Tribuna

La Historia no empieza ahora

Lo contrario de la memoria es la amnesia colectiva que existe desde hace décadas pero que, en los últimos años, se ha incrementado con la desafección política y con la irrupción de la extrema derecha (...)

Ana Moreno Soriano

Sábado, 19 de julio 2025, 23:13

Una de las ideas que el pensamiento posmoderno utiliza profusamente es un presentismo que remite al carpe diem, pero cuyo propósito va más allá, a ... decretar el fin de la Historia y romper los vínculos que nos unen a las grandes movilizaciones y batallas que han tenido lugar a lo largo de los siglos. Es parte de la ideología del capitalismo globalizado que niega la racionalidad del mundo moderno e ilustrado, pero esa forma de situarse ante la realidad se vuelve en contra incluso de quienes tratan de defenderla; produce perplejidad e indefensión porque la posverdad, una verdad que apela a emociones y deseos, se da de bruces con los hechos a los que asistimos cada día, tan tozudos y contundentes como la voluntad de muchas personas, en muchos lugares del mundo, de seguir construyendo alternativas y de imaginar un mundo otro, que cuenta con la memoria y el futuro y no solo con el presente.

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Contar con la memoria no es pensar que la Historia se repite miméticamente, ni tampoco que lo ocurrido no volverá a ocurrir, sino saber que es un proceso dialéctico en el que entran en juego las contradicciones del momento, las condiciones objetivas y subjetivas y la acumulación de cambios cuantitativos que devienen cambios cualitativos. Contar con el futuro es pensar un mundo sin explotación y sin dominio, creer que es posible y elaborar la estrategia adecuada, sabiendo que podemos contribuir a ese objetivo desde el compromiso y la solidaridad, como muy bien dejó escrito el poeta Carlos Álvarez: «Aunque el mar no se acerque hasta mis ojos/ alguien lo podrá ver desde mi espalda».

Lo contrario de la memoria es la amnesia colectiva que existe desde hace décadas pero que, en los últimos años, se ha incrementado con la desafección política y con la irrupción de la extrema derecha que se opone a la recuperación de la memoria democrática y trata de reescribir la Historia al dictado de sus ideas más sectarias y reaccionarias. Se les olvida, evidentemente, que en lo que hoy conocemos por España han convivido distintas culturas, etnias y religiones; que en la época de los Austrias existían la Inquisición y el erasmismo; que Francisco de Goya plasmó en sus cuadros el heroísmo del pueblo madrileño el Dos de Mayo, pero terminó sus días en el exilio por afrancesado; que, antes de Fernando VII, está la Constitución de 1812 que él se comprometió a respetar, pero gobernó como un monarca absolutista; que la proclamación de la Segunda República fue una esperanza para el pueblo y que el catorce de abril estará unido siempre a una primavera luminosa; que Franco trató de adornarse con un pasado imperial y a reivindicar España como la reserva espiritual de Occidente, cuando era una dictadura fascista contestada dentro y fuera de sus fronteras y que el retorno a la democracia conquistada, con la Constitución de mil novecientos setenta y ocho, fue a un Estado social y democrático de derecho.

He citado algunos hechos históricos, pero quiero subrayar que la Historia es siempre la historia de la lucha de clases, y es así como me acerco a los libros y analizo los hechos más recientes. Por eso me cuesta entender que muchas personas de las clases explotadas hagan suyo el discurso de la extrema derecha que quiere retroceder en derechos conquistados y frenar el avance de otros nuevos, como la vivienda. Pero también me cuesta entender que otras muchas personas de la izquierda, ante la ofensiva del neofascismo, se sitúen a un paso de la derrota antes de librar la batalla, sin pensar que, incluso en los momentos más difíciles de la lucha de clases, hay que acumular fuerza para el futuro. Por eso es tan importante aprender de la Historia: ver las contradicciones del momento, recordar de dónde venimos y saber adónde queremos llegar. Con la fuerza de una memoria de siglos y la unidad que sepamos construir en cada etapa del camino.

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