Cristina Gómez Godoy: «Mis retos son seguir poniendo mi mejor energía en todas las vertientes de mi carrera»
Tras un 2019 en el que dio pasos de gigante como oboísta, este 2020 se presenta con citas muy importantes para la joven linarense, Cristina Gómez Godoy
jessica soto
Domingo, 26 de enero 2020, 00:02
Cristina Gómez Godoy es el claro ejemplo de que la tenacidad y el trabajo intenso dan al final sus resultados. La joven linarense (29 años) ... empezó a formarse, como otros muchos músicos linarenses, en el Conservatorio Andrés Segovia y ya se codea con directores de la talla de Daniel Barenboim, Sir Simon o Ricardo Muti.
–¿Cómo comenzó su formación musical y por qué se decidió por este mundo?
–La razón fue que tenía dos de mis mejores amigas estudiando piano desde hacía un par de años y me convencieron para empezar con música. De todas maneras, yo ya me sentía atraída por el mundo del arte ya que había estado unos años haciendo danza y ballet clásico.
–¿Qué recuerda de su paso por el Conservatorio 'Andrés Segovia' y por qué se decantó por el oboe?
–Yo comencé mis estudios de música en el Conservatorio Andrés Segovia de Linares cuando tenía unos 10 años. La elección del oboe fue algo totalmente fortuito ya que era el primer año que había profesor de oboe en el Conservatorio, así que fui convencida también para probarlo. Pero casualmente el profesor con quien empecé acabó siendo mi mayor referente por entonces y el principal motivo por el que yo seguí tocando este instrumento. Hasta ahora tenemos una relación muy cercana, así que fue una bonita casualidad.
Carrera internacional
- ¿Qué le llevó a hacer maletas para intentar forjarse una carrera como músico fuera de España?
- Como he comentado en la pregunta anterior, mi primer profesor, Esteban Doria, fue quien desde el principio me guió para dar los mejores pasos posibles en el comienzo de mi carrera y estudios. Desde muy joven, uno de mis ídolos era el primer oboísta de la Filarmónica de Berlín. ¡Quién me iba a decir que unos años después yo estaría tocando en esa silla sustituyéndolo!, así que mi mayor ilusión siempre fue terminar de alguna manera en Alemania y si era posible en Berlín.
–El 2019 fue, profesionalmente hablando, un año redondo para usted. Si bien, en 2020 tendrá conciertos en Bilbao, Salamanca, Barcelona o Berlín, entre otros, con los que podrá dar un paso más en su carrera. ¿Cuáles son los retos que se plantea para este año a nivel laboral?
– Sí, la verdad es que mis recitales debut en el Carnegie Hall de Nueva York y en la Pierre Boulez Saal de Berlín han marcado el 2019 como un año cuanto menos intenso. Mis retos para este año son básicamente seguir poniendo mi mejor energía en todas las vertientes de mi carrera como son la orquesta, la enseñanza y la carrera solista, aunque me gustaría quizá incrementar un poco el tiempo que dedico a mis labores pedagógicas, tanto aquí en Berlín, en la Universidad de las Artes de donde soy profesora adjunta, como fuera. De hecho, ya nada más empezar el año voy a impartir una Masterclass en Polonia. También en el terreno solista hay mucho por organizar, dado que fui seleccionada para la temporada 2020/21 como ECHO Rising Star (artista revelación de la Organización Europea de Salas de Concierto), donde fui nominada por l'Auditori de Barcelona. Esto me llevará a actuar como solista en las principales salas europeas durante toda la temporada, así que uno de mis mayores retos es poder compatibilizar de la mejor manera posible mi trabajo en la orquesta y en la Universidad con todos estos conciertos.
–Destacan de usted su versatilidad con el oboe y virtuosismo cuando aún no ha cumplido los treinta años. ¿Siente que ya ha alcanzado la madurez como músico?
–Ni mucho menos. Por supuesto me siento mucho más madura musicalmente conforme van pasando los años y voy adquiriendo experiencia. Pero una cosa está clara para mí: un músico nunca deja de aprender. Incluso si una pieza se ha tocado cien veces, la música tiene la cualidad de proporcionar cada vez una experiencia diferente, ya sea por el estado de ánimo, cuánta información se tenga de la pieza y lo que la rodea, la acústica que te brinda unas u otras cosas e influyen en la percepción del momento, y un largo etcétera. Son muchos factores que hacen que cada vez sea una experiencia única. Por ello no creo que se pueda decir nunca que se ha entendido todo al 100% y justo eso es lo que lo hace también, en cierto modo, algo maravilloso.
