Los españoles abren sus casas a los refugiados sirios
Ya hay suficientes familias dispuestas a dar cobijo a los 17.000 refugiados que llegarán a España. Las ONG no dan abasto con la respuesta ciudadana, «que va muy por delante de las instituciones»
:: isabel ibáñez
Martes, 13 de octubre 2015, 00:26
El latigazo que descarnó por dentro a muchos ciudadanos fue la foto del niño kurdo-sirio Aylan, ese cuerpecito sobre la arena que podría ser ... el de cualquiera de nuestros hijos. A otros, esas alambradas made in Spain que cortan la respiración y que los húngaros eligieron como espinosa solución al problema. Y nada barata: gastaron 100 millones de euros en blindar su frontera, según Amnistía Internacional, «el triple de lo que dedican a recibir a personas que necesitan refugio». También dolió la zancadilla de la reportera Petra László a Osama Abdul Mohsen, que llevaba a su hijo Zaid en brazos. Algunos se quedaron pegados a la televisión, metidos en el pellejo de esos miles de sirios sin nombre hacinados en barcas neumáticas o sentados en los caminos de la vieja Europa, que ha ido endureciendo sus políticas de asilo al tiempo que olvidaba las imágenes en blanco y negro de cuando eran los suyos los que huían. Miriam Ojeda es una estudiante madrileña de 22 años cuya abuela octogenaria, Carmen, fue acogida por una familia francesa durante la Guerra Civil. Un poco por eso, un poco por lo que ha llegado a ver estos días, Miriam y sus padres han decidido ofrecer la habitación que su hermana melliza dejó libre al irse a estudiar fuera para que alguno de esos miles de infelices logre un poco de paz.
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«Es muy pequeña, caben como mucho dos personas, pero aquí está para quien lo necesite. Se lo propuse a mis padres y les pareció muy bien», comparte Miriam, licenciada en Relaciones Internacionales. Se involucró con Bienvenidos Refugiados España hace solo unas semanas, en realidad casi las mismas que lleva en funcionamiento en nuestro país esta plataforma ciudadana perteneciente a una red europea inspirada por el modelo alemán, Flüchtlinge Willkommen, que desde noviembre de 2014 pone en contacto a refugiados y ciudadanos para compartir vivienda. Este es el mensaje: «La sociedad tiene voz y no está dispuesta a dar la espalda a sus hermanos, que huyen de la guerra y la barbarie». Así, Bienvenidos Refugiados España nació el 3 de septiembre (al día siguiente de la muerte de Aylan) «ante la pasividad de los gobiernos de Europa y su lenta respuesta al mayor éxodo de desplazados que vive el Continente desde la II Guerra Mundial». Extendiéndose a través de internet, sobre todo de Facebook, tiene a unas mil personas que, como Miriam y su padres, se han ofrecido a dar cobijo a los que están por llegar: «Mi abuela dice: ¿Cómo no váis a hacer con ellos lo que hicieron conmigo?».
Un millón para el padre Ángel
Con las imágenes de los sirios en la retina, los ciudadanos se han volcado y ofrecen su ayuda donde se la recojan, fundamentalmente en ayuntamientos y diputaciones, en las ONG y en las plataformas ciudadanas, que se han organizado a la espera de que el Gobierno acabe de una vez por todas de dar respuesta a esta situación de emergencia. La Red Asturiana de Familias de Acogida de Refugiados tiene ya 1.200 voluntarios, la mayoría con la puerta de sus casas abierta. El Ayuntamiento de Valencia alberga en su web el espacio Valencia, ciudad refugio, donde se han apuntado un millar de vecinos, 200 ofreciendo su vivienda. En Guipúzcoa, la Diputación ha recibido un centenar de ofertas de familias solidarias... Cear, Cruz Roja y Accem, las tres ONG encargadas de dar asilo a los refugiados, suman sus propios efectivos; sus teléfonos no paran de sonar desde que empezó la crisis.
