Óscar, Julio y las lentejas

Agustín González Romo

Portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Jaén

Sábado, 12 de julio 2025

García Lorca aconsejaba ser duro con las espuelas y tierno con las espigas. El Gobierno de Pedro Sánchez parece haber leído al poeta granadino al ... revés, o quizá ha decidido tergiversarlo a conciencia. Porque hace exactamente lo contrario. El presidente muestra mansedumbre ante quienes empujan al Estado hacia el abismo —Junts, ERC, Bildu— y despliega arrogancia ante quienes cumplen las reglas del juego democrático. Jaén y sus trenes son, una vez más, el espejo donde se refleja la altanería socialista.

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Hace apenas unos meses, en marzo, el ministro de Transportes, Óscar Puente, anunció su visita a Jaén prometiendo una revolución sobre raíles. Llegaba —dijo— con un tren de alta velocidad bajo el brazo. Pero lo que trajo, en realidad, fue un pan duro, una chapata precalentada envuelta en celofán electoral. Anunció un baipás por Montoro que, en el mejor de los casos, recortaría el viaje entre Madrid y Jaén en escasos sesenta minutos. Y obvió, con estudiada omisión, que esa hipotética obra no estaría finalizada antes de 2035. Días después, el presidente de ADIF confirmó la cruda realidad, devolviendo la patata caliente que su ministro le había lanzado con aparente alegría.

Puente, en su discurso, recibido con reverencias por el alcalde Julio Millán, por el grupo socialista y por los concejales de Jaén Merece Más, presentó el desvío cordobés como una decisión inapelable. Habló de cinco alternativas, pero no citó una sola. La oscuridad técnica y política de ese proceso ha empujado al Grupo Popular a reclamar formalmente el informe de viabilidad que, según el ministro, coronaba al baipás como el elegido entre iguales.

El Ministerio respondió justo antes del pitido final, remitiendo un documento que no aclara, sino que adorna. Una sucesión de bondades técnicas para justificar una obra de 15,4 kilómetros salpicada de viaductos y presupuestada en 400 millones de euros. Una obra compleja que, si se lleva a cabo, será una losa definitiva sobre cualquier posibilidad de que Jaén tenga algún día un enlace directo con Madrid a través de Despeñaperros.

Y por si el desprecio no fuera ya suficiente, pocos días después de anunciar que este proyecto suponía la renuncia al AVE Madrid-Jaén, Puente reapareció en Albacete para prometer exactamente lo contrario: allí sí habría alta velocidad, allí sí se invertirían —casualmente— otros 400 millones de euros. Justo la misma cantidad destinada al baipás de Montoro. ¿Casualidad? ¿Equilibrio territorial? No. Es el viejo juego del trilero: «¿dónde está la bolita, aquí o aquí?», en el que el Gobierno convierte la infraestructura en prestidigitación, y al ciudadano en espectador burlado.

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Los jienenses desconocemos las verdaderas razones por las que Pedro Sánchez ha descartado la conexión directa y otras alternativas más rápidas que el baipás. Pero sabemos perfectamente por qué Puente solo trajo ese 'pan' —o ese simulacro— debajo del brazo: porque sabía que el alcalde y sus adláteres aceptarían cualquier cosa, por mínima que fuera, si venía firmada con las siglas del PSOE.

El Gobierno de Sánchez trata a los jienenses como ciudadanos de tercera porque el equipo de gobierno local, formado por el PSOE y Jaén Merece Más, lo permite, lo encubre y lo celebra. Si ese entusiasmo ciego procede del sector socialista, aún se entiende por disciplina ideológica. Pero que la formación local que un día simbolizó su dignidad en un plato de lentejas hoy se conforme con las migajas, roza la traición a su propio relato.

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Porque hubo un tiempo en que Jaén Merece Más defendía que aceptar trenes lentos y promesas incumplidas era como aceptar lentejas mal cocidas: un gesto de resignación. Hoy, sin embargo, gobiernan junto al cocinero y han cambiado la dieta. Se conforman con un primer plato insulso (el baipás de Montoro) y con un segundo inexistente (el soterramiento, sepultado bajo excusas), y encima lo sirven con aplausos.

En los matrimonios por conveniencia quien manda es el notario. Y en este, Sánchez actúa como notario, cónyuge y albacea. Hace lo que quiere con el gobierno municipal. El problema es que, al hacerlo, desangra las esperanzas de una provincia que hace años agotó su paciencia. Jaén, que es pueblo sabio y sufrido, ya intuía que del parto ferroviario de los montes solo nacería un ratón. Pero esa sabiduría también sabrá tomar nota cuando las urnas se abran y las lentejas —otra vez— estén servidas.

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