Descartes. El Correo

Existir, pensar

Con la razón nos formamos un juicio de las cosas, un juicio propio. Es algo fundamental para tener espíritu crítico

Alfredo Ybarra

Martes, 28 de noviembre 2023, 23:54

La vida, aunque sea compleja y azarosa, incluso dolorosa, no deja de ser un privilegio. El poder existir. Cada uno con sus percepciones, con su ... entereza de ánimo, con sus miedos y dudas. Eso es la vida, el ejercicio de un privilegio, no un hecho de justicia. Hay una famosa locución, «cogito ergo sum», un planteamiento filosófico de René Descartes, el cual se convirtió en el elemento fundamental del racionalismo moderno. Normalmente la traducimos como «pienso, luego existo», pero seguramente es más precisa la traducción literal del latín «pienso, por consiguiente soy»​ o «porque pienso, soy» o «soy porque pienso», ya que Descartes lo que quiere decir es que pensar es una prueba de la preexistencia del ser (no se puede pensar sin antes existir) y no que la existencia es una consecuencia del pensamiento. Existir es pensar, y pensar es comprometerse, es buscar la verdad, es reflexionar, es preguntarse. Me viene a la memoria Marcuse y otros miembros de la Escuela de Frankfurt cuando hablaban del 'pensamiento único', el pensamiento de los que lo saben todo, de los que se creen que están por encima del bien y del mal, de los que afirman estar en posesión de la verdad absoluta y, por consiguiente, se sienten intelectual y moralmente por encima de los demás.

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El periodista Ignacio Ramonet en 1994 volvió sobre este concepto en su libro 'Pensamiento crítico vs. Pensamiento único', y lo define como una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento crítico, lo anula, lo perturba, y acaba por ahogarlo. Recuerdo los tiempos de tinieblas y de tambores oscuros de la Historia y siento el redoblar de los tambores sombríos actuales, aquí y allá, llamando a las ideas uniformadas, a un pensamiento único y deshumanizante, al comportamiento gregario y polarizador.

José Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, afirmó: «Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir». Sin memoria no somos, no tenemos puntos de referencia y nos perdemos en una nebulosa inútil. Y sin responsabilidad no actuamos cabalmente ni somos conscientes de lo que debemos hacer. Una reflexión que todos deberíamos encarnar. Y cuándo mejor que en estos momentos tan desmemoriados y tan insensatamente enardecidos. Con el pensamiento interior, propio, damos luz a la existencia, intentamos saber para qué se vive.

Con la razón nos formamos un juicio de las cosas, un juicio propio. Es algo fundamental para tener espíritu crítico, para saber discernir entre las zarzas de la impostura, para defender la libertad individual, para fortificarnos en la incertidumbre, para educarnos en la autonomía, la independencia, el atrevimiento y el descubrimiento; lo que no entra en el 'pensamiento único'. Necesitamos tener argumentos y recursos racionales frente a la dictadura de ideas monolíticas, aquellas que hacen al ser humano más dependiente, más obediente, menos autónomo. Pensar con claridad es uno de los más grandes triunfos del ser humano.

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Un individuo desprovisto de opiniones propias no puede ser en realidad feliz. Y al mismo tiempo quien de verdad quiere acercarse al conocimiento, cada vez más se da cuenta de su ignorancia. Es esa ignorancia inteligente la que espolea nuestro existir, nuestras ganas de asombro. Y es la diversidad de ideas y de percepciones una fuente enriquecedora. Cada uno es uno mismo y no otro, afortunadamente. Es admirable poder y saber aprender de los demás, dudar, que es una forma extraordinaria de pensar.

«Soy porque pienso», Descartes encumbró así al pensamiento como el aspecto fundamental de la existencia. No podemos menospreciar el pensamiento, constreñirlo, ningunearlo, porque lo que estamos desdeñando es la pasión más alta, honda y noble del ser humano.

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