo manchado de sangre e injusticia que vampirizan unos listos con la presunta connivencia de miembros del Gobierno de España. Sería bueno recordar el caso de Morodo.
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