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Tutto è possibile a Granada
El equipo de Diego Martínez da un gran paso adelante en la eliminatoria tras una actuación soberana, en la que anula al Nápoles
Jueves, 18 de febrero 2021
Tutto è possibile a Granada, da igual decirlo en italiano o en español. El lindo cuento de hadas de los rojiblancos prosigue. Es una ... historia épica, inolvidable y emotiva, que une como nunca a a todas las familias de este club. Generaciones nuevas y con más solera, las que vivieron los míticos 70, el barro de Tercera y la gloria de volver a Primera. Pero como esto, nada.
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El Granada firmó una victoria de mucho prestigio ante el Nápoles, al que anuló casi por completo. Es un triunfo parcial, solo la mitad del camino hacia unos octavos de final que sonaban a quimera y que se ven en el horizonte, aunque sea aún con catalejo. Queda un temible encuentro en el estadio Diego Armando Maradona donde quizás la escuadra rival se reconfigure. Hubo un conjunto compenetrado, el de los nazaríes, y otro que se fue desquiciando ante la supremacía local. Fue un despliegue admirable. Ver a un tipo como Jorge Molina, con 38 años, curtido en mil batallas, presionando como un poseso el último intento de rearmarse del contrincante da la medida de lo que ha ocurrido en este vestuario. Su impresionante fiebre competitiva.
Decía Gattuso que el Granada es un equipo atípico, que mezcla lo mejor de las tres Ligas más importantes. No le faltó agudeza en su descripción, pues el equipo mutó como suele. Explotó al comienzo el 'tiki-taka', con una melodía de pases que engatusó al adversario. Se transformó en su versión más pétrea cuando necesitó protección y se tornó en relámpago en la segunda diana, la que encarriló el enfrentamiento. Despachó balones en largo, chocó y percutió cuando el Nápoles quiso levantarse de la lona. Los rojiblancos no se dejaron nada en el tintero. Por momentos, rememoraron a aquel Milan de Arrigo Sacchi. Complejo en lo táctico, imperceptible en ataque, con atención extrema a los detalles.
Granada
Rui Silva; Foulquier, Domingos Duarte, Vallejo (Germán Sánchez, m. 22), Carlos Neva (Víctor Díaz, m. 78); Gonalons (Eteki, m. 78), Montoro, Yangel Herrera; Kenedy (Soro, m. 70), Machís (Antonio Puertas, m. 70) y Jorge Molina.
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Nápoles
Meret; Di Lorenzo, Rrahmani, Maksimovic, Mário Rui; Lobotka (Bakayoko, m. 64), Fabián Ruiz, Elmas; Politano (Zielinski, m. 46), Insigne y Osimhen.
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GOLES 1-0, m. 19: Yangel Herrera; 2-0, m. 21: Kenedy.
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ÁRBITRO Sergei Karasev (Rusia): Amonestó a los locales Foulquier (m. 38), Rui Silva (m. 77) y Víctor Díaz (m. 86); y a los visitantes Elmas (m. 25), Di Lorenzo (m. 27), Insigne, (m. 79) y Mário Rui (m. 92).
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INCIDENCIAS Encuentro de ida de los dieciseisavos de final de la UEFA Europa League, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, sin público en las gradas.
Desde el primer minuto, el Granada jugó con nervio y precisión. Acomodado bajo el abrigo de sus fantásticos centrocampistas, encerró al Nápoles de inmediato, como en una señal inequívoca de cómo iba a discurrir el encuentro. Por momentos, la maquinaria rojiblanca respondió como pocas veces. A ello se unía el estado de gracia de Kenedy, que se marcó una 'ruleta' en un costado para generar la primera oportunidad. Conectó con Molina, pero le achicaron el campo de maniobra los rivales.
El Nápoles parecía abatido desde bien temprano. Se asomó en un córner e intentó rebelarse con una circulación empachosa, fácil de bloquear para los locales. Bien armados con Gonalons y Montoro iluminando el túnel de salida, los nazaríes avanzaban con gallardía y parecía cuestión de tiempo que la fruta cayera del árbol. Kenedy volvió a gambetear desde la derecha, pero tampoco logró resarcirse para disparar. Tampoco Foulquier, que se introdujo en la fiesta con el confeti.