–¿Qué le ha aportado trabajar con directores de la talla de Daniel Barenboim, Sir Simon, Riccardo Muti, Zubin Mehta, Andris Nelson y Gustavo Dudamel?
–Es imposible resumir en pocas palabras todo lo que cada uno de estos grandes directores puede influir. Quizá dos palabras que sirven para todos ellos en cuanto a qué es lo que aportan son conocimiento y sensibilidad. Aunque todos son grandes personalidades, cada uno de ellos tiene un sello y una identidad, una historia, una manera de expresarse… Lo que tienen en común es que son grandes maestros y pueden dar un conocimiento amplísimo sobre las obras que dirigen, pero la agógica, la manera de entender el 'texto', que es lo que no está escrito en la partitura, y la manera en la que sacan eso de la orquesta mediante sus movimientos, personalidad, energía, gestos, etc., es lo que hace especial y diferente a cada uno y normalmente es lo que más se queda grabado en un músico en la orquesta.
–¿Cómo se ve Linares desde fuera? ¿Qué es lo que más añora?
–Lo que más añoro cuando no estoy en mi ciudad es por supuesto a mi familia. Para mí Linares significa el sitio donde crecí, donde me acompañaron y apoyaron para dar mis primeros pasos en todo, tanto mi familia como amigos como profesores en los inicios. Por eso lo guardo siempre en mi memoria con un cariño muy especial. Aunque desafortunadamente sólo tengo tiempo de ir normalmente una o dos veces al año, son unos pocos días que recargan mis baterías porque es una pequeña vuelta a mis orígenes y porque puedo reencontrarme con todas esas personas y, aunque a pasos agigantados, ver crecer a mis sobrinos. Y bueno, cómo no, disfrutar un poco de ese 'tapeo' que tanto se echa de menos.
Sucesores de Segovia
–Más allá del archiconocido Andrés Segovia, Linares ha sido y es una buena cantera de músicos. ¿Ha tenido la oportunidad de compartir escenario fuera de España con alguno de ellos?
–Sí que lo es. Hay muchos músicos linarenses de primer nivel y de lo que me siento muy orgullosa. Uno de ellos, al que menciono por conocerlo personalmente, es por ejemplo el fantástico guitarrista Ricardo Gallén. Aunque nos vemos a veces, desafortunadamente no hemos tenido la oportunidad de compartir escenario aún, aunque ya lo hemos hablado algunas veces y ganas no nos faltan.
–¿Qué acciones propondría para que la música clásica tuviese un papel más relevante en la ciudad y poder acercarla así a un público más mayoritario?
–La verdad es que este es un asunto muy complicado ya que el hecho de que la música clásica sea relevante o no es una cuestión también de tradición y no tengo medidas absolutas ni definitivas. Por supuesto que una de las cosas que veo importantísimas es que se fomente al máximo la educación musical en las escuelas y que se haga de una manera más práctica y atractiva que teórica, por lo menos al principio. Por otro lado, los adultos -aquí entran los políticos- y padres, que son los que al fin y al cabo inspiran o/y apoyan a los hijos, son un sector al que hay que convencer, o mejor dicho, hacer ver, que la música no solo es formación cultural, sino que tiene efectos positivos en el desarrollo cognitivo, creativo, intelectual y psicológico de los niños, lo cual no es nada nuevo sino que está probado científicamente. Creo que empezando por esto, la importancia del aprendizaje musical podría incrementar y, a partir de ahí, se puede hablar del resto de posibles medidas como más apoyo a los estudios especializados en música. Por ejemplo, en Alemania los adolescentes que se van a especializar en música se forman en escuelas de formación general pero con esta especialidad en las que las asignaturas son organizadas de manera que los niños aún sigan teniendo una vida 'normal'. Con lo cual, no es un peso añadido, sino simplemente una vertiente de la educación. O, por ejemplo, un modelo de conciertos que no sea tan encorsetado y en el que haya un mayor acercamiento entre los artistas y el público. O llevar la música a las casas (en Alemania se llaman 'Hauskonzerte', es decir, conciertos caseros), que es una costumbre muy de esta parte de Europa. Aquí casi cualquier evento se acompaña con músicos tocando algún instrumento, con lo cual forma parte casi del día a día y se convierte en algo cercano. Estoy convencida de que si la música alcanzara un papel más relevante en Linares; y en España en general, combinado con el talento que hay en nuestro país -que es bastante más que en muchos países de Europa- el panorama cambiaría mucho.
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