Rosales, listo para despedirse de la grada

«Es verdad que, estos minutos que he ayudado, me han hecho la transición más llevadera. Me cuesta un poco, al principio estaba algo desubicado, ya lo veo todo más claro. Tengo que asimilar este cambio, ha sido una decisión complicada y me costó mucho tomarla, pero era la mejor solución», comentó Rosales.

Su rotura del tendón de Aquiles está curada y, sin embargo, su cuerpo ha llegado a un límite donde ya no mejora más, aparece el dolor, no encuentra la punta de velocidad que tenía antes de la lesión, y esa era justo su mejor arma como central para llegar donde otros no llegan.

Otro jugador se hubiese callado, habría terminado el año, aunque fuese suplente. Con 30 años, después se habría ido a un Tercera División donde las carencias se ven menos, y así hubiese podido jugar unas cuantas temporadas más. Pero Rosales está hecho de otra pasta.

«Yo estaba viendo que no iba a poder dar el nivel de antes de la lesión, ya la temporada pasada no estaba fino, y mucho menos para una categoría como Segunda B. Soy un jugador muy competitivo, me gusta estar al cien por cien y ganar todos los ejercicios. Lo pensé bien, seguir acabaría trayendo más daño que beneficio. Es mejor dejarlo ahora y enfocar mi vida a otra cosa», confesó el central.

El fútbol es una de esas profesiones que te permiten el privilegio de despedirte a lo grande. Ocupar tu banco, atarse las botas y subirse las medias por última vez en tu lugar del vestuario.

Saltar al campo vestido de corto sonando el himno, sorteo, foto y saludo, sabiendo que es la última vez que lo haces. Recibir diez minutos después la ovación de Linarejos, se anuncia tu cambio, devuelves el aplauso, entregas el brazalete de capitán, te sientas en el banquillo y ahí es cuando las botas se desatan y se cuelgan.

Rosales y la grada de Linarejos merecen compartir ese momento. «Sólo tengo palabras de agradecimiento para la afición, por cómo me acogieron desde el primer momento. Siempre traté de responderles con trabajo, dejándolo todo por la camiseta. Tengo ganas de estos partidos amistosos que vienen en casa para volver a verles, hemos pasado muchos momentos emotivos juntos y me gustaría darles personalmente las gracias».

El casi ya exfutbolista granadino quiere tomarse este año como una transición hacia su futuro «para centrarme en si quiero seguir ligado al fútbol. Es de agradecer que hayan contado conmigo para seguir dentro, porque nos ha costado mucho ascender a la categoría que merecemos y quería disfrutar de ella con mis compañeros. Estaré como ayudante de Alberto. Es un entrenador del que me habían hablado muy bien, nos hemos enfrentado muchas veces y, como persona, es mejor todavía. Mi situación no era fácil, él la entendió y me tendió la mano».

¿Seguir haciendo carrera como entrenador en Linares o Granada? Rosales afirmó que «no era algo que estuviese en mis planes, pero mucha gente me dice que para ellos tampoco y al final prueban y les gusta. Vamos a probar y luego decidiré, no me gusta hacer planes a la larga y tampoco sé si contarán conmigo en el club en el futuro, sería un placer. Tengo mi casa y mi vida en Granada, pero Linares está muy cerca y seguiré viniendo a Linarejos muchos años».

Su peor momento en el Linares está claro, el trágico adiós a Fran Carles. A la hora de elegir los mejores «han sido muchos, los dos ascensos y el año que nos salvamos fueron especiales. Luego están los cientos de partidos en los que la afición no arropó, nos esperaba en el Paseo de Linarejos, eso no se olvida. Creo que saltar a Linarejos como local todos los domingo, sintiendo este ambiente y el fútbol que se respira aquí, es una suerte inmensa. Esos son los pequeños detalles con los que me quedo».

Esta temporada le tocará trabajar en el cuerpo técnico, pero vivirá como un azulillo más, que siempre lo será, una emocionante temporada en la que el club intentará lograr la permanencia y soñar con el salto a la 2ªB Pro.

«Se ha formado una plantilla competitiva, gente con mucha hambre y otros con experiencia. Es una base ilusionante, somos un recién ascendido y no podemos marcar grandes objetivos, no nos beneficia, mejor competir con ilusión y que el tiempo diga dónde debemos estar. Será una temporada bonita», concluye el central, aún capitán azulillo, y eterno mariscal de la zaga del Linares.

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