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Mi Papelera

Cortinas de humo

He militado públicamente, con la pluma, la palabra y el ejemplo, en defensa de los derechos de la mujer a ser libre e igual.

Adela Tarifa

Jueves, 12 de octubre 2023, 11:24

Se nos fue definitivamente un sofocante verano. Y no lo digo solo por el termómetro. Es que el verano pasado fue el de unas votaciones ... generales a 40 grados y de pactos electorales inquietantes. De cortinas de humo. Acaso por eso fue el verano de Rubiales. Fue este verano cuando acabó la mala fama de Abundio, que era hasta la fecha el ser más tonto, porque en agosto se batió otro récord de tontura con el 'asunto Rubiales'. Es posible que, si se materializan las amenazas judiciales sobre este señor, alguien diga en adelante «eres más tonto que Rubiales», entendiendo la tontura como falta de inteligencia emocional. En lo demás no niego al señor Rubiales sus méritos profesionales, que serán muchos cuando ocupaba tan alto cargo, aupado por políticos amigos. De hecho llevó a la selección femenina de futbol a lo máximo. De nada le ha servido. Si el ejemplar Don Vicente Del Bosque, ese gran Señor que es mi amigo, hizo lo propio con la selección masculina y nadie nunca pudo tacharle de prepotencia ni abuso de poder, el ciudadano Rubiales se lo cargó todo en dos últimos gestos impresentables, siendo consciente de que serían inmortalizados por la prensa. Vamos, ni al que asó la manteca, otro tonto memorable, se le ocurre presumir de genitales, y besar en la boca a una de sus subalternas. Yo pienso que ese beso a Hermoso, la segunda protagonista del verano, tiene muchos ángulos. No puedo tratarlos todos en una hoja, pero algo voy a dejar caer de lo que pienso.

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Dejaré claro que si a mí una persona que no es mi pareja me suelta sin más un beso en la boca, yo le suelto a él un bofetón en el mismo instante en que afloje sus manazas de mi cabeza. Es que no me gusta ese pasaje del evangelio de poner la otra mejilla. Además creo poco en la justica en lo referido a violencia sexual contra la mujer. Por eso nunca perdonaré a quienes han permitido que se suelten de la cárcel antes de tiempo a violadores. Por eso desde que empecé a escribir con 18 años en una revista de mi colegio mayor, hasta hoy, he militado públicamente, con la pluma, la palabra y el ejemplo, en defensa de los derechos de la mujer a ser libre e igual. Por eso he educado a mis hijos para que no sean machistas, que ahí es donde hay que empezar, y lo que acaso le ha fallado al Sr. Rubiales, el subconsciente. Por eso durante 38 años de profesión docente manifesté mi compromiso con la igualdad entre hombres y mujeres. Es que lo llevo en la sangre.

Lo supe siendo joven: no tendría más de 15 años cuando otro adolescente desconocido intentó rozarme donde no debía al cruzarse por la calle. Yo, sin pensarlo, le di tal bofetón que casi lo tumbo, porque aquel machista en ciernes era tan flacucho como yo. Nunca me arrepentí de esa reacción. Por eso, pensando en mi carácter, me cuesta entender que Jennifer no reaccionara rápidamente. Solo me cabe imaginar que el miedo a los jefes de algunos colectivos femeninos sujetos a prácticas machistas llegue a paralizar. Creo que el miedo es libre y comprendo hasta qué punto desactiva resortes de defensa. Es que estoy leyendo ahora 'Vida y destino', la extraordinaria obra de Grossman sobre atrocidades del nacismo y el comunismo. Mi empatía hacia las víctimas está a flor de piel. Por eso opino que solo Jennifer sabe cómo se sintió y por qué reaccionó así. Seguramente ha aprendido la lección. Respecto a Rubiales, soy escéptica sobre su arrepentimiento. Creo que en comportamientos asumidos desde la infancia surten escasos efectos las terapias sicológicas. No soy quien para decir cuál debe ser el camino. Ya lleva la penitencia encima y le queda un calvario. Sinceramente, no me gusta el ensañarme con el árbol caído si las consecuencias de sus actos son reparables y pide perdón. Qué hable la justicia. A mi me parece excesiva esta cacería, sobre todo porque la practican los que, sabiendo de sus comportamientos anteriores, lo mantuvieron en el cargo. Sí, los mismos que permiten rebajar penas a violadores ya condenados son los que ahora se rasgan la vestidura ante el beso forzado a una mujer desde una posición de poder. Son ésos que no se sublevan ante el verano más manchado de sangre de mujer de los últimos tiempos, a tal extremo que la ministra de la igualdad tuvo que reunir de urgencia a su gabinete, para tapar bocas. No más de cinco minutos de silencio y de cobertura mediática tuvieron esas mujeres asesinadas mientras la TV solo hablaba de Rubiales. Pero a esas mujeres asesinadas no las mataron a besos. Las mataron a golpes, tiros y navajazos. Seamos sensatos ya que nunca podremos ser justos. Admitamos que nos lanzan cortinas de humo para cegar la mirada.

Por lo que a mi concierne, mi enhorabuena a la selección nacional de fútbol femenino por su triunfo. Mi apoyo a la señora Hermoso y mi repulsa a los actos del señor Rubiales. Mi exigencia de que esto jamás se repita, y mi desconsuelo ante la sangre derramada de tantas mujeres anónimas.

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