Germán Sánchez y Víctor Díaz saltan al rematar durante el encuentro ante el Extremadura. R. L. Pérez
Granada CF

Tres atrás, la alternativa de Diego

El Granada acabó jugando ante el Extremadura con Víctor Díaz, Martínez y Germán como centrales, algo que no extraña el equipo, habituado a ensayar esa solución

FRAN RODRÍGUEZ

GRANADA

Jueves, 31 de enero 2019, 00:05

El Granada terminó el encuentro del domingo entre contradicciones. Defendiendo con cinco y atacando con más de once mil. Despejando un centro de Capel, exigido ... por el primer y único arreón de su rival en el segundo tiempo. Casi como si achicara un agua que nunca llegó a caer. Árido y tosco, el Extremadura, y una polémica decisión de Díaz de Mera –no necesariamente por ese orden–, obligaron al Granada a cambiar su esqueleto. Tras el paso por vestuarios, el equipo formó sin disimulo con una zaga formada por tres en la parcela central y dos carrileros. Con Quini desatado en ataque pero con retroceso a la defensa y Pozo cerrando la derecha antes de lesionarse, se pudo observar a Víctor Díaz y Martínez como escuderos de un Germán inconmensurable, que no necesitó vivir en un lado para concentrarse en su zona. Un recurso táctico que volvió a dejar clara la riqueza futbolística que habita este curso en el banquillo local de Los Cármenes.

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Y es que Diego Martínez vive, como todo técnico, en la incertidumbre que el fútbol guarda en su esencia. No obstante, y cómo ha reconocido el propio técnico, no hay lugar a la improvisación y todo se ensaya: que Martínez caiga más al costado, que Víctor Díaz juegue de central con la misma soltura que cuelga veneno al área o que Pozo tenga que asumir responsabilidades atrás. «Si tengo limones, hago limonada, y si son naranjas, naranjada», fue una de las primeras frases que Martínez soltó en su presentación. La referencia era, claramente, la constitución del plantel, pero a veces es el partido quien exprime sobre el verde el dulzor o el ácido.

Sin San Emeterio, el gallego recurrió a un recurso que muchos tacharían de conservador, pero lo hizo sin el más mínimo deseo de retroceder o aferrarse al punto que finalmente se acabaría llevando. Tampoco tuvo que retirar a ninguno de los diez rojiblancos en los que había confiado de inicio. Simplemente dio alas a Quini, le colocó un paracaídas apellidado Martínez, por si acaso, y emparejó al más veloz de los locales con la banda de mayor calado ofensivo azulgrana. El Granada no sufrió demasiado en defensa ni se desdibujó tras cambiar el plan, producto de ese 'ensayemos todo' que reza Diego y su cuerpo técnico.

La primera ocasión en la que la defensa de tres se exhibió sin reparo fue, precisamente, ante el Extremadura en Almendralejo. El Granada salió de inicio con la zaga habitual por aquel tiempo de Liga: Quini, Víctor Díaz, Germán y Álex Martínez. El segundo gol de Puertas, el 1-2, no dejaba en absoluto cerrado un partido que había resucitado por el empuje local en el segundo tiempo. Diego decidió entonces hacer debutar a Martínez –entró por Vico–, colocándose el onubense junto a Germán y Víctor Díaz, con Quini en la derecha y Álex Martínez por izquierda.

En Reus

Pasaron unas jornadas hasta volver a ver esta variante. En Reus, un partido trabado, Quini saltó en el minuto 86 por Puertas para reforzar el flanco diestro. Si el almeriense, bigoleador aquella mañana, había jugado arriba, el cordobés se colocó descaradamente en banda, metiéndose Víctor Díaz con los centrales. El mismo cambio se produjo en el Granada-Mallorca, entrando Quini en banda derecha por Pozo, que ya había retrasado su posición en los últimos minutos. La polivalencia del cordobés, Pozo y Víctor Díaz ha ayudado a hacer mucho más natural esta transición del 4-2-3-1 al esquema con laterales largos. En algunas ocasiones para amarrar un resultado, en otras con una evidente connotación ofensiva, pero intentando no provocar un temblor en los cimientos del líder, la defensa. El esquema de los tres centrales, aunque sea por momentos, es una realidad en este Granada.

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También lo fue en Osasuna el pasado año. De nuevo contaba el técnico gallego con jugadores de amplio recorrido pegados a la cal y una zaga llena de nombres polivalentes como Clerc u Oier. También tenía en su plantilla a jugadores de indomable espíritu ofensivo a los que rescató para labores defensivas en determinados momentos, dibujando su zaga una línea de cinco a la hora de contener al rival. Son los Coris, Rober Ibáñez o Kike Barja, que replegaron y achicaron aguas cuando el grupo lo precisaba. Y es que se pueden encontrar similitudes entre el consistente equipo rojillo y el generoso bloque rojiblanco: el sacrificio defensivo de todos los jugadores y el sentimiento de unión casi inquebrantable a pesar de lo que chive el electrónico.

Situaciones puntuales

Como en el actual Granada, la defensa pamplonica no formaba con tres centrales si no lo requería una situación puntual. Con Aridane y Clerc dominando el centro, los laterales Lillo y Oier tenían libertad para sumarse al ataque. Cuando el encuentro precisaba aplicar refuerzos, Coris o Barja se sumaban a la zaga y desplazaban a Oier Sanjurjo a una posición algo más centrada. Las sustituciones entre extremos y polivalentes carrileros también se dio en varios encuentros.

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Granada y Osasuna no son dos 'raras avis' que han mutado en estas últimas temporadas. La línea de cinco con tres centrales y dos balas en banda, a veces como un medio justificado, otras como discurso de salida, se ha ido cultivando en el fútbol actual con el objetivo de equipararse en el toma y daca con equipos que abruman en lo ofensivo. No sólo eso, sino que cada vez más conjuntos de los que proponen encuentran en este sistema la amplitud de bandas que con balón no alcanzan, sumando muchas piezas al ataque sin destaparse la espalda.

La renovación de este deporte obliga a los técnicos a ampliar sus fronteras tácticas, a tener en cuenta muchos más interrogantes y prever escenarios que, en otros tiempos, obligarían a un cambio 'cromo por cromo'. En esa igualada confrontación de ajedrez que parece la Segunda, resalta cada vez más la capacidad de adaptarse al entorno: una expulsión, una lesión o los azares del destino. La capacidad de reinventarse, minimizando la improvisación, que demuestra el entrenador del Granada.

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