Diego Hurtado
El presidente de la asociación de séniors que ayuda al impulso empresarial jienense se marcha con los «deberes hechos» y con «confianza»
Diego Hurtado es la prueba de que la experiencia es un grado. Fue uno de los tres séniors que empezaron a dar a conocer Secot ... en Jaén, la asociación que cuenta con personas de amplios conocimientos que se dedican al asesoramiento de los nuevos empresarios, o no tan nuevos. Quince años después, se marcha «con los deberes hechos» y empieza un nuevo curso, pero «no desde cero». Confía en el nuevo equipo y se ofrece para colaborar y ayudar «si es que me necesitan».
–Ha estado 15 años al frente de Secot, multiplicando los séniors hasta 34, ¿cómo lo consiguió?
–Éramos solo tres séniors: José María Ronda, Benito Tejedor y yo. La tarea no fue nada fácil porque nadie conocía que existía Secot, ni siquiera los propios funcionarios de la extinta Cámara de Comercio que es donde estaba nuestra sede. Asumimos esa dificultad desde el primer momento y nos planteamos ir abriendo puertas, establecer contactos y mantener conversaciones con personas que podrían aportar mucho por su perfil profesional y su experiencia. Así, poco a poco, seleccionamos a quienes realmente podían prestar una eficaz colaboración y se enamoraran de nuestros fines y objetivos. También se produjeron abandonos tras no identificarse con nuestras metas o por circunstancias personales de disponibilidad.
–Ha potenciado el asesoramiento, mentorización y acompañamiento de diversos colectivos de emprendimiento y su seguimiento. ¿Había reticencia al principio para la colaboración entre las empresas y Secot?
–Es evidente que siempre ha estado ahí la «compañía» de la reticencia, la desconfianza y hasta alguna que otra actitud poca colaborativa por parte de personas o entidades, afortunadamente muy pocas, que ponían en duda la eficacia y valor de nuestras intervenciones, pero desde el primer momento adoptamos la postura de no vender humo, de ir con la cara descubierta, de trabajar y colaborar con lealtad, ánimo de colaboración y de ayudar. Si echamos la vista atrás, no todo ha sido un camino de rosas pero, precisamente esto, nos ha hecho esforzarnos más e incrementar el valor de nuestras intervenciones, a base de ponernos al día, trabajar más y tratar de estar siempre ahí para quienes recurrían a nuestra colaboración, asumiendo principios un tanto desconocidos como han sido: «prontomanía», «secoterapia» y alguno más.
–¿Qué cree que le falta a Jaén para continuar creciendo en el emprendimiento y a nivel empresarial?
–Coincido en gran medida con las conclusiones relevantes de estudios e informes como es el GEM que aporta sin duda una información de gran valor que debería ser considerada en mayor medida por aquellos que han de tomar decisiones. Me limito a señalar algunas de las alertas que recogen el citado informe GEM: Hay circunstancias y situaciones que, sin duda, frenan el crecimiento de nuestra provincia como son: una tasa de actividad emprendedora baja (TEA), evidentes limitaciones a la financiación o una aún escasa conexión con mercados internacionales a pesar de los indudables avances que se están produciendo en los últimos años, especialmente en el sector oleícola, así como también una aún insuficiente estructura empresarial. Dicho esto, me permito señalar algo que forma parte de la idiosincrasia y carácter de nuestra provincia y que habría que trabajar: tenemos que creérnoslo, creer en nuestras posibilidades, valorar los recursos que tenemos, apreciar la valiosa aportación y recursos de nuestra Universidad, etcétera. En suma, se trata de trabajar nuestra autoestima y desterrar la resignación y arraigada postura del lamento.
–A lo largo de estos años al frente de Secot, ¿cuál sería una de las mejores experiencias que ha vivido?
–La verdad es que han sido muchas las experiencias positivas que he tenido la suerte de vivir y disfrutar pero, sinceramente, destacaría lo que, en estos últimos quince años me ha enseñado el voluntariado sobre la vida, la empatía, el trabajo en equipo, la forma de ver el mundo y sentir al anochecer de muchos días la alegría de haber hecho algo por alguien. También, desde mi posición de presidente de la delegación, que el verdadero liderazgo no está en dirigir, sino en servir y que la generosidad cuando es compartida con quien nos necesita de alguna forma nos hace sentir mucho más felices.
–¿Tuvo algún momento especialmente duro o complicado?
–Hay momentos en los que uno tiene que ser coherente con lo que piensa y siente y una de las causas, no la fundamental, es que no puedo seguir representando un proyecto si percibo que se está ignorando o menospreciando a la tierra que me ha visto nacer y crecer: Jaén. Nuestra provincia tiene una riqueza humana y cultural inmensa, y no merece ser tratada como una nota al pie. Cuando se invisibiliza a una provincia, se está invisibilizando a su gente. Y eso no lo puedo aceptar.
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