Abraham Superstar

Del prolífico autor español es harto reconocida su excelencia como escritor, investigador y divulgador, así como su impagable desparpajo expresivo. Ahora le toca al Antiguo Testamento en su integridad, diseccionado versículo a versículo; un grueso volumen muy documentado como acostumbra, instructivo y aleccionador.

En la novela de Sansal, el patriarca de una tribu beduina asentada en Tell al-Muqayyar –las ruinas de Ur– decide adoptar para su parentela los nombres de la del fundador oficial del monoteísmo, habiéndole sido revelado que su hijo está predestinado a ser el nuevo Abraham. Con el Génesis como hoja de ruta, emprenden el mismo itinerario que el viejo patriarca para llevar a su gente, con sus rebaños, sirvientes y esclavos, hasta la Tierra Prometida. Esto en el contexto de la Primera Guerra Mundial y la disolución del imperio otomano, el avieso despiece del Oriente Medio por parte de las potencias vencedoras y las tremendas convulsiones que aquello supuso.

Ambos autores recogen todos los versículos del Génesis relativos a Abraham, si bien dándoles un tratamiento distinto: el primero, comentándolos críticamente con abundante aparato bibliográfico y un humor tan irreverente como desternillante; el otro, ahilándolos en una trama novelesca no exenta de sorna y puntadas quijotescas, aunque sin menoscabo de la solemnidad inherente al tema, tratándose, como reza el título, de una honrosa aspiración a actualizar sincréticamente las gestas proféticas de Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma, en pos de un dios eterno ausente y solo conocible por esa misma eterna ausencia. Todo ello aderezado con reflexiones de calado sobre el fenómeno religioso y la intrahistoria del Oriente Medio desde los tiempos bíblicos hasta la creación del estado de Israel, desde la acreditada erudición y acuidad analítica de este autor argelino que, en sus novelas y ensayos, no ceja en jugarse el tipo como fustigador implacable de los males atávicos y presentes que aquejan al universo musulmán, más allá del fanatismo yihadista.

Escepticismo aparte, la glosa 'exegética' de Eslava Galán es una bienhumorada invitación a zambullirse en el fárrago veterotestamentario con una doble garantía de esclarecimiento y delectación lectora. En cuanto al 'Abraham' de Sansal, muchos habrán de esperar para disfrutar de esta obra maestra a que un editor español se la quede. Yo mismo traduje en su día tres novelas suyas.