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Al francés se le achaca algún despiste, como si se quedara pensando en si se dejó la plancha encendida en casa, pero nadie puede dudar que es un portento, aunque a veces deje alguna herradura por el camino. En una de sus galopadas, con Kenedy dándole un pase delicado por alto, se midió con Meret, que hizo tope. Tampoco Jorge Molina pudo barrer el balón para dentro.
Gattuso bramaba sin cesar, con voz gutural, aguardentosa. No daba crédito a la pasividad de los suyos, puesta en evidencia en un córner. Un defensor rechazó hacia la banda y Foulquier sacó rápido a Kenedy, pillando a todos los celestes en un renuncio. Combó el balón con una rosca mortífera y lo demás lo puso Yangel Herrera, que en Europa es el capitán-general del gol. Su remate de cabeza premió un cuarto de hora preñado de pasión rojiblanca.
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Pero nadie rebajó el impulso y se explotó el contragolpe. El imprescindible Gonalons recogió un baló en las inmediaciones de su área y salió con destreza del primer quite. Acompasó la bola hacia Machís, que se subió en el jet. No fue egoísta y captó que Kenedy le adelantaba por el lado. Le devolvió un balón saltarín, pero el brasileño impactó de maduro sobre este, fuerte y con efecto, describiendo una ese ante la que nada pudo hacer Meret.
Había pasado de todo en un rato, y tanta alegría se salpicó de preocupación cuando Vallejo pidió el cambio por unas molestias. Germán apareció para confirmar que su presencia en el parte médico previo había sido testimonial. Nada se trastocó en los anfitriones, que siguieron gobernando los acontecimientos. El Nápoles continuó sin interpretar el asunto, confuso ante la energía rojiblanca.
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El tercero pudo llegar en una gran intercepción de Machís con arrancada felina y entrega hacia Molina. Tiró de espuela pero se le cruzó Maksimovic, que protegió al portero de los italianos.
Asustó una caída fortuita de Elmas sobre el tobillo de Kenedy, pero el spray médico le revitalizó. Fue el Nápoles el que sí tocó su formación al descanso. Zielinski pretendió reordenar la medular y servir de auxilio al sevillano Fabián Ruiz.
Insigne se mostró tras la reanudación, aunque sin fruto, en una leve desatención de la retaguardia nazarí. Siguió explotando Kenedy el costado, pero con la derecha no selecciona tan bien y su envío superó a Machís, dispuesto al brinco.
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Llegó una salva de respuesta del Nápoles. Fabián danzó y se la quiso dejar a Elmas, pero Neva se adelantó astuto para que le rebotara el esférico. Más nítida fue la de Zielinski, que apareció por sorpresa pero cargó toda la barra de tiro y se le fue a la grada.
El Granada volvió a apretar la mandíbula y, ante cualquier duda, ya les rugía Diego Martínez, que también sabe alzar la voz. «¡Actívate!», le soltó a Foulquier, con tendencia a la abstracción. El caso es que más tarde hizo una falta evitable, aunque Insigne no tenía bien ajustada la mirilla. Recolocó mejor la óptica en una falta a la olla que Rrahmani cabeceó demasiado solo, aunque alto.
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Soro y Puertas oxigenaron las bandas y en la primera intervención del maño casi se agranda la diferencia. Habilitó a Molina, pero la volea le salió torcida, hacia atrás, justo para que Montoro llegara con la cachiporra, pero se pasó de fuerza.
Gonalons siguió con su clínic de salida aseada desde la cueva hasta que su cuerpo, frágil y desgastado, pidió amparo y relevo en Eteki. También socorrió Víctor Díaz en la izquierda, para que Neva tuviera algo de asueto. No renunció el Granada a la ofensiva, aunque ya se desplegó con más prudencia. Soro descompuso a Di Lorenzo y Puertas precipitó el tiro de zurda, aunque bien pudo recortar para asegurar.
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La única parada de Rui llegó pasado el minuto 86. Osimhen, desesperado, intentó cruzarle un aviso, pero se hizo a un lado el luso con serenidad. Se puso a pedalear el Nápoles en el último repecho, en busca de un gol que le enganchara a la eliminatoria, pero el Granada siguió concentrado, con la mente fija en el objetivo y hasta en ese tanto más que le hiciera acariciar el pase. Herrera lo volvió a intentar y todos se fajaron como animales. En tierras transalpinas ya conocen cómo se las gasta este equipo. Queda una vuelta para coronarse. Por el camino de la humildad pero con la ambición en la mirada, todo es alcanzable.
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