Es una buena noticia que una película de la industria del entretenimiento pueda agradar a toda la familia y que el tema a tratar sean ... las emociones de una niña en crecimiento. En 'Del Revés' se nos presentan diversas emociones: alegría, tristeza, miedo, ira, asco, completadas en la segunda parte con otras más sofisticadas como ansiedad, envidia, vergüenza y aburrimiento. Estas se muestran como peculiares personajes humanizados, caracterizados de forma estereotipada. A veces de forma discutible como 'Tristeza', con gafas y abrigada, asociada al estudio de los manuales de funcionamiento de la mente; o como 'Envidia' que, confusamente, representa y absorbe el sentimiento de admiración.
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El arrollador éxito de 'Del Revés', llenando antes y ahora los cines, sigue confirmando que somos animales simbólicos y religiosos, consumidores de relatos de ficción como siempre lo fuimos de mitos, que nos hablan de nosotros mismos, nada nuevo bajo el sol. Entre los atinados mensajes transmitidos tenemos la idea de que todas las emociones, incluso aquellas de las que querríamos huir, juegan un papel insustituible en la orquesta sentimental, que no cesa de tocar la diversidad de sus repertorios ante los continuos y dispares episodios y avatares de nuestra vida. En la primera película 'Alegría' aprende: que no puede aislar ni encerrar a 'Tristeza'; ni impedir que ambas impregnen los recuerdos; que incluso esta última guarda un conocimiento irreemplazable acerca de aquello que queremos cuando nos falta. En la secuela, 'Alegría' y 'Ansiedad' habrán de reconocer que ambas han de tenerse en cuenta, no pudiendo la segunda pretender estar al mando con sus impulsivos excesos comportamentales, hiperactivos o paralizantes y de nefastas consecuencias.
Entre los aspectos mejorables del universo 'Del Revés' estarían los que siguen. Se debería reconocer explícitamente el papel de los valores, casi reducidos en la primera parte a la 'Isla de la Honestidad', diluidos e invisibilizados en las emociones. Habría que enfatizar el valor de la autoconciencia y de la conciencia moral, de nuevo disueltas, asumidas, sin nombrarse, sobre todo por 'Alegría' y 'Tristeza'. Y sería preciso destacar el papel de la argumentación racional, crítica y reflexiva en las decisiones, relegadas en el filme a un «cuartel general» de emociones teledirigiendo a Riley (la protagonista), cuyos mandos están en disputa (aunque sea otra manera complementaria de ver las cosas). Y es que se olvida a la persona misma como sujeto agente en su integralidad, que ha de habérselas con el mundo en el que habita, sin el que tampoco pueden entenderse sus emociones, conformadas, además, por la historia, la cultura y la sociedad.
Desconocer nuestras emociones no evita su operatividad. Ignorarlas, sobre todo cuando las tememos, no las suprime. Reprimirlas, cuando las interpretamos como puramente negativas, no las elimina, incluso las sobredimensiona y nos perjudica. Al comienzo de 'Del Revés 1, Alegría', haciendo de conciencia, nos dice: «Cuando ves a alguien, ¿te has preguntado qué pasa dentro de su cabeza?, pues yo lo sé. Al menos en la cabeza de Riley». Basta que nos pongamos nosotros en el lugar de ese alguien para aprovechar mucho más al intentar responder esa cuestión. Pues un problema recurrente es el de fusionarnos con nuestras emociones cuando, sintiéndolas, más que tenerlas a ellas son ellas las que nos tienen a nosotros, soslayando nuestra conciencia, inhibiendo nuestra capacidad de reflexión a su respecto y al respecto de hacia dónde nos llevan.
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Una función primordial de relatos, cuentos, mitos y leyendas de las tradiciones sapienciales y del acervo cultural universal tiene que ver con facultarnos para poner aquello que experimentamos en tercera persona, como si le estuviera pasando a otro, facilitándonos tomar distancia y defusionarnos de aquello que nos pasa. Podemos así reconectar con nuestra voluntad, con nuestra libertad, con nuestra capacidad de discernimiento, no a la deriva de las emociones, sino contando con ellas, leyendo a través suyo, conforme a los valores y deseos que hemos ido acrisolando, orientando las velas de nuestra vida biográfica hacia los vientos y puertos que consideramos más favorables. Pensar 'Del Revés' podría ayudarnos.
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