La inflación alimentaria convierte seis productos esenciales en artículos de lujo
El IPC se ha disparado un 24% en la provincia en la última década en la provincia, con el aceite de oliva duplicando su precio
Jesús Jiménez
Jaén
Martes, 28 de octubre 2025, 22:08
Qué siente cuando va a rellenar la nevera al supermercado? Es posible que una mezcla de vértigo y temor cuando el trabajador le tiende el ... ticket de compra. Parece que cada vez que se mira los precios son más altos, que los productos básicos se comercializan como artículos de lujo, y que los alimentos que deberían ser base de la dieta, como la carne, el aceite o las legumbres, se han convertido en alimentos para ocasiones especiales.
No es una percepción personal, es una realidad que tiene un nombre: inflación. En la provincia de Jaén el Índice de Precios de Consumo (IPC) se situaba en los 93,806 puntos en el año 2015, frente a los 116,119 registrados de media en 2024. Esto se traduce en que el coste de la vida ha aumentado un 24% en una década. Se dice pronto, pero se traduce en una sangría para el bolsillo de los jienenses.
Lo peor es que la 'inflación alimentaria' es aún más agravada. El pan, huevos, aceite, fruta, verduras, legumbres... todos los alimentos se han visto envueltos en una espiral con unos precios cada vez más locos en España, que ha sufrido el mayor aumento entre las economías europeas, y que ya ocupa el cuarto puesto en el ranking de inflación acumulada en este sector.
¿Cuándo se inició el desequilibrio? La respuesta parece ser clara. El mayor incremento se produjo en el año 2022 (subida de más del 9% respecto al año anterior) con el estallido de la guerra de Ucrania. La invasión rusa afectó a productos tan esenciales como el cereal, y lo que es peor, energía y fertilizantes, relacionados directamente con la producción de alimentos y que generó una ola expansiva que ha afectado a todo el sector alimentario y a la economía.
Lo que parecía una situación coyuntural se ha eternizado. La guerra continúa tres años después, y las administraciones no han sabido resolver el problema. Así lo demuestran los datos, que apuntan que en 2023 y 2024 el IPC en la provincia de Jaén subió 3,5 y 2,9 puntos porcentuales, y en lo que va de año ha aumentado un 1,4%, con septiembre con casi tres puntos porcentuales por encima del mismo mes en 2024.
Los expertos sostienen que el proceso inflacionario se trata de una rueda. Al subir los costes en materiales de producción, tales como el gasóleo, pienso o electricidad, se incrementa el precio para la elaboración del alimento, que a su vez repercute en el bolsillo del consumidor. Y este proceso se va repitiendo mes a mes, a veces casi es imperceptible, pero siempre inexorable.
El mejor ejemplo, y el más sangrante para Jaén, es el aceite de oliva. El producto estrella de la provincia acumulaba en 2024 una subida del 130,94% respecto a 2015. Para entenderlo, la botella que costaba 3,10€ en 2015, en 2024 pasaría de los siete euros.
Cierto es que esta cifra ha estado marcada por dos temporadas de sequía, que han multiplicado su precio, pero aún así los números que se llegaron a ver en los supermercados fueron tan altos que muchas familias se vieron obligadas a consumir otro tipo de aceites, como el de girasol, como alternativa. Sin olvidar las alarmas antirrobo que dieron la vuelta al país ante la oleada de hurtos.
Hubo dos perjudicados: los consumidores y los agricultores. Si bien el precio en origen fue muy alto, en torno a los ocho euros, no sirvió para paliar las pérdidas ante dos cosechas arruinadas. «Multiplicar un número alto por cero sigue siendo cero», trasladaban desde el sector, que ahora ve como con cosecha medias el precio en origen ha caído por debajo de los cinco euros, el coste de producción.
Otro básico, los huevos, se han disparado un 55,76% en 2025. Mientras que los yogures han comenzado a bajar de un 37,18% en 2023 a un 24,96% en 2025, la leche ha alcanzado el 45,05% y sigue subiendo. En 2017 estos productos apenas se movían unas décimas arriba o abajo. ¿Qué ha pasado? Pues que a las gallinas y a las vacas también les afecta la factura de la luz.
Carne
Las carnes no son una excepción. El pollo, considerado la proteína 'asequible', acumula más de un 30% de encarecimiento. La ternera y el cerdo más de un 43,5%. Y el pescado, que siempre fue caro, ahora parece reservado para cumpleaños y navidades, con un incremento de un 53,8% en menos de una década. Tampoco se libran las frutas, verduras y legumbres, que han escalado hasta un 58% en su precio.
El efecto de la inflación se nota en el bolsillo, pero también en la salud. Con unos precios disparados, las familias hacen malabares para poder llegar a fin de mes, obligados a consumir ultra procesados de marca blanca para ahorrar unos euros. Así lo aseveran al menos desde Cruz Roja, que alerta de que el 80,5% de las familias vulnerables en España optan por alimentos más baratos y menos nutritivos para llenar el estómago.
Pongamos otro ejemplo de un producto básico. En 2016, el arroz apenas subía un 1,5%. Con estas cifras no es de extrañar que en España seis millones de personas, el 13,3% de la población, vivan ya en inseguridad alimentaria. En el caso de Jaén, Cruz Roja Jaén detalló en su memoria anual que en 2024 había 4.000 jienenses en situación de «extrema vulnerabilidad».
Entre toda esta vorágine inflacionaria, unos grandes beneficiados: los supermercados. Los datos del Observatorio de Márgenes Empresariales a cierre de 2024, publicados por la Agencia Tributaria, muestran que el sector de la distribución ha aumentado su rentabilidad bruta hasta superar el 6,1%, y disparar sus ganancias a máximos históricos, hasta rozar los 7.500 millones de euros en conjunto.
Los alimentos ponen la soga, y la vivienda y los gastos de suministros aprietan. En esta última década la inflación de la vivienda, luz, agua y otros suministros se ha incrementado aún más que la media en Jaén, con un 25% de subida. Poner la calefacción se ha convertido en un lujo del que no todas las familias pueden disponer.
El elevado coste de los alimentos no solo afecta a la nevera. En un contexto donde se exprime cada céntimo para llenar el carrito de la compra, todo el dinero de más que se destina a alimentos se recorta de otros gastos, los considerados como 'superfluos', si bien son esenciales, como el ocio.
Este es el caso del turismo. En las últimas temporadas los profesionales del sector han alertado de que el gasto por visitante se ha estancado, pues se buscan otras fórmulas para abaratar el viaje. Comprar bocadillos en vez de comer en restaurantes o decantarse por pisos turísticos en vez de por hoteles son claro ejemplo de ello.
Sea como fuere, lo que está claro es que la inflación está desangrando los bolsillos jienenses, al igual que en el resto de España. Una tendencia peligrosa que puede provocar que aquello que siempre se ha dado por sentado, como incluir de forma regular pollo o fruta en nuestra alimentación, se convierta en un privilegio. El fin de la guerra de Ucrania debería ser un factor clave para acabar con la tendencia, pero no es el único motivo de esta vorágine que no tiene visos cercanos de terminar.
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