Almería intermodal

Fruit Attraction es nuestra extinta –y a veces hasta añorada– Expo Agro, solo que en Madrid y con más gente. Y digo esto porque es innegable palpar que si no fuera por los productores almerienses, la feria organizada por Fepex sería un fracaso. De las comercializadoras hortofrutícolas de Almería depende su existencia, su sino. Con el campo del sureste en sus pabellones, Fruit Attraction es una locomotora sin freno. Sin él bajo el abrigo de IFEMA, sería un puñado de vagones varados en una playa de vías perdido y en desuso.

Me permito el símil ferroviario porque el gran éxito de Madrid y la sentencia de muerte de Expo Agro están, precisamente, en la capacidad que tiene la feria organizada en IFEMA en la capital españolade atraer a actores de la cadena llegados de cualquier punto del globo terráqueo y en la impasible e insostenible situación de aislamiento tercermundista en el que navega Almería desde siempre.

Estos días en Madrid, con 40.000 personas diarias en los pabellones de IFEMA, algunas delegaciones de almerienses tuvieron que reservar hoteles en Toledo. El éxito se mide en camas y en almuerzos. Pero todos sabemos que un hotel no se construye en dos días ni se pone en servicio de la noche a la mañana. Sin embargo, el fracaso de Almería –que es social y del que todos nos debemos sentir partícipes– está en que, pese al flujo de viajeros que conectó ambos puntos, ni Renfe ni ninguna línea aérea incrementaron los servicios para facilitar que casi 5.000 almerienses viajaran desde su tierra y hasta el lugar en el que se juegan anualmente las lentejas. Billetes de avión agotados, trenes sin asientos. Almería deliberadamente desconectada,

A la vuelta de la Feria, las estaciones de Antequera, Granada y Málaga se convirtieron en la extensión extramuros del territorio que delimitan las diagonales entre Adra y Terreros, el Cabo de Gata y Cañadas de Cañepla. Centenares de almerienses recorrieron después en coche los trayectos entre esos nodos logísticos y sus ciudades. Los AVE a esos lugares tenían acento almeriense y tono de voz lacónico. Se dice de nosotros que somos unos buscavidas, gente que no necesita del apoyo administrativo para salir adelante. Quienes lo afirman tienen toda la razón.

Que las obras del Corredor Mediterráneo entre Almería y Murcia estén funcionando ahora a un ritmo razonable tras siete años de paralización pertinaz e imperdonable, que los presupuestos estatales incluyan partidas que acabarán de una vez por todas con el aislamiento, no es óbice para que el Gobierno y sus tentáculos empresariales –Renfe entre ellos– hagan su trabajo. Almería, sus 720.000 habitantes, no puede estar privada de un servicio básico como el de transporte. Y el único Talgo diario existente es claramente insuficiente, indigno e intolerable.