EFE

Una banda de bandidos

«Las evidencias que están aflorando en los medios de comunicación social, de marcado carácter delincuencial, protagonizadas por miembros del Gobierno o de los partidos que apoyan al Gobierno, son sencillamente escandalosas e impropias de una sociedad formada y democrática»

Andrés García Lorca

Catedrático de Universidad en el Área de Análisis Geográfico y Regional

Sábado, 7 de junio 2025, 23:31

Hoy más que nunca se hace realidad en España lo que el Papa Benedicto XVI expresó, en su discurso en el Bundestag alemán el 22 ... de septiembre de 2011, sobre lo que debía ser importante para un político, significando que: «Su criterio último, y la motivación para su trabajo como político, no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia.» Y citando para ello a San Agustín quien, en su obra La ciudad de Dios, expresó: «Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?»

Publicidad

Lamentablemente, pese al heroico comportamiento de algunos jueces y probos funcionarios por mantener el estado de derecho en España, la realidad es la falta de respeto al mismo y la quiebra de la justicia; aspectos ambos que se hacen presentes en el Gobierno de España. Ciertamente que el Estado es una construcción superior al Gobierno y pese a los intentos de controlar todos sus poderes, subsisten realidades coherentes y con vocación de servicio que posibilitan un funcionamiento básico que garantiza la convivencia en España; que, aunque tensionada por la crispación y las bandería políticas disgregadoras de la unidad nacional, enfermizas por sus esquemas ideológicos sectarios egoístas y ramplones, no admiten más realidad que la de su propio hedonismo y autocomplacencia.

Las evidencias que están aflorando en los medios de comunicación social, de marcado carácter delincuencial, protagonizadas por miembros del Gobierno y/o de los partidos que apoyan al Gobierno, son sencillamente escandalosas e impropias de una sociedad formada y democrática. No es disparatado relacionar estas situaciones con el bajo nivel moral y de educación de determinados miembros de los poderes del Estado. Un Ejecutivo donde el presidente, sus vicepresidentas y ministros, son auténticos personajes impresentables que, no solo aportan mentiras y ordinarieces en sus comparecencias públicas, sino que colaboran en la destrucción del Estado para obtener beneficios personales, ¿pueden ser considerados bandidos? Un poder Legislativo que no atiende a la construcción del derecho sino a obtener beneficios para sus intereses de grupo y para ellos personalmente ¿pueden ser considerados bandidos? Un poder judicial donde determinados elementos, como el fiscal general y sus adláteres vinculados, junto a jueces sectarios y prevaricadores, que no buscan la verdad ni quieren el triunfo de la justicia ¿pueden ser considerados bandidos? Un Tribunal Constitucional, cuyo presidente y la mayoría que lo apoya, están al servicio del poder y desprecian su responsabilidad en la construcción del derecho ¿pueden ser considerados bandidos? Si la respuesta es afirmativa no cabe duda de que estamos ante una banda de bandidos.

La chocarrería de la política gubernamental, inundada de inmundicias y falsedades, nos ofrece un espectáculo vergonzoso a los ciudadanos normales que construyen el Estado con su esfuerzo y dinero, que no merecen ser gobernado ni representado por esta cuadrilla de bufones y maleantes, cuya actitud más definida es enriquecerse a costa de los sufridos contribuyentes.

Publicidad

Lo acaecido estos días con el bulo de la bomba y las manifestaciones de Leire y su compañía de corruptos, unida a las declaraciones plagadas de falsedades de una caterva de ministros inútiles y embusteros, que actúan como tontos asomados a un balcón, junto al silencio cobarde y atronador de Sánchez, Marlaska, Mercedes Gonzales y demás personajes, nos sobrecoge y preocupa por la indignidad cobarde que muestran al mundo deshonrando a España.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad