El Grenadier es uno de los últimos todoterrenos de verdad que quedan Ineos

Ineos Grenadier: el triunfo de lo analógico

Lunes, 1 de diciembre 2025, 11:50

Mientras me siento a escribir esta, que será la última prueba de conducción que publique en el futuro previsible, me llegan dos titulares que me ... llaman la atención. En primer lugar, los artículos escritos por inteligencia artificial han superado lo que se publican con manos humanas detrás. La necesidad de publicar un texto cuanto antes, sin prestar reparo a la calidad de su prosa, nos ha traído hasta aquí.

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Me consta que hay agencias de comunicación y marcas de coches que usan Chat GPT para elaborar sus comunicados de prensa, que luego son pasados por su filtro de nuevo por parte de periodistas para generar artículos que no se leen, pero que van ocupando petabytes de espacio de almacenamiento en servidores enterrados en montañas. Por no hablar de los litros de agua que se consumen con cada pregunta que se le hace a la IA.

El segundo titular llamativo fue el de Nano Banana, un generador de imágenes que, en su versión Pro ha creado fotos en las que es imposible distinguir si se trata o no de algo creado por la máquina –en la versión básica todavía se puede distinguir un tufillo artificial–. 2025, el año en el que la raza humana ya no puede fiarse de la evidencia fotográfica.

Os juro que esto se trata de una reseña sobre un todoterreno. Básicamente de uno de los últimos de su especie. Por la normativa medioambiental, este segmento está en desaparición. Dacia, por ejemplo, ahora entrega tracción total usando un sistema híbrido: un propulsor de combustión en la parte delantera y un motor eléctrico detrás. No existe reductora ni bloqueo de diferencial, pero sí que presenta etiqueta Eco.

El Grenadier, realmente, es el producto de los caprichos de Jim Ratcliffe, el fundador y consejero delegado del Grupo Ineos, una de las mayores compañías petroquímicas de Reino Unido. En 2023, era el segundo hombre más acaudalado del país y, tras el coronavirus, cambió su residencia de Londres a Mónaco, una jugada que le ahorró 4.000 millones de libras en impuestos.

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Cuando Land Rover decidió renovar el legendario Defender, Ratcliffe se negó en rotundo y le compró la fábrica en Hambach (Francia) a Mercedes Benz para producir lo que él consideraba el todoterreno definitivo.

El interior del Grenadier está pensado para poder usarse con guantes Ineos

Y vaya que si lo consiguió: construcción 'body-on-frame', bloqueo de diferenciales, reductora, dirección de camión, piezas fáciles de sustituir en caso de que se rompan, una capacidad de vadeo de 80 centímetros o válvulas de drenaje del habitáculo por si acaso entra agua al cruzar un río.

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Los motores vienen de la mano de BMW y Ratcliffe no escatimó en gastos: fue a por los emblemáticos seis cilindros en línea de los bávaros. Duros, potentes y disponibles en diésel o gasolina, con 250 y 280 caballos de fuerza, respectivamente. Como todos los modelos buenos de la marca alemana, están asociados a una caja de cambios ZF.

Las puertas son pesadas y el mecanismo para abrirlas es satisfactorio, así como el sonido que hacen al cerrarse. Como en el Mercedes Clase G, apetece dar portazos al bajarse solo por escucharlo. Por dentro, el control de la climatización está pensado para poder operarse con guantes pero los botones podrían ser un poco más resistentes para ir en línea con el resto del vehículo.

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Prácticamente todo en el Grenadier es analógico y, de hecho, se siente que algunas cosas, como el aviso de cambio de carril o el aviso de velocidad máxima, solo están ahí porque la Unión Europea ha obligado a la marca a implementar ADAS en todos los vehículos. Ayudas artificiales que «facilitan» el trabajo y hacen que el uso sea más conveniente.

En los años de desarrollo del Grenadier, Ineos barajaba la posibilidad de comercializarlo por menos de 50.000 euros, lo cual lo habría convertido en una propuesta de valor indiscutible en el segmento de los todoterrenos, pero los cambios en regulación y en la demanda del mercado hacen que el precio de partida actual, en España, sea de los 84.500 euros.

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Y es que todo parece indicar que, en un mundo en el que prima lo digital sobre lo analógico, lo mecánico y artesanal es un lujo cada vez mayor. Pero si lo que se busca es una herramienta robusta y fiable para cruzarse un desierto, aún quedan opciones.

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