Con este panorama, que se reproduce por todo el territorio español, uno de los tres coordinadores de Bienvenidos Refugiados, Agustín García, afirma: «Siendo difícil tener datos concretos, en caso de hacer falta, nuestro país está listo para acoger desde ya a las 17.000 personas que conforman el cupo asignado en principio por la UE para España. Aunque nosotros no lo aceptamos, hay que traer a más». Está seguro de que «el pueblo es capaz» de acogerlos ahora mismo y se enorgullece y se queja al mismo tiempo de que la ciudadanía se ha organizado antes que las instituciones: «Está llegando el invierno y esa gente sigue ahí, en las fronteras, es lamentable la falta de acción... Si sigue pasando el tiempo, empiezan los fríos y el Gobierno no hace nada, estamos dispuestos a ir nosotros mismos a buscarlos y traerlos, sin pasar por trámites ni por las ONG», advierte. No tendrían problema para hacerlo. Ya hay empresas de transportes dispuestas a ceder camiones y autobuses para estos traslados.
Patricia Bárcena, directora de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Euskadi, cuenta que les han ofrecido «habitaciones, pisos vacíos, alimentos, ropa, su tiempo, sus capacidades... Hoteles que nos dan camas, mantas... Grupos de teatro o musicales que aportan su arte y parte de su recaudación... Una empresa de pinturas que da material de obra para construir o arreglar... Estamos haciendo una base de datos para cuando llegue el momento». Recuerda, sin embargo, que el acogimiento es responsabilidad del Estado. «Es muy loable esta reacción desde el corazón, el deseo de acoger a una persona, pero en un primer momento necesitan ayuda profesional».
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Explica el procedimiento a seguir José Javier Sánchez Espinosa, subdirector para Migraciones de Cruz Roja Española:«Hay una primera fase, que dura seis meses, en la que los recién llegados son alojados en pisos o centros de acogida públicos o de las ONG, y allí reciben todo tipo de asistencia; vienen de pasar por situaciones muy difíciles y necesitarán psicólogos, además de traductores, abogados para hacer los papeles, alfabetización, clases, asistencia a los menores... Después de este tiempo pasarían a la fase de integración, en sus propios pisos o a casas de acogida». Quiere dejar claro que más que alojamiento (a Cruz Roja han llamado más de 500 personas con este ofrecimiento), lo que se va a necesitar es gente que les dedique su tiempo, «les acompañe a pagar sus facturas, les ayude con los niños, con el idioma, que vaya a comprar con ellos...».
También hay aportaciones económicas, desde el euro que cuesta un sms de apoyo a las campañas de las ONG hasta el millón recibido por el padre Ángel para Mensajeros de la Paz de la Mutua de los Profesionales Sanitarios (AMA). Agustín García, de Bienvenidos Refugiados, habla de la emoción de escuchar algunas de las propuestas: «En Baleares tenemos a una persona dispuesta a tener en su casa a alguien con discapacidad. Tendrías que oír los mensajes, gente en paro, mujeres mayores solas... Es para echarse a llorar. Algunos de los voluntarios que atienden la web tienen que cogerse días libres porque les afecta mucho».
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David Ryan y María Berasategui son una pareja de vascos con dos niños de 2 y 4 años que antes de ser padres recorrieron mundo en bicicleta: «rán, Irak, Turquía, Egipto, Jordania... Estuvimos en Siria cuando era un país normal, ni se podía imaginar la amenaza del Estado Islámico. También en un campo de refugiados palestinos en Líbano. Y al ver ahora estas imágenes hemos recordado lo bien que nos trataron allí, lo hospitalarios que fueron. Tenemos una vivienda unifamiliar de tres plantas y queremos dedicar una para una familia. Es posible que en la convivencia surgan conflictos, pero los resolveremos. Así que se la hemos ofrecimos a CEAR. ¿Por qué no?».
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