Un apellido inventado. El rey mantiene el estatus de inmigrante de lujo en Washington. AFP

Reza Pahlavi, el emperador no tiene quien le escriba

Perfil ·

El hijo del Sha de Persia aspira a dirigir la transición entre el régimen teocrático y una democracia laica y liberal

Sábado, 30 de agosto 2025, 18:10

Reza Pahlavi no ceja en su empeño. El emperador, de 64 años, anuncia periódicamente el canto del cisne del régimen iraní, pero nunca llega el ... desbaratamiento del gobierno de los ayatolás. Durante la reciente crisis de los misiles con Israel, volvió a proclamar el fin de la autoridad teocrática y clamó por una alianza entre el pueblo y aquellos sectores de los cuerpos de seguridad que también aspiran al cambio. Pero ese golpe no llega y las protestas populares surgen periódicamente y se desvanecen.

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Una y otra vez, recupera el ánimo y vuelve a demandar la desaparición de un sistema que controla férreamente el poder desde hace casi medio siglo. El país que conoció es la tierra de su infancia y adolescencia. La familia real abandonó su patria en 1979, cuando el heredero apenas había alcanzado la mayoría de edad. Atrás quedaron las glorias de una vida opulenta en la que destacan eventos como la coronación de los monarcas o los desmedidos fastos de la celebración del 2.500 aniversario del Imperio Persa. Entonces, el sha era protagonista tanto de las estrategias de la Casa Blanca como de las páginas de la prensa del corazón, ávida de sus excesos.

Pero el descontento popular agitó tanto el escenario político que los reyes se vieron obligados a huir. El periplo comprendió Egipto, donde falleció el progenitor, y Marruecos, Bahamas y México, antes de establecerse definitivamente en Estados Unidos.

El joven fue proclamado rey en 1980, tras la muerte de su padre. Tal y como probablemente habría sucedido si el destino no se hubiera quebrado, recibió instrucción militar en una base área en Texas y estudió Ciencias Políticas. Posteriormente, creó el Consejo Nacional de Irán, un movimiento político opositor. El exilio no ha sido el único golpe que han sufrido los Pahlaví. Sus hermanos Leila y Alireza se suicidaron en 2001 y 2011, respectivamente, al parecer, víctimas de la depresión.

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Los postulados políticos de Reza se encuentran, aparentemente, muy lejos de los de su padre, al que se considera responsable del proceso de modernización de Irán, pero también ejecutor de una represión implacable, generalmente dirigida por la Savak o policía política, que afectaba tanto a los sectores islamistas como a los de izquierda.

El sha impulsó la industrialización y, en el plano social, dotó de derechos a las mujeres, pero su autoritarismo lo despojó del favor de las mayorías y propició la Revolución. Frente a esta postura, su hijo alienta el proceso de tránsito hacia una democracia liberal, pro occidental y laica, y apuesta por que el pueblo decida en referéndum la forma de gobierno que prefiere. La restauración de la realeza no aparece como su principal objetivo.

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La propuesta del monarca nunca ha concitado grandes y expresas adhesiones e, incluso, Estados Unidos se mostró reticente a otorgarle su apoyo desde que se convirtió en un muchacho que accedía al cetro heredado. La incapacidad para atraer a los enemigos de Jamenei hainfluido en esa debilidad, aunque también es cierto que resulta difícil establecer el grado de adhesión. Existe la convicción de que la población ansía el cambio, pero el acoso ha impedido la consolidación de líderes y formaciones más allá de aquellas figuras moderadas que, desde dentro del aparato, han intentado infructuosamente abrir espacios de cierta tolerancia.

La mayoría de la diáspora también anhela la caída del régimen, pero es realista. La historia reciente evidencia la enorme dificultad que supone cualquier intento de luchar contra un régimen monolítico y, al parecer, desconfía de las posibilidades de Pahlaví para llevarlo a cabo. Entre uno ydos millones de iraníes viven en Estados Unidos, principalmente en la costa oeste. La denominación popular de Tehrangeles se explica por la tradicional concentración en la urbe de diversas oleadas de inmigrantes.

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Apoyo entre las élites

Posiblemente, el mayor respaldo se halle entre las elites que huyeron en las primeras fases del conflicto y que más perdieron con la desaparición de la monarquía. El reciente conflicto entre Israel e Irán ha evidenciado las limitaciones de los segundos, agredidos y derrotados. El gobierno judío y la Casa Blanca, han sido capaces de descabezar su Estado Mayor y destruir sus ingenios nucleares. Una vez más, ha surgido la hipótesis de una caída, tal vez violenta, del Estado de los ayatolás, pero, de nuevo, se ha comprobado que se trata de una entelequia. El régimen controla todos los resortes militares y se precisa de un actor capaz de movilizar fuerzas determinantes en la Administración y concitar el respaldo de la sociedad civil. Si tal figura existe, aún no se ha identificado. A ese respecto, se antoja remoto que el emperador reciba solicitudes de alianza y propuestas de conjura desde el interior del país.

Mientras, el rey mantiene sus esperanzas y el estatus de inmigrante de lujo en Washington. El emperador incluso ha reverdecido su antiguo atractivo para el papel satinado tras desposar, hace un par de meses, a su hija mayor en una ceremonia con más estética yanqui que boato persa. Quizás porque, en realidad, Reza no es descendiente directo de Ciro el Grande. La dinastía que convirtió a Irán en una potencia fue fundada en 1925 por el general golpista Reza Savad Koohi, el militar que se hizo con el gobierno tras un periodo de decadencia e invasión de tropas inglesas y rusas. El apellido Pahlaví es inventado. Habrá que seguir esperando para comprobar si su nieto es capaz de recuperar el Trono del Pavo Real o, como el granaíno Boabdil, seguir lamentando los buenos días perdidos.

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