Uno de los rehenes israelíes liberados por Hamás se reúne con sus familiares en el Centro Médico Sheba. EFE

¿Cuánto tiempo necesita un rehén para recuperarse?

Los expertos advierten que cada víctima de una experiencia tan traumática como la vivida por los cautivos en manos de Hamás es única y resulta muy difícil prever su rehabilitación

Alin Blanco

Martes, 14 de octubre 2025, 18:48

«No importa cuánto tiempo hayan estado secuestrados, lo realmente importante es lo que les haya ocurrido mientras tanto: si estaban solos, si fueron violados ... o torturados, si les dieron de comer…», explica la psicóloga especialista en este tipo de procesos Einat Kaufman. Ha tratado a rehenes que fueron capturados en el ataque de Hamás del 7 de octubre y ha sido jefa de la Unidad de Crisis y Respuesta al Psicotrauma en el servicio de emergencias médicas United Hatzalah en Israel. «Hay muchos factores que influyen en la recuperación, por eso cada caso es único y resulta muy difícil prever cómo será el proceso de rehabilitación».

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Sasha Trufanov, uno de los rehenes israelíes liberados en febrero de este año, explicaba en una de sus primeras apariciones públicas que «no podía dejar de pensar en sus amigos que todavía estaban allí». El joven ruso-israelí de 29 años permaneció 498 días en cautiverio junto a los hermanos Ariel Cunio y David Cunio, a quienes tuvo que dejar en manos de Hamás. Según la experta psicoterapeuta, este es uno de los procesos más difíciles: ser liberado pero tener que abandonar en esas condiciones a sus seres queridos.

Kaufman también señala que en ocasiones los rehenes pasan mucho tiempo en grupos pequeños y llegan a crear una relación «muy estrecha» y unirse emocionalmente a esas personas, por lo que esta respuesta psicológica no solo se produce en rehenes que son secuestrados junto a familiares o amigos. «Cuando uno es liberado, es muy difícil dejar a los otros atrás, y muchos no comenzarán a recuperarse hasta que los demás sean puestos en libertad».

La experta asegura que, además de las condiciones durante el cautiverio, hay que tener en cuenta su vida previa. «Es importante saber si tienen una enfermedad mental o un trauma anterior a ser secuestrado. También cómo entienden y se explican a sí mismos lo ocurrido durante su secuestro».

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Aun así, destaca que el impacto emocional más profundo surge de la relación con el secuestrador, ya que la misma persona que puede acabar con su vida es también a quien deben complacer para sobrevivir. El salvador y el posible asesino representados en una misma figura.

Bajo tierra, sin agua ni luz

«Mi supervivencia dependía de terroristas armados, los mismos que ejercían violencia extrema», explica Keith Siegel, otro de los liberados en febrero. Estuvo retenido en lugares muy estrechos bajo tierra, privado de aire, luz, saneamiento y suficiente comida o agua. «Viví en constante incertidumbre, sin saber quiénes de mi familia y amigos habían sobrevivido al ataque«, asegura Siegel, cuya esposa, Aviva, también fue secuestrada y liberada mucho antes, en noviembre de 2023.

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«Otro aspecto de vital importancia son los 'anclajes' que tienen cuando vuelven a casa», asegura Kaufman. Es preciso analizar si la persona liberada tiene una comunidad, una familia que lo acoja y que lo cuide, un hogar o, al menos, un lugar donde se sienta seguro. También hay que garantizar el acceso continuado a terapia y a los recursos necesarios para seguir adelante. «Tan importante como la evaluación inicial es un seguimiento y asistencia continuada para ver cómo evolucionan», sentencia la experta.

El trabajo del personal sanitario no termina cuando los rehenes regresan a casa. La rehabilitación médica y psicológica se mantendrá más allá de los muros del hospital y, sus familiares más cercanos, por su parte, deberán aprender a calibrar la delicada dinámica familiar. Karina Shwartz, directora de trabajo social en el Centro Médico Rabin en Tel-Aviv, asegura que «es importante saber cuándo hablar y cuándo escuchar». «Si alguien nos cuenta cómo casi muere en cautiverio, no nos podemos quedar callados, pero al mismo tiempo es necesario contenerse. No podemos hablar de todo lo sucedido durante dos años en solo una semana. Los rehenes necesitan espacio y tiempo, también tranquilidad. Tenemos que escuchar su historia».

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