San Blas se queda sin pava en Cazalillla
La tradición de lanzar un ave desde el campanario se rompió en 2016 y este año ni siquiera se produjo el 'sucedáneo' de tirarla desde un balcón de la plaza del pueblo
Juan Esteban Poveda
Domingo, 3 de febrero 2019, 20:25
A las seis y media de la tarde San Blas volvió a la iglesia de Cazalilla al son de los acordes de la Marcha Real. ... La multitud que abarrotaba la plaza se arrancó a aplaudir y las campanas del templo repicaron a fiesta. Todas las miradas se dirigieron hacia el campanario. Y hacia balcones y tejados que dan a la plaza. Pero no ocurrió nada más. Quince minutos después del fin de la procesión la multitud se fue disolviendo, y los bares se fueron llenando con total tranquilidad. No hubo lanzamiento de ninguna pava. Ni siquiera exhibición del animal que hasta 2016 protagonizaba las fiestas. Como si se hubiera pasado página, y el lanzamiento de la pava desde el campanario fuera ya solo un el recuerdo. Un rito con 175 años de historia que, según sus defensores, aseguraba suerte y fortuna a la persona que se hiciera con ella, mientras que los colectivos en defensa de los animales lo denunciaban año tras año por el sufrimiento al que se sometía al animal.
Desde el Obispado se mantiene la misma postura desde 2016 cuando se ordenó el cierre de las puertas de la iglesia después de que el vicario general de la Diócesis, Francisco Juan Martínez Rojas, indicara que la pava no volvería a ser lanzada desde el campanario de la iglesia.
Es por eso por lo que en los dos últimos años, los defensores de este festejo se tuvieron que conformar con lanzar la pava desde terrazas, aunque de esta forma los animales prefieren quedarse por los tejados antes que sobrevolar la plaza. No era lo mismo.
En 2016, el primer año en el que la iglesia se cerró para los defensores de la tradición, algunos vecinos pasearon varios ejemplares de este animal por las calles del municipio ante la imposibilidad de lanzarla desde el campanario.
En 2017 la lanzaron desde una terraza. Tres vecinos fueron sancionados, el que soltó la pava en la terraza, el que la cogió y el que la paseó por el pueblo. A cada uno de ellos se le ha impuesto una sanción de 2.001 euros por vulneración de la Ley de Protección Animal y otros 600 euros más por alteración del orden público. Las sanciones volvieron a repetirse en 2018 y los vecinos volvieron a organizarse para contribuir a hacer frente a las multas, como habían hecho durante muchos años para que se mantuviese la tradición a pesar de que iba en contra de las leyes que protegen a los animales en Andalucía.
Este año solo ha habido aplausos a San Blas, en una lucida procesión con el pueblo engalanado y miles de personas en las calles llegada de toda la comarca de la campiña y la vega del Guadalquivir, y que disfrutó de una tarde soleada aunque fría y de gran ambiente de fiesta. Sin pava.
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