Carteles pegados en la pared de un edificio en la calle Duquesa de Granada. Pepe Marín

El otro edificio de la UGR que espera ser rehabilitado hace más de una década

La Universidad granadina requiere millones de euros para recuperar la antigua comisaría de calle Duquesa y mantener abiertos otros como el Hospital Real o la Facultad de Derecho

Andrea G. Parra

Granada

Jueves, 27 de noviembre 2025, 00:33

La colocación de la primera piedra en una obra para recuperar una pequeña parcela de la Azucarera de San Isidro, abre de nuevo el libro ( ... figurativo) de donde están anotadas las rehabilitaciones para las que necesita dinero la Universidad de Granada (UGR). Están las infraestructuras que están en uso y las que llevan cerradas hace años. En este último caso destaca la antigua comisaría de la calle Duquesa junto al recinto industrial de la remolacha el siglo pasado, que está llamado a convertirse en el campus UGR sostenible.

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La institución compró la antigua infraestructura de la calle Duquesa-plaza de los Lobos por poco menos de dos millones de euros. La adquisición fue en 2013 cuando aún era rector el profesor Francisco González Lodeiro. La policía se había mudado a la zona norte años atrás, en 2009. Desde entonces esas dependencias, vecinas de la sede principal de la Facultad de Derecho, no han tenido actividad alguna ni intervención. Salvo el refuerzo de cierre de las ventanas para que nadie se colara (hubo un episodio en este sentido hace años). No se ha hecho nada más en el inmueble.

En su fachada cuelga un cartelón anunciando su próxima rehabilitación. Hace tiempo que está. No se ha hecho ninguna intervención. El Plan de Necesidades en Infraestructuras (PNIUGR) 2025-2029 aprobado (a finales de abril del año en curso) por el Consejo de Gobierno de la institución universitaria granadina incluye este inmueble en su cronograma. Recoge que serán necesarios 6,5 millones de euros para la rehabilitación de «los edificios» que integran la antigua comisaría. En la tabla que indica los niveles de prioridad de cada actuación está reseñada como «muy baja».

Inicialmente esta infraestructura iba a dar respuesta a problemas de espacio en facultades como Derecho. También se incluyó la de Traducción e Interpretación. Y en alguna ocasión no se ha descartado para otro tipo de escasez en el campus Centro.

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El antiguo colegio de San Pablo, sede de Derecho, en los últimos años ha sido objeto de varias obras que han sumado millones de euros. Ahora, está pendiente la intervención en dos de sus patios.

Para la rehabilitación de la Azucarera de San Isidro el primer cálculo ronda sobre los ochenta millones de euros para el conjunto industrial, Bien de Interés Cultural (BIC) desde 2015.

Un pozo sin fondo

La adecuación y mantenimiento de los inmuebles que están abiertos, por otra parte, son también un pozo sin fondo (como ha referido en más de una ocasión gestores universitarios). El patrimonio en ladrillo de la institución es ingente. Abrir cada día las facultades, escuelas y centros administrativos cuesta miles de euros. Ya sean edificios de nueva construcción o históricos. El mantenimiento de esos inmuebles con solera, alguno catalogado como BIC, supone un mayor esfuerzo. Necesitan adecuación y rehabilitación (a veces programada y otras de emergencia) que demandan presupuestos más que sobresalientes.

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Desde 2015 hasta 2023 (ocho años) las inversiones en rehabilitación en ladrillo y hormigón en la institución universitaria ascendieron a 22.308.527 euros. Datos facilitados en 2023 por el equipo de la entonces rectora Pilar Aranda. Todo ello, en un mandato que no fue del ladrillo, fue de las personas. No hubo dinero para obras y el que hubo fue para acometer rehabilitaciones.

Un ejemplo, del mucho dinero que se llevan estas intervenciones, es el Hospital Real, que necesitó una inversión, desde 2016 a 2023, de 5,7 millones de euros. Y los requerimientos de intervenciones no han cesado desde entonces. Es solo una pica en el mapa general, porque la UGR realiza acciones menores en espacios como albercón del Moro o el alfar romano. O más reseñables como las que se hicieron en el Colegio Máximo.

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